AGENCIAS.
La COVID-19 sigue extendiéndose por Occidente mientras su segunda oleada golpea a Asia. Con la cifra de víctimas mortales ya por encima de las 100.000 y la de infectados rozando los 2 millones, cada vez parece más evidente que solo una vacuna podrá devolver el mundo a la normalidad.
La carrera por dar con la solución, sin ser ajena a su dimensión propagandística, continúa. Los proyectos de Estados Unidos y China, que comenzaron sus ensayos clínicos el mes pasado, siguen en cabeza: el inyectable del gigante asiático ya está preparado para avanzar a la segunda fase.
Así lo anunció la firma responsable, CanSino Biologics, el pasado jueves. Este proyecto ha sido desarrollado en colaboración con la Academia Militar de Ciencias Médicas del Ejército Popular de Liberación (EPL), las fuerzas armadas chinas.
Los esfuerzos sobre el terreno han estado dirigidos por la bioingeniera y general de brigada Chen Wei, que se desplazó a Wuhan a finales de enero. El resultado de su trabajo es una vacuna de subunidad, una fórmula de nueva generación que solo contiene ciertos antígenos específicos sin patógenos, por lo que es considerada más segura que las técnicas tradicionales.