San Pablo, Brasil | AFP

Paraisópolis, la segunda mayor favela de San Pablo, respiraba miedo e indignación este lunes, un día después de que nueve jóvenes murieran en una estampida provocada por una acción policial. A pesar de la conmoción, el exceso de fuerza, aseguran, es rutina.

“Los policías cometen abusos todos los fines de semana”, dijo una joven de 18 años que vive en la calle principal de la favela, en el suroeste de San Pablo. Por temor a represalias, la mayoría prefiere no dar su nombre.

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Fue en esa calle, Ernest Renan, donde las nueve víctimas murieron pisoteadas la madrugada del domingo cuando varios policías irrumpieron en una fiesta al aire libre. La versión oficial es que los efectivos perseguían a dos personas que disparaban desde una moto, pero los vecinos tienen un relato diferente.

“Todo los fines de semana ocurre lo mismo. Arranca el ‘baile funk’ y la policía llega y empieza a correr a la gente. Ahí escuchamos los gritos, los jóvenes se desesperan, intentan huir, aquí se esconden hasta unos cien”, dijo otra vecina de 42 años señalando el estrecho callejón donde los efectivos acorralaron y golpearon a asistentes a la fiesta, según registraron videos de locales.

Paraisópolis concentra casi 100.000 habitantes en 1km². Su calle principal es trajinada y está llena de comercios. Las construcciones, muchas en ladrillos sin revestimiento, se levantan de forma desorganizada. La mayoría no tiene servicios básicos y marañas de cables cuelgan entre poste y poste. Aquí no llega ni un taxi de afuera. En la entrada de la favela se realiza de jueves a sábado “el baile del 17”. Este ‘baile funk’ se ha vuelto tan conocido que miles de jóvenes vienen de otras ciudades.

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