Beirut, Líbano. AFP.
Líbano es escenario desde hace dos meses de un movimiento contestatario sin precedentes que se ha saldado, por el momento, con la dimisión del Primer ministro, Saad Hariri, pero que continúa reclamando la partida de toda la clase política, considerada corrupta e incapaz de poner fin a la crisis económica.
El impuesto Whatsapp: El 17 de octubre, el gobierno anuncia una tasa a las llamadas efectuadas vía Whatsapp. Este impuesto extra en un país con la economía exhausta hace estallar la cólera de los libaneses. “El pueblo reclama la caída del régimen”, gritan los manifestantes mientras queman neumáticos y cortan las calles en varias ciudades del país.
El gobierno renuncia poco después a aplicar la tasa, pero miles de personas de todos los rincones de Líbano continúan manifestándose.
Barricadas: El 18, escuelas, universidades, bancos e instituciones públicas cierran. En Beirut, fuerzas del orden intervienen empleando gases lacrimógenos para dispersar a la multitud. Decenas de personas son arrestadas. Al día siguiente, decenas de miles de libaneses se reúnen en Beirut, Trípoli (norte), Tiro (sur) y Baalbeck (este). Muchas carreteras principales son bloqueadas con barricadas. El jefe del partido de las Fuerzas Libanesas, Samir Geagea, anuncia la dimisión de sus cuatro ministros.