A un lado de la calle están las cenizas de casas carbonizadas por los voraces incendios que derrotaron a los bomberos de Los Ángeles cuando los hidrantes se secaron. Del otro, un pequeño centro comercial con sus tiendas intactas, vigilado por una cuadrilla privada. Más de una semana después de que enormes llamaradas arrasaran comunidades alrededor de la segunda mayor ciudad de Estados Unidos, surgen preguntas sobre cómo pudieron salvarse algunas propiedades de ultrarricos.
“Todo lo que puedo decir es que nos contrataron y que nos ordenaron quedarnos aquí. No puedo decirte nada más que eso”, señaló a la AFP un hombre de uniforme amarillo y verde afuera del centro comercial. La cuadrilla, y sus camionetas con placas del estado de Oregón, estaba estacionada al lado de la propiedad del multimillonario Rick Caruso, dedicado al desarrollo inmobiliario.
Su presencia, para proteger tiendas con marcas de lujo como Yves Saint-Laurent e Isabel Marant, conmociona en una ciudad donde al menos 27 personas murieron y decenas de miles perdieron sus hogares. “Es una pena que haya muchos políticos involucrados”, dijo otro de los hombres. “Lo único que queremos es trabajar y ayudar como se pueda”.
Caruso, quien perdió la elección por la alcaldía de Los Ángeles en 2022, no respondió los pedidos de comentarios de AFP. En el barrio Pacific Palisades, donde residían celebridades de Hollywood y ultrarricos, no parece que Caruso haya sido el único en usar su fortuna para proteger sus propiedades. Otros bomberos privados vigilan algunas villas intactas, enclavadas en estas colinas.
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Estos equipos se dieron a conocer en 2018, cuando Kim Kardashian y su entonces esposo, Kanye West, contrataron bomberos privados para proteger su lujosa residencia en la comunidad de Hidden Hills, en el norte de la ciudad. La diferencia entre la rica Pacific Palisades y Altadena, de clase trabajadora, dos áreas especialmente golpeadas por los incendios, sirve para subrayar las grandes diferencias económicas en Estados Unidos.
La disparidad se puso aún más de manifiesto justo después de los incendios, cuando el magnate inmobiliario Keith Wasserman lanzó en las redes sociales un peculiar pedido de auxilio. “¿Alguien sabe de bomberos privados para proteger nuestro hogar? Hay que actuar rápido aquí. Todas las casas están ardiendo. Pagaré lo que sea”, escribió en una publicación que levantó innumerables críticas y que después borró.
Estos servicios pueden costar entre 2.000 y 15.000 dólares por día, de acuerdo con los medios de comunicación estadounidenses, que citan a compañías locales. Pero incluso para quienes tienen los recursos, llamar a los bomberos privados no necesariamente es fácil. Muchas compañías son contratadas por municipalidades, departamentos gubernamentales y aseguradoras.
En California, una ley de 2018 limitó sus operaciones. No pueden usar luces intermitentes o insignias similares a la de los bomberos públicos, y tienen que coordinarse con ellos. Desde que la legislación entró en vigor, algunas compañías se recusan a atender pedidos individuales.
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Públicos o privados, los bomberos tienen la misma misión: “proteger nuestra comunidad”, dijo Jake Heflin, del departamento de bomberos de Long Beach y portavoz en el incendio de Pacific Palisades. “Si se hace de forma correcta, y en alianza entre todos, puede ser muy efectivo”, sostuvo. Pero puede haber problemas. Los servicios públicos “no necesitan un desafío adicional, porque están mal equipados o mal preparados y se encuentran en una situación difícil”.
No está claro hasta qué punto hubo coordinación antes de la catástrofe de Pacific Palisades, donde los hidrantes se secaron y algunas casas quedaron a merced de las llamas. Para Jeff Ridgway, un vecino de Pacific Palisades que usó agua de la piscina para tratar de apagar el fuego cuando se secaron los hidrantes, se trata de una cuestión clave. “Será muy interesante saber si (los bomberos privados) usaron esos hidrantes. Realmente espero que trajeran su propia agua”, dijo a la AFP.
Las decenas de miles evacuados por los incendios en Los Ángeles fueron informadas de que no podrán regresar a sus hogares hasta dentro de al menos una semana, debido al riesgo de descargas eléctricas, desprendimientos de tierra o exposición a materiales tóxicos. La frustración va en aumento entre los residentes de las zonas arrasadas por las normas que les impiden volver a sus viviendas, incluso si las estructuras sobrevivieron a las llamas.
“Había un chat grupal en el que todos se quejaban, se enojaban, decían: ¿por qué siguen dejándonos fuera de nuestras casas?”, aseguró Ronnen Miz a la cadena de televisión local KTLA. Con unas 16.000 hectáreas reducidas a cenizas producto de dos feroces incendios, la situación es demasiado peligrosa, alertaron las autoridades.
Las líneas de electricidad, gas y alcantarillado están averiadas, hay residuos tóxicos por todas partes y existe una creciente amenaza de peligrosos deslizamientos de tierra o desprendimientos, dijeron responsables en una conferencia de prensa.
“Va para largo”, aseguró sobre un eventual regreso de los evacuados el sheriff del condado de Los Ángeles, Robert Luna. “Voy a decir que como mínimo, al menos otra semana, y eso es una estimación, pero creo que va a ser más largo que eso”. De acuerdo con las últimas cifras oficiales de la oficina forense, al menos 27 personas han muerto en estos incendios avivados por el viento que asolaron la comunidad de Altadena y el barrio de lujo de Pacific Palisades.
Luna dijo que los equipos de búsqueda siguen rastreando los escombros en busca de víctimas, por lo que se espera que el número de fallecidos aumente. Además, indicó que las autoridades también retrasan el regreso de los evacuados, ya que “puede haber víctimas fallecidas” en algunas zonas. “Tenemos que esperar el momento oportuno”, aseguró.
Equipos de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) comenzaron este jueves las inspecciones mientras trabajan para retirar pesticidas, combustible y baterías de litio antes de que pueda realizarse cualquier limpieza de escombros. El director de Obras Públicas del condado de Los Ángeles, Mark Pestrella, dijo que las estructuras aparentemente no afectadas podrían sufrir deslizamientos de tierra, y que cualquier lluvia importante crearía peligrosos flujos de escombros.
También las laderas de las colinas han quedado desestabilizadas por los incendios y por los enormes volúmenes de agua que los bomberos han utilizado para dominarlos. Fotografías de la zona de Pacific Palisades muestran una casa sin daños por el fuego que parecía haberse partido en dos al derrumbarse parte de una ladera después de que las llamas fueran extinguidas.
La tenista estadounidense Pam Shriver, de 62 años, dijo el jueves que sufrió el robo de importantes trofeos de su carrera tras huir del incendio. Shriver empacó en su auto cinco trofeos del Abierto de Estados Unidos, cinco placas del Abierto de Francia, cinco trofeos de Wimbledon y un trofeo del Abierto de Australia cuando evacuó su casa en Brentwood. Luego descubrió que robaron el auto y su contenido. “Es muy triste a muchos niveles que cuando la gente está en su peor y más difícil momento, haga cosas como ésta”, declaró a ESPN.
Sierra en mano, Jacob Castro abre líneas cortafuegos en las colinas alrededor de Los Ángeles. Es un trabajo duro, pero para él, que ha estado preso por 29 años, es una oportunidad de redención. “Es la primera cosa que he hecho en mi vida de la que estoy orgulloso”, dijo Castro a la AFP en un breve descanso del trabajo.
Castro es uno de los más de 900 reclusos que trabajan junto a los bomberos en labores de contención, así como en apoyo en las operaciones, en el complicado combate contra los varios incendios que desde el 7 de enero han consumido barrios enteros alrededor de Los Ángeles. Su participación, considerada invaluable por los bomberos, es sin embargo cuestionada debido a la poca remuneración que reciben por horas de una ardua labor física.
“Hay cientos de reos bomberos, arriesgando sus vidas para salvarnos”, escribió Kim Kardashian en sus redes sociales. “Se les paga casi nada”, criticó la celebridad. Los presos que trabajan en el combate contra las llamas ganan entre 5,80 y 10,24 dólares por día, además de un dólar adicional por hora cuando se trata de emergencias, de acuerdo con el Departamento de Correccionales y Rehabilitación de California (CDCR).
El salario está definido por la legislación regional que permite que las personas condenadas por un delito reciban una compensación económica inferior por su trabajo. California, un estado tradicionalmente liberal, tuvo la oportunidad de cambiar esto en noviembre en un referendo, pero los votantes se pronunciaron en contra y mantuvieron la legislación.
Los reos definen la experiencia como una oportunidad de rehacer su vida, de ayudar a la sociedad y de reducir días a su sentencia. “Me encanta hacer esto, ayudar a la comunidad compensando por, tú sabes, las malas decisiones que tomé en la vida”, dijo Jacob Castro, quien se esforzó en la cárcel para conseguir un cupo en uno de los campos de entrenamiento para incendios que el CDCR opera en California.
“Es una oportunidad de redimirme”, comentó. Se les distingue apenas por sus uniformes anaranjados. Desplegados para realizar labores manuales, estos presos pueden cumplir guardias de hasta 24 horas, igual a las de los bomberos. Limpian la vegetación con hachas, sierras eléctricas y palas, subiendo y bajando empinadas colinas, como acción preventiva para evitar la propagación de las llamas.
“Éste es definitivamente uno de los trabajos más duros que he hecho”, dijo Maurice Griffin, que ya lleva tres temporadas en el servicio. “Y realmente ha marcado una diferencia en mi vida”. “Aprecio mucho la oportunidad de no estar en la cárcel, de estar afuera cambiando y salvando vidas, y de tener esta camaradería con mi equipo”, agregó.
Para Santana Felix Nolasco, de 28 años, el entrenamiento le enseñó a convertirse “en un hombre trabajador”. “Es una gran oportunidad para cada uno de nosotros. Nos dan una segunda oportunidad a quienes queremos cambiar”, dijo con la voz entrecortada por la emoción.
Miles de bomberos llegaron de varios estados de la costa oeste de Estados Unidos, e incluso de otros países como México para ayudar en el combate a las feroces llamas que han dejado 24 muertos y obligado a evacuar a decenas de miles de personas. Las cuadrillas de reos forman parte de estos refuerzos.
“Trabajan muy duro”, dijo el capitán Joseph Cruz, a cargo de uno de estos equipos en Pacific Palisades, el lujoso suburbio de Los Ángeles arrasado por las llamas. “Es una gran contribución. Sin ellos nuestros equipos se verían muy disminuidos”, agregó. Bomberos y presos conversan, ríen, comen y trabajan juntos.
“Esta experiencia me cambió la vida”, dijo Nolasco, quien al salir de la prisión quiere cambiar el uniforme anaranjado de reo por el amarillo de los bomberos de California. La vivencia también ha marcado a los bomberos que trabajan junto a ellos. Cruz la define como “algo muy gratificante”.
“El objetivo es un cambio de comportamiento, de los hábitos que los llevaron allí. Así que cuando vemos que han cambiado (...) si veo que un par de mis hombres hacen carrera después de aquí”, dice el capitán al hacer una pausa, “puedo retirarme o incluso morir feliz. Lo habrá valido todo”, asienta.
Fuente: AFP.