Buenos Aires, Argentina.
Ansiedad, angustia o depresión impactan en Buenos Aires ante un confinamiento, uno de los más prolongados del mundo, que supera los 100 días y entró esta semana en una fase más estricta por el aumento exponencial de casos de coronavirus.
La pandemia no pudo llegar en peor momento para Argentina. Tras dos años de recesión, la economía del país sudamericano se derrumbó 26,4% en abril. La vida transcurre como un entre paréntesis impuesto por la cuarentena que arrancó en Argentina el 20 de marzo y se endureció desde el 1 de julio en Buenos Aires y su periferia, zona que concentra más del 90% de los más de 67.000 casos y las 1.363 muertes.
Luego de 100 días de encierro relativo, el ánimo cayó fuerte, según un estudio del Observatorio Social de la Universidad Nacional de La Matanza (UNML), realizado entre el 27 y 29 de junio en Buenos Aires y su periferia, donde vive casi un tercio de los 44 millones de argentinos. En un país afamado por tener casi 200 psicólogos cada 100.000 habitantes, el sondeo reveló que un 43,8% de los encuestados dijo necesitar atención psicológica por tristeza, desesperanza, ansiedad, angustia e inestabilidad emocional.