Ciudad del Vaticano, Santa Sede. AFP.
El mayor juicio por corrupción y malversación en la historia del Vaticano arrancó ayer martes en una sala de los Museos Vaticanos con la comparecencia por primera vez de un cardenal como acusado, Angelo Becciu, pero el proceso fue de inmediato aplazado dos meses por pedido de la defensa.
En la sala, acondicionada para la ocasión, el purpurado, que ocupó el cargo de sustituto de la Secretaría de Estado entre el 2011 y el 2018, es juzgado junto con un grupo de nueve acusados, entre empresarios y funcionarios de la Curia Romana.
En la primera sesión del juicio, el juez antimafia italiano Giuseppe Pignatone, presidente de la sala, accedió a la demanda de la defensa de tener más tiempo y aplazó la siguiente sesión al 5 de octubre.
El tribunal tendrá la tarea de determinar si la Santa Sede fue defraudada por un grupo de empresarios o si se trató más de un sistema de corrupción interna liderado por jerarcas de la Iglesia.
Los acusados se enfrentan a varios años de prisión por fraude, malversación de fondos, extorsión, blanqueo de dinero y abuso de poder en un escándalo que incluye complicidades con el espionaje, paraísos fiscales y que ha generado un agujero de millones de euros en las cuentas vaticanas.
El caso además representa un reto para el papa Francisco, ya que revela el descontrol en las finanzas vaticanas, por lo que tuvo que iniciar una reforma interna, y de hecho saca a la luz los privilegios oscuros de varias entidades vaticanas.