- Damasco, Siria. AFP.
Las nuevas autoridades sirias crearon un “Consejo de Seguridad Nacional”, presidido por el presidente interino Ahmed al Sharaa, anunció ayer miércoles la presidencia, después de que cerca de 1.400 civiles fueran abatidos desde el 6 de marzo.
En un decreto publicado en su cuenta oficial de Telegram, la presidencia indicó que Al Sharaa decidió “formar el Consejo de Seguridad Nacional”, que estará encargado de “coordinar y gestionar las políticas de seguridad y políticas”. Según el decreto, el Consejo se formó “para reforzar la seguridad nacional y responder a los desafíos de seguridad y políticos”.
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Según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH), una oenegé radicada en el Reino Unido con una red de informadores en Siria, al menos 1.383 civiles murieron a manos de las fuerzas de seguridad sirias y de grupos aliados desde el 6 de enero, en una zona altamente poblada por alauitas en el oeste del país.
El expresidente sirio Bashar al Asad, derrocado en diciembre por una coalición dirigida por islamistas, pertenece a esa minoría religiosa. El Consejo estará compuesto por los ministros de Relaciones Exteriores, Defensa e Interior; el director de los servicios de inteligencia, dos miembros de carácter “consultivo”, nombrados por el presidente, y un “experto”, según el decreto. El Consejo se reunirá de forma “periódica” y “las decisiones sobre seguridad nacional y a los desafíos a los que se enfrenta el Estado se pondrán en marcha previa consulta de los miembros”, indica la fuente.
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Siria camina al borde de una peligrosa guerra religiosa
- Por Juan Carlos dos Santos G.
- Columnista
- juancarlos.dossantos@nacionmedia.com
No hay protestas masivas en ciudades o universidades europeas y de los Estados Unidos, tampoco en las grandes ciudades de Canadá o América Latina, por la situación que desde hace varios días se está desarrollando en Siria ante la total indiferencia de la comunidad internacional y sus organismos progresistas como las Naciones Unidas.
Más de 1.300 personas han sido ejecutadas a sangre fría, al más puro estilo del Estado Islámico, en las ciudades de Latakia y Tartus, en la costa mediterránea siria, todas ellas pertenecientes a minorías religiosas y étnicas como los alauitas, de confesión chiita, cristianos y drusos.
En las redes sociales corren libremente videos de ejecuciones de adultos, mujeres, adolescentes y niños, por parte de la horda radical que ahora gobierna desde Damasco y cuyos líderes posan sonrientes, al recibir en la capital, visitas de apoyo, sobre todo de líderes de cuestionados gobiernos europeos y también referentes de organismos multilaterales como las Naciones Unidas.
No hemos visto a Kareen Khan, el fiscal de la Corte Internacional de la Haya, realizando acusaciones por esta limpieza étnica y política, pero sí disfrutando de generosos banquetes e hipócritas reuniones con Ahmed Al Sharaa, el responsable de esta situación.
De nuevo Occidente cae en la trampa del terrorismo. No hay otra manera de explicar el por qué, líderes que se precian de serlo, siguen apoyando a asesinos encubiertos por una ideología que no sienten, no profesan ni creen. Por favor, Occidente debe entender que el terrorismo islámico no es ni de derecha ni de izquierda y mucho menos el terrorismo de origen ispa.
Afortunadamente, casi de manera inmediata a la caída de Bashar al Asad, el sanguinario, pero limitado exlíder sirio, Israel decidió, de manera unilateral, acabar con la maquinaria bélica de ese país, dejándolo sin tanques, sin aviones de combate y sin flota naval. De no haberlo hecho, otra sería la historia del renovado grupo Estado Islámico al contar en su poder con un arsenal más fuerte que nunca.
El doble rasero de los medios de prensa es inaudito. Pareciera que es algo normal que esto pase en Siria, pero no es así. Afortunadamente las bases militares rusas que aún están en territorio sirio fueron abiertas para albergar a cientos de sirios, sean musulmanes chiitas, cristianos y drusos, quienes huían como podían de la carnicería ordenada desde el nuevo gobierno de Damasco.
Esta situación podría acelerar y ojalá así sea, la formación de un nuevo país entre Siria e Israel. Los drusos estaban buscando hace tiempo esa oportunidad y van a aprovechar este contexto para lograrlo y, es más que justo. Tanto los drusos como los kurdos son pueblos milenarios, originarios del Medio Oriente y que necesitan tener su propio país.
Una nueva guerra civil se cierne sobre la golpeada Siria, un país que podría pasar en menos de un año, de estar fraccionado por cuestiones políticas a otro salpicado por violencia interreligiosa y étnica. Lo segundo es mucho más peligroso porque ya se ha tenido una experiencia como Ruanda, a mediados de los años 90, donde el mundo reaccionó recién cuando Hollywood comenzó a hacerse eco del tema.
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Casi 1.500 muertos deja sangrienta operación militar en Siria
- Latakia, Siria. AFP.
Las autoridades sirias anunciaron el lunes que la operación militar contra individuos leales al depuesto presidente Bashar al Asad terminó “con éxito” en el oeste del país, donde enfrentamientos y ejecuciones masivas dejaron cerca de 1.500 muertos, según una oenegé.
“Anunciamos el fin de la operación militar [...] tras el éxito de nuestras fuerzas en alcanzar todos los objetivos fijados”, afirmó el portavoz del Ministerio de Defensa, Hasan Abdel Ghani, citado por la agencia oficial de noticias SANA.
El presidente sirio interino, Ahmad al Sharaa, subrayó que no permitirá a los seguidores del derrocado presidente, respaldados según él por “partes externas”, que “arrastren el país” a una nueva “guerra civil”.
Según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH), que cuenta con una extensa red de informadores en Siria, 973 civiles de la minoría alauita, a la que pertenece el expresidente Asad, fueron abatidos por “las fuerzas de seguridad y grupos aliados” desde el jueves.
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Al menos 481 miembros de las fuerzas de seguridad y combatientes pro-Asad murieron en los combates, añadió el OSDH, con sede en Reino Unido. Las autoridades no han comunicado ningún balance.
La ola violencia empezó en el oeste de Siria con un ataque de los partidarios de Asad contra las fuerzas de seguridad en la ciudad de Jableh, en la gobernación de Latakia.
La región es la cuna de la comunidad alauita, una rama del islam chiita de la que proviene el clan Asad que durante más de medio siglo, primero con Hafez y luego con su hijo Bashar, gobernó el país de forma autoritaria y represiva.
Irán, un antiguo aliado de Asad, negó el lunes cualquier implicación en los actos de violencia que azotaron el país, escenario de una guerra civil durante más de 13 años.
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“Comisión indpendiente”
Al Asad, que huyó a Moscú con su familia, fue derrocado en diciembre de 2024 por una alianza de rebeldes islamistas sunitas encabezada por el grupo radical Hayat Tahrir al-Sham (HTS) de Al Sharaa. El nuevo dirigente interino ordenó el domingo que una “comisión independiente” investigara las matanzas de civiles, que despertaron la indignación internacional.
“Lo que está pasando en el país (...) son desafíos que eran previsibles. Tenemos que preservar la unidad nacional, la paz civil, tanto como sea posible y, si Dios lo quiere, seremos capaces de vivir juntos en este país”, subrayó en una mezquita de Damasco, la capital.
El canciller sirio, Asad al Shaibani, sostuvo por su parte desde Amán, Jordania, que “somos garantes de todo el pueblo sirio y de todas las confesiones, y protegemos a todo el mundo del mismo modo”.
Siria es un país compuesto de varias comunidades: sunitas, mayoritarios, kurdos, cristianos y drusos. Los alauitas estuvieron fuertemente representados en el aparato militar y de seguridad del clan Al Asad.
El restablecimiento de la seguridad es el principal desafío para el nuevo poder sirio.
El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, dijo que las matanzas de civiles “deben cesar inmediatamente”, mientras que el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio condenó las “masacres” y pidió que sus responsables “rindan cuentas”.
La administración autónoma kurda de Siria, que controla grandes partes del este y del norte de países, condenó también las “prácticas (que) nos llevan a una época negra que el pueblo sirio no quiere volver a vivir”.
“¡Estado sunita!”
El lunes, había poco tráfico en las calles de Latakia, la mayor ciudad de la costa oeste, indicó un corresponsal de AFP.
“La situación es un poco más tranquila, la gente ha empezado a circular de nuevo tras veinte días de gran miedo y ansiedad”, declaró Farah, una estudiante de 22 años que no quiso dar su apellido.
El OSDH y varios activistas publicaron estos días videos que muestran decenas de cuerpos y hombres con uniformes militares disparando a personas a quemarropa.
AFP no pudo verificar estas imágenes de forma independiente.
En Damasco, las fuerzas de seguridad dispersaron una sentada de protesta contra las matanzas, después de que contramanifestantes irrumpieran en la zona al grito de “¡Estado sunita!” y varios lemas contra la comunidad alauita.
Desde su llegada al poder, al Sharaa ha tratado de ganarse el apoyo de la comunidad internacional y tranquilizar a las minorías.
Pero el recrudecimiento de la violencia pone en entredicho su capacidad para mantener la seguridad y asesta un duro golpe a sus intentos de ganarse la confianza internacional, indicaron los analistas.
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Enfrentamientos en Siria dejaron más de mil muertos en tres días
- Latakia, Siria. AFP.
El presidente sirio, Ahmed al Sharaa, pidió el domingo “unidad nacional” después de tres días de enfrentamientos sin precedentes desde la caída de Bashar al Asad que dejaron más de mil muertos, en su mayoría civiles alauitas. La violencia empezó con un ataque el jueves de los partidarios de Al Asad contra las fuerzas de seguridad en la ciudad de Jablé, en la gobernación de Latakia, en el oeste.
Esta región es la cuna de la comunidad musulmana alauita de la que proviene el clan Al Asad. Según la oenegé Observatorio de los Derechos Humanos (OSDH), que cuenta con una amplia red de fuentes de información en Siria, desde el jueves 745 civiles alauitas murieron en las regiones de la costa y las montañas de Latakia a manos de las fuerzas de seguridad y de grupos afiliados.
Además, también murieron al menos 273 miembros de las fuerzas de seguridad y combatientes favorables a Asad, según la misma oenegé. La comunidad alauita es una rama del islam chiita. “Lo que está pasando en el país (...) son desafíos que eran previsibles. Tenemos que preservar la unidad nacional, la paz civil, tanto como sea posible y, si Dios lo quiere, seremos capaces de vivir juntos en este país”, declaró Al Sharaa en un discurso en una mezquita de Damasco, la capital.
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El actual presidente dirigió la coalición islamista que derrocó a Al Asad, miembro de la minoría musulmana alauita. Tras el ataque del jueves, el Ministerio del Interior anunció el envío de “refuerzos adicionales” para “restablecer la calma” en Qadmus, un pueblo de la provincia de Tartús.
Las fuerzas de seguridad “buscan a los últimos hombres leales al antiguo régimen en Qadmus y en los pueblos cercanos”, informó. La agencia oficial siria Sana informó de “enfrentamientos violentos” en Taanita, un pueblo en la montaña de esta misma provincia, donde se refugiaron “numerosos criminales de guerra afiliados al régimen derrocado y grupos de hombres leales a Asad que los protegen”.
Un convoy de 12 vehículos militares entró en el barrio de Bisnada, en la provincia de Latakia, donde las fuerzas de seguridad están registrando domicilios, según constató un fotógrafo de la AFP. Según el OSDH hubo “ejecuciones por motivos religiosos o regionales”. En las redes sociales hay numerosos testimonios de familiares o amigos de las víctimas sobre abusos contra civiles alauitas, que AFP no ha podido verificar de manera independiente.
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“Masacres de inocentes”
Una fuente de seguridad citada por la agencia oficial Sana informó el viernes de “abusos aislados”, imputándolos a “multitudes” que actuaban en represalia al “asesinato de varios miembros de las fuerzas de policía y de seguridad” por parte de “fieles al antiguo régimen”. Después de más de 13 años de guerra civil, el restablecimiento de la seguridad es el principal desafío para el nuevo poder sirio.
Al Sharaa pidió el viernes a los insurgentes alauitas que “depongan las armas antes de que sea demasiado tarde”. Al Asad fue derrocado en diciembre de 2024 por una alianza de rebeldes islamistas sunitas encabezada por el grupo radical Hayat Tahrir al-Sham (HTS) de Al Sharaa. Luego huyó a Moscú con su familia.
Varias iglesias sirias han denunciado la “matanza de civiles inocentes” y han pedido “que se ponga fin inmediatamente a estos actos horribles”.
Durante un sermón el domingo, el Patriarca ortodoxo de Antioquía, Juan X, pidió a Sharaa que pusiera “fin a las masacres”.
“No todos los asesinados eran hombres leales al régimen; la mayoría eran civiles inocentes y desarmados, entre ellos mujeres y niños”, afirmó.
El OSDH y varios activistas publicaron videos que muestran decenas de cuerpos vestidos de civil en el patio de una casa con mujeres llorando junto a ellos.
En otra secuencia, hombres vestidos con uniformes militares ordenan a tres personas que se arrastren por el suelo y luego les disparan a quemarropa.
La AFP no pudo verificar estas imágenes de forma independiente.
Según Aron Lund, del centro de reflexión Century International, el aumento de la violencia demuestra la “fragilidad del gobierno”, en el que gran parte de la autoridad “descansa sobre yihadistas radicales que consideran a los alauitas como enemigos de Dios”.
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Siria: más de 70 muertos en los peores enfrentamientos tras la caída de Asad
- Damasco, Siria. AFP.
Enfrentamientos entre las nuevas fuerzas de seguridad sirias y combatientes “leales” al presidente derrocado Bashar al Asad dejaron más de 70 muertos en una provincia costera del noroeste del país, afirmó el viernes el Observatorio Sirio de Derechos Humanos. “Más de 70 personas murieron y decenas de otras resultaron heridas o capturadas en enfrentamientos sangrientos y emboscadas en la costa siria” durante estos combates, afirmó en X esta oenegé con sede en Reino Unido y una amplia red de fuentes en Siria.
El OSDH señaló que estos enfrentamientos en la ciudad de Jableh y localidades cercanas son “los más violentos contra las nuevas autoridades desde la caída de Asad”. El expresidente, que huyó a Rusia tras gobernar el país con puño de hierro durante 24 años, fue derrocado el 8 de diciembre por una alianza de grupos rebeldes islamistas encabezados por el grupo radical Hayat Tahrir al-Sham (HTS).
Las nuevas autoridades, desde entonces, afrontan el desafío de restablecer la seguridad en el país, escenario de una cruenta guerra civil que empezó en 2011 y en la que murieron más de medio millón de personas. Desde hace unos días se libran combates en la provincia de Latakia, bastión de la minoría alauita del depuesto presidente en la costa mediterránea.
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En “un ataque bien planificado y premeditado, varios grupos de milicianos de Asad atacaron nuestras posiciones y nuestros puntos de control, golpeando un gran número de nuestras patrullas en la región de Jableh”, dijo Mustafa Kneifati, responsable de seguridad en Latakia.
Estas acciones causaron numerosos muertos y heridos entre sus tropas, añadió sin dar un balance preciso. Las fuerzas de seguridad “van a restablecer la estabilidad en la región y protegerán los bienes de nuestro pueblo”, aseguró.
La agencia de noticias estatal SANA informó además que las fuerzas de seguridad de Latakia “anunciaron un toque de queda” hasta las 10:00 (7:00 GMT) del viernes. También se impuso un toque de queda general en Tartús (oeste) y Homs (centro) desde las 22:00 del jueves hasta las 10:00.
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Arresto de un general de Asad
Durante la operación en Latakia, las fuerzas de seguridad detuvieron en Jableh a un antiguo responsable de los servicios de seguridad del ejército del aire, una de las agencias de seguridad más cercanas a la familia Asad, dijo SANA. “Nuestras fuerzas en la ciudad de Jableh consiguieron detener al general criminal Ibrahim Huweija”, señaló este medio.
“Está acusado de haber cometido cientos de asesinatos en la época del criminal Hafez al Asad”, padre y predecesor del derrocado presidente. Además de los enfrentamientos, se organizaron ayer jueves varias concentraciones en varias ciudades como Hama, Homs y Alepo “para apoyar a las fuerzas de seguridad en su lucha contra los restos de las milicias de Asad y restablecer la seguridad y la estabilidad en Jableh y sus alrededores”, indicó la agencia.
El conflicto en Siria desplazó a millones de personas y cerca de tres millones buscaron refugio en la vecina Turquía. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, anunció que más de 133.000 de ellos regresaron voluntariamente a Siria desde la caída de Al Asad hace tres meses.