Santiago, Chile | AFP
“¡Un robo!”, “¡una estafa!”, “¡nefasto!”. El sistema privado de jubilaciones chileno, emblema del modelo económico neoliberal heredado de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), materializa la rabia de la población porque condena a la mayoría a percibir pensiones inferiores al salario mínimo.
Creado en plena dictadura en 1981, el sistema de pensiones de Chile fue el primero en el mundo en apostar por una capitalización totalmente individualizada, atrayendo la atención de la Escuela de Chicago, que entonces veía cristalizadas en este país sus teorías económicas neoliberales.
Cuando terminó el sistema de reparto anterior, la reforma elaborada por José Piñera, entonces ministro de Trabajo de Augusto Pinochet y hermano del actual presidente Sebastián Piñera, obligó a los trabajadores a aportar el 10% de sus salarios a cuentas gestionadas por Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), organismos privados encargados de hacer crecer estas bolsas.
Pero 40 años después de que se introdujeron estas administradoras, aún demora en llegar la promesa de proporcionar a cada pensionado un mínimo del 70% de su salario gracias a un aumento exponencial de sus ahorros durante su carrera profesional. “Yo ingresé al principio de mi vida profesional con este sistema. Nos juraron que en el 2020 nos íbamos a jubilar con el 100% de nuestro sueldo. Al comienzo, nos hablaban del 70%”, dijo Patricia Ortiz, una oficinista de 60 años –edad mínima para el retiro de las mujeres, 65 años para los hombres– que ha terminado su vida laboral.
Pero un “simulacro” que hizo recientemente le cayó como un balde de agua fría: percibirá el 35% de su salario actual, equivalente a 580.000 pesos chilenos (un poco más de 800 dólares).