Probablemente quería ser un exalumno más, pero en el colegio católico en el barrio de Buenos Aires donde Jorge Bergoglio comenzó la escuela con cinco años, cada anécdota del niño travieso que fue el papa Francisco pasó de generación en generación.
“Aquí hizo el jardín de infantes y en los patios grandes jugaba con sus amigos a la pelota”, recuerda la monja Teresa Rovira al recibir a AFP en el Instituto Nuestra Señora de la Misericordia, en el barrio de Flores.
“Cuentan que era bastante travieso”, ríe, y acentúa las palabras con ternura al repetir relatos de otras monjas que lo vieron crecer. “Uno no nace santo, se va haciendo santo”, agrega.
Además de ser el colegio donde se educaron las hermanas del pontífice, quien falleció este lunes a los 88 años, el lugar está a pocas cuadras de la casa natal de Francisco y de la Basílica de San José de Flores, donde decidió a los 17 años abrazar la vocación sacerdotal.
Así el colegio, casi centenario, guarda un nexo inquebrantable con la vida religiosa de Bergoglio.
En su pequeña capilla de vitrales ofició misa por primera vez y allí también celebró una de sus últimas homilías en Buenos Aires, antes de partir en 2013 al sínodo del Vaticano, donde terminaría siendo elegido papa.
“Se fue con una valijita y con lo puesto, sencillo como el hombre que era. Estaba convencido de que volvería a su amado Buenos Aires, y no volvió más”, cuenta Rovira.
Monja y maestra
En los patios de la escuela se conservan las escalinatas de mármol que el niño Bergoglio bajaba y subía una y otra vez bajo la tutela de la monja Dolores mientras repetía las tablas de multiplicar. Ella fue su catequista y la mujer a la que Bergoglio siempre llamó su “maestra”.
Cursó la primaria y la secundaria en otras instituciones, pero en este colegio hizo su primera comunión y su confirmación: los primeros pasos de una vida católica que se encumbró en el Vaticano sin cortar nunca el vínculo con el barrio natal.
Francisco solía visitar el colegio en el aniversario de la fecha en que había tomado su primera comunión, en un gesto de gratitud hacia la monja Dolores, quien “lo había acompañado en un momento difícil de su vida, cuando a los 21 años tuvo su primer problema de salud pulmonar”, cuenta la hermana Rovira.
“Aquí estaba también su confesora y aquí solía venir a comer pastas los domingos, en la cocina, como uno más”, prosigue.
El entonces arzobispo llegaba en transporte público desde la Catedral, en la Plaza de Mayo, cerca de la Casa Rosada, y se escabullía por una puerta lateral del colegio directo a la cocina para compartir un té en complicidad con la cocinera.
“Le decía: ‘Porota, no avises a las monjitas que llegué todavía, primero tomemos té pero dejá que yo lo hago’”, recuerda Rovira, risueña. “Le gustaba sentirse cercano a los demás”.
Pero también tenía un costado de “porteño terco”, como lo describe la monja. “Aunque tenía dificultad en una rodilla ya veces rengueaba, jamás aceptaba irse en taxi”.
“Recen por mí”
Los lunes no cesaba el ir y venir de fieles del papa en la Basílica de Flores, un barrio de casas bajas donde se levanta una de las villas miseria más populosas de Buenos Aires. Al caer la noche, la iglesia estaba abarrotada de seguidores de Francisco.
“Él quería mucho a Flores, era su barrio, su parroquia, su raíz y desde Roma hasta el último minuto seguía con su pensamiento aquí. Estando internado nos mandó un cuadro para la iglesia, su corazón seguía en Flores”, declaró el párroco Martín Bourdieu.
En la iglesia, todas las misas recordaron la figura del pontífice y la juventud católica organizaron una jornada de oraciones para cumplir con la súplica de Francisco: “Recen por mí”.
En su puerta, vendedores ambulantes ofrecían flores de plásticos con una foto de Francisco. Una larga fila comenzaba en el confesionario en el que Francisco decía haber recibido el llamado al sacerdocio. Así lo indica una placa en el lugar.
“Los fieles tienen mucho dolor pero mucha gratitud”, dijo Bourdieu “Francisco nos dejó un estilo de ser iglesia que es estar en la calle, abierta para todos y con una mirada preferencial a los pobres. Los cristianos dónde sabemos y con quién está, y sabemos que aquí lo dio todo”.
Fuente: AFP