Ciudad del Vaticano, Santa Sede. AFP.
El papa Francisco, operado del colon hace dos meses, indicó que no se le pasó “por la cabeza” renunciar, desmintiendo así rumores al respecto difundidos por medios italianos en una entrevista a un medio español en la que anunció además un viaje próximamente a Grecia, Chipre y Malta.
“A mí ni se me pasó por la cabeza”, indicó el Papa en una larga entrevista difundida este miércoles por la radio española Cope. “¡Yo no sé de dónde han sacado la semana pasada que yo iba a presentar mi renuncia!”, añadió. “Siempre que un Papa está enfermo corre brisa o huracán de cónclave”, agregó, entre risas, precisando que se mantiene alejado de los rumores y que solo lee un diario italiano y nunca mira la televisión.
Al ser consultado sobre cómo se encontraba, el Papa respondió sonriente que “todavía vivo” y rindió un homenaje particular a un enfermero italiano “de mucha experiencia”. “¡Me salvó la vida! Me dijo: ‘Usted tiene que operarse’. Había otras opiniones”, como el uso de antibióticos, cuenta el Sumo Pontífice, agregando que el enfermero le brindó explicaciones claras.
OTRO EPISODIO
Francisco recordó que una enfermera ya le había salvado la vida una vez en 1957 en Argentina, al duplicar la cantidad de antibióticos que le había recetado su propio jefe para tratar una infección grave en los pulmones. El Papa argentino, de 84 años, fue operado el 4 de julio para extirparle una parte del colon, en una intervención programada y realizada con anestesia general. Francisco sufre también de una ciática crónica que le hace cojear y le causa fuertes dolores, por lo que en varias ocasiones ha tenido que renunciar a celebrar ceremonias oficiales.
VIAJE A GRECIA, CHIPRE Y MALTA
El Pontífice tiene programada una serie de viajes al exterior este año, entre ellos uno del 12 al 15 de setiembre a Eslovaquia, con una etapa de pocas horas a Budapest, capital de Hungría. Este miércoles anunció además que viajará a Grecia, Chipre y Malta. El Sumo Pontífice reiteró su decisión de priorizar “los países más chicos” de Europa asumida desde el inicio de su papado en el 2013. Al ser consultado sobre una posible visita a España en el 2022 para el año Jacobeo de Santiago de Compostela, Francisco no descartó la posibilidad, pero tomó la precaución de precisar que eso no garantizaba una visita de Estado. El Papa viajó, por ejemplo, a Estrasburgo para pronunciar un discurso ante el Parlamento europeo sin por lo tanto efectuar una visita oficial a Francia.
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Dani Vallejo juega por el paso a cuartos
En este Jueves Santo (10:00 aproximadamente), el tenista paraguayo Adolfo Daniel Vallejo se enfrenta al argentino Genaro Olivieri (ranking 185) por el pase a cuartos de final del torneo ATP Challenger 75 de São Leopoldo, Brasil.
Cabe mencionar que en el reciente ATP Challenger 75 de Asunción que se jugó en el CIT, el argentino Genaro Olivieri fue eliminado en primera ronda por el también paraguayo Hernando Escurra Isnardi, quien triunfó 4-6, 6-4 y 6-3.
Vallejo, tenista profesional número de Paraguay, ubicado en el puesto 472 del ranking mundial, en primera ronda dio el gran golpe al vencer en tres sets por 6-2, 5-7 y 7-5 al canadiense Liam Draxl, número 257 del escalafón. Por su parte, Genaro Olivieri se anotó a octavos de final al batir a su compatriota Juan Bautista Torres con marcador de 6-2 y 6-4.
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“Lo vistieron con una capa roja y colocaron sobre su cabeza una corona…” Mc 15, 17-19
- Por el Hno. Mariosvaldo Florentino
- Capuchino.
Llegamos al Domingo de Ramos, o también llamado Domingo de la Pasión del Señor. De hecho, esta es la única vez que se proclama el evangelio de Pasión de Jesús en día de domingo durante todo el año litúrgico. Sin embargo, en los primeros siglos de la Iglesia, a cada domingo en la misa siempre se proclamaba toda la pasión y también la resurrección, y por eso prácticamente los cristianos todos sabían de memoria todos estos relatos.
Es difícil hacer una reflexión, o una homilía, sobre un texto tan largo (este año son los capítulos 14 y 15 completos de Marcos). Son muchos los detalles que merecen nuestra detenida meditación y que nos ayudarían a crecer en la fe. Esta vez me gustaría poner a la luz el contraste entre la fidelidad de Jesús, revelación suprema del amor de Dios, y nuestra infidelidad.
Jesús en toda la pasión se mantuvo fiel en hacer la voluntad del Padre, fue preso, torturado, burlado, abrazó la cruz, fue crucificado, despreciado e insultado, y al final murió como testigo del amor hasta el extremo.
Los hombres, sin embargo, movidos por la envidia, lo entregaron a la muerte (“los jefes de los sacerdotes habían entregado a Jesús por envidia” Mc 15, 10); movidos por la codicia, lo vendieron (“Judas Iscariote, uno de los doce, fue hasta los jefes de los sacerdotes para entregarles a Jesús. Ellos, al oírlo, se alegraron y prometieron darle dinero” Mc 14, 10-11); movidos por la hipocresía, lo traicionaron con un beso (“Judas se acercó a Jesús llamándolo: ‘¡Maestro, Maestro!’, y lo besó” Mc 14, 45); movidos por el miedo, huyeron y lo abandonaron (“Y todos los que estaban con Jesús huyeron y lo abandonaron” Mc 14, 50); movidos por la cobardía, lo negaron (“‘Tú también andabas con Jesús de Nazaret’. Y Pedro lo negó: ‘No lo conozco ni sé de qué hablas’” Mc 14, 68); movidos por la prepotencia, le pegaron y le escupieron (“Después, algunos se pusieron a escupirlo. Le cubrieron la cara para pegarle, mientras decían: ‘Adivina quién fue’” Mc 14, 65); movidos por la ingratitud, eligieron a un asesino, prefiriendo dar libertad a un malhechor (“El pueblo pidió la libertad de Barrabás” Mc 15, 11); motivados por la maldad, lo torturaron y se burlaron de él (“Lo vistieron con una capa roja y colocaron sobre su cabeza una corona trenzada con espinas. Después se pusieron a saludarlo: ‘¡Viva el rey de los judíos!’. Y le golpeaban la cabeza con una caña, lo escupían y luego, arrodillándose, le hacían reverencias” Mc 15, 17-19); motivados por el despecho, lo insultaban sin ningún motivo (“Y también lo insultaban los que estaban crucificados con él” Mc 15, 32).
Llama la atención que algunos de estos estaban obstinados en sus acciones desde un principio, como los jefes de los sacerdotes, o los guardias que hicieron con Jesús lo que hacían con todos los que caían en sus manos, más otros fueron llevados por el momento, pues antes hasta tenían buenas intenciones (como Pedro que algunos momentos antes había dicho: “Aunque tenga que morir contigo, no te negaré” Mc 14, 31), pero en el justo momento acabaron actuando de otro modo.
En verdad, la pasión de Cristo nos revela que somos capaces, aunque tengamos buenas intenciones. Creo que todos nosotros, mirando atentamente nuestra historia personal, podemos descubrir que muchas veces ya actuamos motivados por envidia, por hipocresía, por cobardía, por miedo, por prepotencia, con ingratitud, por maldad, o por despecho... exactamente como aquellos del Evangelio. No nos debe escandalizar lo que hicieron estos hombres 2000 años atrás, pues en alguna medida, también nosotros lo repetimos en nuestro cotidiano. Nosotros prolongamos cada día la pasión de Cristo. El Jesús sufriente de nuestros días nos denuncia en nuestro mal comportamiento. Cuando lo traicionamos, lo comerciamos, lo abandonamos, lo torturamos, lo insultamos, o nos burlamos de Él, Él solamente nos mira, como miró hacia Pedro, en la esperanza que también nosotros nos demos cuenta del mal que estamos haciendo, y nos arrepintamos de nuestro pecado (“Y Pedro se puso a llorar” Mc 14, 72).
Nos consuela que Jesús nos amó, y lo hizo hasta el extremo. Ni mismo cuando fue torturado y muerto fue capaz de dejar de amarnos. De hecho, en la cruz él aun rezó: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23, 34). Y sabemos que el Padre siempre ha escuchado la oración de Jesús.
En esta Semana Santa pidamos a Jesús ante todo la gracia de reconocer las situaciones en que concretamente también nosotros hoy continuamos crucificándolo, y que su mirada nos ayude a sinceramente llorar nuestros pecados.
El Señor te bendiga y te guarde,
el Señor te haga brillar su rostro y tenga misericordia de ti.
El Señor vuelva su mirada cariñosa y te dé la PAZ.
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Así como el papa Francisco, Elon Musk cree que Ucrania perderá la guerra
Son pocas las áreas en las que Elon Musk no haya mostrado interés, puesto que sus campos de acción abarcan desde la inteligencia artificial, comunicación, hasta la aerodinámica, incluso poblar planetas con sus propias naves espaciales.
Esta vez, el director general de Tesla y Space X volvió a opinar sobre geopolítica y más específicamente sobre la guerra que desde hace años mantiene desgastando a los ejércitos de Rusia y de Ucrania y que absorbe grandes cantidades de material bélico y financiero de Europa y Estados Unidos.
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“Ucrania corre el riesgo de perder más ciudadanos y más territorio si sigue negándose a entablar conversaciones de paz”, advirtió el mutimillonario dueño de la red social X, antes conocida como Twitter. Esta misma visión había expresado semanas antes el propio papa Francisco, opinión que le valió el enfado del presidente Ucraniano Volodímir Zelenski, quien aseguró que Ucrania nunca alzaría la bandera blanca ante Rusia.
“Cuanto más tiempo no haya paz, peor para el pueblo de Ucrania: morirán más personas y se perderán más tierras”, escribió el propietario de X en su cuenta de la red social.
En otro momento, las palabras del popular magnate sudafricano-estadounidense fueron aún más severas al opinar que los ucranianos son “enviados a morir en trincheras por nada”.
Según fuentes recogidas por el medio RT en español, Musk expresa periódicamente sus opiniones sobre el conflicto ucraniano, lanzando críticas a Occidente por seguir apoyando militarmente a Kiev, en lugar de optar por vías diplomáticas de resolución del conflicto.
En esta misma línea, hace una semana condenó los métodos de reclutamiento forzoso empleados por el Gobierno de Ucrania.
Sabotaje en Alemania
Según la Agencia France-Presse, el director de Tesla, visitó el martes a los empleados de la planta de la marca de vehículos eléctricos cerca de Berlín para darles apoyo, una semana después de un sabotaje que obligó a detener la producción.
El multimillonario estadounidense, que llegó a bordo de su jet privado, subió al escenario de una carpa donde se congregaban entre mil y dos mil personas, y fue recibido con fuertes aplausos, indicó un periodista de la AFP en el lugar.
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“Estoy aquí para apoyaros”, dijo a los empleados de esta gran planta situada en el municipio de Grünheide.
La semana pasada el incendio de una torre eléctrica reivindicado por un grupo de extrema izquierda paralizó la fábrica durante varios días, el único centro de producción de Tesla en Europa.
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De Oppenheimer, Einstein, Francisco, Putin, Stoltenberg, la bomba, la guerra y la paz
¿Puede y/o debe decir o abogar por algo que no sea la paz un líder religioso, aunque sea también un jefe de Estado? ¿Puede y/o debe decir o abogar por algo que no sea la guerra un funcionario político y administrativo de una alianza militar?
- Por Ricardo Rivas
- Periodista X: @RtrivasRivas
- Fotos: Gentileza / AFP
En 1991 llegué a Berlín. Dieciocho meses antes había caído la medianera que partía en dos aquella ciudad. Los debates aturdían. ¿Para qué lado cayeron los escombros? ¿Desde qué lugar llegó el impulso final? Los relatos conspiranoicos se multiplicaban. El canciller Helmut Köll rápidamente decidió la reunificación de Alemania sin atender a quienes lo objetaban por razones económicas y financieras. La capital alemana todavía estaba en Bonn.
En el lugar donde desde agosto de 1961 estuvo emplazado “checkpoint charlie” entre 1945 y 1990, quienes parecían ser exsoldados del otrora poderosísimo Ejército Rojo, allí mismo vendían completas o en parte la indumentaria con la que se constituían sus uniformes. Capotes, botones, jinetas de grado. Todo estaba en venta.
Caminar por los pocos espacios libres en medio de cientos de visitantes que andaban por allí obligaba a la lentitud. La mayor demanda en aquel lejano mes de abril eran los ushanka (sombrero de piel con orejeras) grises con la estrella roja incrustada al frente de los que se despojaban quienes aseguraban ser militares desmovilizados y no tener para comer.
Algunos, unos pocos –muy pocos– también ofrecían uniformes norteamericanos, británicos y hasta algunos cascos franceses. Todo para mirar. Todo para ofrecer. Todo para comprar. Todo para llevar como recuerdos de una época que se significaba como el inicio del pacifismo real.
Parado exactamente debajo de las majestuosas Puertas de Brandeburgo los contrastes visuales eran intensos. A un lado las construcciones modélicas de una sociedad capitalista renana –sin exagerados lujos consumistas– pujante, en movimiento intenso y con colores vivos en todas partes. Al otro lado, enormes bloques con apartamentos pintados en la gama de los grises, con las calles casi vacías y las plazas públicas desiertas. El movimiento era escaso. Escenarios bien distintos, por cierto.
Estuve allí solo un par de días. Con un nutrido grupo de compañeros becarios con los que estudiábamos y nos formábamos sobre el proceso de reunificación viajamos unos 610 kilómetros hacia el sudeste para instalarnos en Koblenz (Coblenza), cortada al medio por el Rin en el punto exacto en que confluye con el Mosela, rodeada de viñedos.
BIPOLARIDAD EXTREMA
Corazón del estado federado de Renania-Palatinato, nos explicaron que esa belleza natural en tiempos de bipolaridad extrema era el espacio en donde –según las hipótesis de conflicto políticas y militares– podrían haber llegado cargados de muerte los misiles de corto alcance de las tropas del Pacto de Varsovia que nunca fueron (afortunadamente) disparados.
Allí supimos que miles de soldados alemanes en algunos casos subordinados a la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), con motivo de la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), fueron desmovilizados. No eran profesionales de ninguna otra especialidad que la de hacer la guerra.
En Koblenz se vivía en paz “después de casi 40 años de preocuparnos por ser el campo de batalla inmediato de una posible guerra nuclear”, nos dijeron grupos de residentes. En los hoteles en donde nos alojábamos también lo hacían militares que se formaban en la protección del medioambiente. El Estado alemán intentaba reciclarlos para reinsertarlos en la sociedad civil pacificada.
Regresar a Berlín fue diferente. Sabíamos mucho más sobre los efectos políticos y sociales del fin de la Segunda Guerra Mundial, sobre el devenir de la Guerra Fría y pensábamos en las posibilidades reales de la paz, que no imaginábamos ni veíamos con claridad.
Recuerdo que por esos días llegué hasta el punto medio del puente Glienicke, con el que se cruza el río Havel, para viajar desde Berlín hacia Postdam y allí detuve mi andar. En silencio miré hacia ambos lados de esa construcción a la que Steven Spielberg, cuando finalizaba 2015, llamó el Puente de los Espías. No había puestos de vigilancia ni reflectores. Tampoco alambres con púas, soldados soviéticos ni de la NATO armados hasta los dientes. Se circulaba sin limitaciones. Sin peligros.
Durante casi una hora caminé de regreso al punto de encuentro muy cercano al que fuera el búnker donde Adolf Hitler y su estado mayor se convencieron de la derrota y entraron en pánico por la llegada del Ejército ruso hasta el escondite del dictador genocida.
“DISUASIÓN”
En aquella caminata silenciosa creí comprender (e imaginé, como los habitantes de Koblenz) que los líderes de entonces planificaban y construían por y para la paz. Pensé que el modelo geopolítico de posguerra para disuadir y persuadir a partir de la exhibición obscena de los arsenales nucleares que las partes poseían para convencer al adversario de la inviabilidad de una guerra atómica que destruiría a la humanidad se había derrumbado para siempre. ¿Soñé demás cuando tenía 40 años? Tal vez, sí. ¿Se iniciaban los tiempos de la multipolaridad? Quizás.
Alguna vez Albert Einstein sostuvo que “el tiempo no puede definirse en términos absolutos” porque “es relativo” y, en consecuencia, “se estira y se encoge”. Mucho de lo que tiene que ver con Einstein llega desde la historia. Nació el 14 de marzo de 1879 en Alemania, desde donde partió cuando vislumbró que comenzaba la persecución de los judíos que devendría en exterminio. Pero, como él mismo lo probó y explicó, esos larguísimos 145 años que corren desde su nacimiento son poco relevantes.
“En nuestro lenguaje terrestre, una hora nuestra puede ser un siglo en otro planeta y viceversa (porque) no hay un tictac audible en todo el mundo”. Es palabra de Albert Einstein. Sin vueltas, el padre de la teoría de la relatividad general (1915) enseñó a quien quisiera aprenderlo que “el pasado, el presente y el futuro son solo una ilusión”.
Pero en el tránsito de esa ilusión con frecuencia está agazapada la tragedia. Categorizar así la temporalidad y hasta la propia ilusión es ilusorio. Para nada sorprendente que así se exprese un físico, si se quiere. La física –ciencia categorizada como “dura”– desde alguna perspectiva también puede presentarse ante la persona lega como sutil. Y hasta poética como para algunas personas lo es pensar en la infinitud, en el universo, en los misteriosos agujeros negros o en el big bang, por mencionar solo algunos ejemplos caprichosos.
ESPÍRITU POÉTICO
Al parecer, Einstein pensaba así. De hecho, en el fin de una tarde cualquiera cuando se iniciaban los años 70 en el siglo pasado, sentados en torno de una mesa de mármol del inmortal Café Tortoni en el 825 de la avenida Mayo de Buenos Aires, al parecer inaugurado no muy lejos de allí en el 1858, un viejo colega periodista cuyo nombre prefiero preservar –también escritor, guionista cinematográfico, dramaturgo– y viajero incorregible con el que supe compartir algunos años de vida y aprendizajes antes de llegar a mi treintena, sostuvo que “la física y las matemáticas se constituyen además con el espíritu poético que siempre encierran las investigaciones científicas”.
Recuerdo que su palabra –aunque en tono bajo– asemejaba una homilía. Sin que nadie pudiera comprobarlo fehacientemente, sostenía que aquella percepción, cuando estaba cerca de finalizar el mes de marzo en 1925, la había escuchado del mismísimo Albert Einstein. Desde su muy buena memoria, aquel viejo amigo y sabio colega dejó caer en el seno mismo de su acotado auditorio el detalle preciso de que el ingeniero Jorge Duclout, un académico francés radicado en la Argentina poco antes de que finalizara el siglo XIX, “fue quien invitó a Einstein para que visitara este país y quien lo recibió en el puerto junto con una multitud”.
Con un lento trago de coñac desató nuestra ansiedad por saber más. “Le encantaba al alemán (así categorizó al científico visitante) venir al Tortoni y sostener tertulias con otros académicos, siempre acompañado de Duclot”, agregó. Detalló luego con algo de nostalgia que él “era un pibe de apenas 18 años cuando el genio estuvo aquí”. Precisó que cuando el uruguayo Máximo Sáenz entrevistó al físico para (el diario) Crítica en una casona de Belgrano –mi pueblo natal en Buenos Aires, unos 1.160 kilómetros al sur de mi querida Asunción– “lo escuché sorprendido cuando reflexivamente vinculó la física con la poesía”.
Ninguno de los presentes se atrevió a responder ni confrontar aquellos recuerdos puestos en común. Esta noche de viernes emerge como diferente de muchas otras. De hecho, este encuentro parece haber trocado en una cofradía de devotos de la paz con el deseo –y la esperanza profunda– de impulsar y alcanzar el fin de todas las violencias.
Sentado en la vieja mecedora descorché un Pinot Noir Romanée-St-Vivant Marey - Monge del 1995. ¡Fiesta en los copones! Alguna vez, muchos años atrás, mientras recorría la campiña de la región de Côte de Nuits en Borgoña, cerca de Lyon y de la frontera con Suiza, me hice de tres botellas que celosamente mantuve en guarda hasta hoy. Brindamos por la vida. Un breve silencio nos envuelve después de hacerlo.
PERSONAJE
“¡Arrasó ‘Oppenheimer’!”, dijo DG con indisimulado orgullo. La veterana profesora con un Whatsapp aventuró que sería la producción más reconocida. “Enorme ganadora con siete Óscar”, añadió. “¡Qué personaje Oppenheimer. Inventar la bomba que destruyó Hiroshima y Nagasaki y pretender después exhortar al Gobierno norteamericano para que no la use o la use poco... ingenuo o inocente!”, expresó AF en tono de crítica.
Tanto Oppenheimer como Einstein, las dos producciones en las que convergen biografías y creaciones en algunos casos bien fundadas, dan cuenta además de climas epocales. De profundos debates sociales. De pugnas ideológicas. De batallas políticas y personales. De sospechas, sospechados y sospechosos. De amor y desamor. De la libertad y la falta de ella. De pobreza y riquezas. De autoritarios, autoritarismos, desempleos, derrumbes económicos, hambrunas, armamentismo, racismo. Nada queda afuera si a esas atrocidades les añadimos rearmes, expansionismos y los desafortunados resurgimientos de múltiples voluntades supremacistas y fundamentalismos cuyos líderes sustentan sobre falsos discursos religiosos.
El norte europeo sangra. El presidente Vlamidir Putin advierte amenazante a Europa y a la NATO. “Tienen que entender que nosotros también tenemos armas que pueden atacar objetivos en su territorio”; que disponemos de armamento “para golpear a los países occidentales” y hace referencia clara a la eventual utilización del arsenal nuclear ruso que dispone de sistemas “capaces de destruir a la civilización”. El miércoles último fue más allá sin metáforas ni eufemismos: “Rusia está dispuesta a utilizar armas nucleares si existe una amenaza”.
El papa Francisco semanas atrás hizo suyas las palabras de la encíclica Pacem in Terris (1963), en la que Juan XXIII, el pontífice de entonces, consignó que “la posesión de armas atómicas es inmoral” porque “no se excluye que un acontecimiento imprevisible ponga en marcha el aparato de la guerra”. ¿Qué es lo que no se entiende? ¿De esto mismo hablaba Oppenheimer cuando procuraba concienciar a los líderes norteamericanos sobre el peligro que supone disponer de la bomba que él mismo creó? Tal vez. Pero nada lo detuvo en el desarrollo de ese sistema de armas que incineró a quienes habitaban Hiroshima y Nagasaki “para terminar con la guerra”.
La utilización bélica de la Bomba H (como se la llamó popularmente por algunos años) que inventó le pesó por el resto de sus días. “Ahora me he convertido en muerte, el destructor de mundos”, pronunció alguna vez después de las masacres en Japón. La ganadora de siete Óscar relata que Robert Oppenheimer se opuso a un mayor desarrollo nuclear y, por esa intención fue acusado de comunista e investigado por ello. Genio y sospechoso de traición.
En 1963, pese a aquellas acusaciones más cercanas a los códigos de la vanidad de sus Salieris que a su ideología, Oppenheimer fue rehabilitado políticamente por el presidente Lyndon Johnson, quien en 1963 lo galardonó con el premio Enrico Fermi.
Por su parte, Einstein, según cuenta la producción de Netflix, al parecer también se arrepintió de haber enviado una carta al presidente norteamericano Franklin Delano Roosevelt el 2 de agosto de 1939 instándolo a prestar atención a los desarrollos nucleares de los científicos nazis para enriquecer el uranio. Tenía la convicción de haber acelerado el proceso de investigación y desarrollo que la historia conoce como Proyecto Manhattan. Einstein sentía culpa por “la bomba”.
LA GUERRA Y LA PAZ
Tal vez por ello el papa Francisco destaca por su fortaleza a quien en la guerra “tiene el valor de la bandera blanca y negociar” porque “negociar es una palabra valiente” y sostiene que “no (hay) que avergonzarse de negociar antes de que las cosas empeoren”. ¿Puede y/o debe decir o abogar por algo que no sea la paz un líder religioso, aunque sea también un jefe de Estado?
“Ucrania necesita armas, no banderas blancas”, respondió casi de inmediato Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, quien agregó que “si queremos una solución pacífica duradera negociada, la forma de llegar a ella es proporcionar apoyo militar a Ucrania”. ¿Puede y/o debe decir o abogar por algo que no sea la guerra un funcionario político y administrativo designado por un conjunto de 29 países convergentes en una alianza militar?
La madrugada del sábado comienza a clarear. Los silencios son varios y superpuestos. JT, historiador y académico, escuchó más de lo que habló. “Ningún hombre es tan tonto como para desear la guerra y no la paz; pues en la paz los hijos llevan a sus padres a la tumba, en la guerra son los padres quienes llevan a los hijos a la tumba. Es palabra del griego Heródoto de Halicarnaso, al que muchos consideran como el padre de la historia occidental”, dijo con estudiado tono doctoral y su nariz casi apoyada sobre la pantalla del smartphone.
La presbicia no perdona después de los 50. “Cómo construir la paz es complejo, por cierto. Pero, si de arsenales nucleares se trata, me quedo con la respuesta de Einstein a Oppenheimer: ‘Ahora es tu turno de lidiar con las consecuencias de tu logro’”, dijo DG.