Ezeiza, Argentina. AFP.
El voluntario Mariano Rivas anota en un pizarrón la cantidad de pacientes de covid-19 así como las camas disponibles. En el Hospital de Ezeiza, médicos y enfermeros contienen el aliento y ruegan porque se evite una catástrofe con un desborde de casos.
El hospital, a las afueras de Buenos Aires, tiene actualmente una ocupación de 80% en terapia intensiva por casos de covid-19 y también de otras patologías, como accidentes cerebrovasculares, cardiopatías y enfermedades respiratorias típicas del invierno. “El hospital está equipado, la gente está capacitada”, asegura a la AFP su director Juan Manuel Ciruzzi. Pero el centro médico “tiene un límite en cuanto al número de camas, un límite físico, así que la idea es ajustar lo que tiene que ver con la cuarentena, con el aislamiento de la gente, para disminuir la circulación comunitaria” del virus, apunta. “El tema es que la demanda no supere la capacidad de respuesta, que esa es la definición de catástrofe”, declara Ciruzzi. Las salas y pasillos lucen impecables, médicos y enfermeros disponen de equipos y de material de protección, y además muestran buen ánimo, pero temen verse rebasados si no se desacelera la curva de contagios.