Un año después de su llegada a la presidencia de Argentina, Javier Milei ha cosechado algunos éxitos económicos, con una inflación a la baja y cuentas fiscales que se equilibran. Pero el suspenso persiste: ¿qué prevalecerá, el alto impacto social del ajuste o la reactivación? “Amo ser el topo dentro del Estado, soy el que destruye el Estado desde adentro”, declaró el ultraliberal Milei en junio. Según su visión, el Estado es “una organización criminal” que debe limitarse a la macroeconomía, la seguridad y las relaciones exteriores.

Con este enfoque, el presidente eliminó la mitad de los ministerios, paralizó la obra pública, cerró la agencia estatal de noticias Télam y el Instituto Contra la Discriminación, y despidió a más de 30.000 empleados públicos. Este drástico ajuste del gasto del Estado, sumado a otras medidas, comenzó a domar a la inflación, uno de los mayores desafíos económicos de Argentina. Aunque fue de 193 % interanual, pasó del 25,5 % mensual en diciembre de 2023 al 2,7 % en octubre.

En otras palabras, los argentinos ya no van al supermercado con el temor de que los precios salten de la noche a la mañana. Es una “mejora psicológica”, dijo a la AFP Gabriel Vommaro, sociólogo de la Universidad Nacional de San Martín. “Si uno compara la situación de 2024 con el 2023, en algunas variables que tienen que ver con la estabilización económica, tanto de la inflación con los precios relativos como con el dólar, hay un éxito fundamental”.

El gobierno mantuvo los controles a la compra y venta de divisas, impulsó un blanqueo de capitales e intervino para fijar el precio del dólar, dando ganancias extraordinarias al sector financiero. Pero “el costo económico social ha sido grande. La pregunta fundamental es si son costos pasajeros o duraderos”, añadió Vommaro.

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Contracara del ajuste

“Lo que ha cambiado es lo que faltaba: estabilidad, capacidad de planificar a futuro”, dijo a la AFP Alejandro Reca, CEO de la láctea San Ignacio, principal exportadora de dulce de leche del país. “Somos muy optimistas, estamos reactivando una serie de inversiones que veníamos frenando y se habían detenido”.

Los ganadores del proyecto Milei “son sin duda los sectores vinculados con las actividades primarias: petróleo, minería, pesca, en cierta medida el agro”, resumió Vommaro. “Y el gran perdedor es el sector público en todas las áreas: salud, educación, ciencia y técnica, educación superior, pero también la administración pública”.

La recesión contraerá la economía un 3,5 % en 2024, según proyecciones del Banco Mundial, con un desplome del consumo y una licuación de salarios y jubilaciones. La pobreza alcanzó al 53 % de la población en el primer semestre de 2024, un aumento de 11,2 puntos porcentuales desde la asunción de Milei.

Un factor inesperado podría beneficiar la recuperación económica: tras la sequía de 2022-2023 que costó cerca de 20.000 millones de dólares, la primera cosecha bajo el gobierno de Milei podría ser una de las mejores de la historia del país. Además, el Fondo Monetario Internacional (FMI) -al que Argentina reembolsa el mayor préstamo otorgado por la institución- revisó en octubre las condiciones del crédito de 44.000 millones de dólares, con una fuerte reducción de los intereses.

Milei y la política

En lo político, Milei asumió con minoría en el Congreso, pero consiguió la aprobación de una extensa ley de reforma del Estado y los votos para mantener en pie sus decretos, mientras la expresidenta Cristina Kirchner asumió la presidencia del peronismo opositor y alimenta la polarización con el oficialismo. Socialmente el panorama se complica, aún cuando los sondeos muestran un apoyo al presidente en torno al 45 %, o incluso cercano al 50 %, según cifras recientes.

El plan de ajuste sumado a la “batalla cultural” provocó la movilización de estudiantes, jubilados, sindicatos, movimientos sociales, médicos y científicos que protestaron a lo largo del año contra el gobierno. Cientos de miles de personas con sus libros en alto repudiaron los recortes de gastos en la universidad pública; mujeres y minorías se manifestaron contra lo que perciben como discursos de odio; y organismos de derechos humanos encabezaron una masiva movilización contra el llamado negacionismo del gobierno respecto a la última dictadura argentina (1976-83).

En política exterior, Milei se acercó a Estados Unidos e Israel, festejó el triunfo de Donald Trump, echó a su canciller tras un voto a favor de Cuba en la ONU y buscó posicionarse como profeta de Occidente contra “la hegemonía cultural de la izquierda”.

Principales medidas

El primer año de gobierno del presidente de derecha Javier Milei en Argentina estuvo marcado por un drástico ajuste del Estado, el mayor salto en la pobreza en dos décadas y una retórica beligerante que hizo voltear la cabeza del mundo hacia el país sudamericano.

Estos son los principales hechos que marcaron su primer año de gobierno:

- Asume el 10 de diciembre de 2023 tras consagrarse presidente en balotaje por el 55 % de los votos con un programa que prometía dolarizar la economía, controlar la inflación y obtener equilibrio fiscal mediante el recorte del Estado simbolizado en una “motosierra”.

- Devalúa el peso un 52 % y la inflación salta al 25,5 % en diciembre. En enero empieza a caer hasta marcar 2,7 % en octubre. “Un milagro económico”, definió el presidente.

- Reduce de 18 a 8 los ministerios. Entre otros elimina Educación, Trabajo, Ciencia y Tecnología, Ambiente, Cultura y Mujeres. También el instituto de lucha contra la Discriminación y Xenofobia y el de defensa de los pueblos originarios.

- Obtiene en enero el primer superávit fiscal primario en más de una década (0,3 % del PIB).

- Paraliza los contratos de la obra pública y, a lo largo del año, elimina más de 30.000 empleos estatales.

- Envía al Congreso un ambicioso paquete con más de 600 reformas pero, sin mayorías, fracasa. Reduce el proyecto a menos de un tercio y obtiene en junio su primer éxito legislativo con un texto que declara la emergencia económica, le delega facultades, impulsa la reforma del Estado y establece un régimen de incentivo a grandes inversiones (RIGI).

- Mantiene controles de cambio y la apreciación gradual del peso al 2 % mensual. Posterga indefinidamente su plan de dolarizar y lanza un amplio blanqueo de capitales para obtener divisas, fortalecer reservas del Banco Central y neutralizar ataques especulativos. El peso se fortalece, Argentina se encarece en dólares y el poder adquisitivo se derrumba.

- Elimina acuerdos que limitaban precios de alimentos y medicamentos. Libera contratos de alquileres, seguros, servicios de telefonía e internet, medicina y educación privada. Reduce subsidios a las tarifas de energía eléctrica, gas, agua potable y transporte público. La pobreza aumenta 11 puntos a 52,9 % en el primer semestre -su mayor salto en dos décadas- y el consumo, la producción fabril y la construcción se desploman.

- Limita el financiamiento al Instituto de Cine y cierra la agencia de noticias estatal Telam.

- Interrumpe la provisión gratuita de medicamentos oncológicos y la de alimentos a comedores populares mientras procede a auditarlos por meses. Recibe críticas de la Iglesia Católica cuando se descubren miles de toneladas de alimentos guardados en depósitos y a punto de vencer. La justicia intima al gobierno.

- Redujo entre enero y agosto en un 62 % la tasa de homicidios interanual en la ciudad de Rosario (Santa Fe, norte), la más violenta del país.

- Desregula el mercado aéreo y firma convenio de cielos abiertos con nueve países. Impulsa la privatización de Aerolíneas Argentinas. “O se privatiza o se cierra”, dijo.

- Autoriza a las fuerzas federales a participar en controles represivos de protestas callejeras mediante un nuevo protocolo de seguridad que impide cortes de calles.

- Veta una ley que aumentaba las jubilaciones un 8 % aduciendo que ponía en jaque su plan económico. Congela un bono compensatorio para las jubilaciones mínimas. Reduce los medicamentos gratuitos para ancianos.

- Compra a Dinamarca 24 aviones de combate. Establece secreto de Estado para las operaciones de compra de armamento.

- Restringe por decreto el acceso a la información pública al dejar a criterio del gobierno la posibilidad de rechazar peticiones. Lanza improperios contra la prensa, legisladores, artistas y opositores a quienes llama “ratas”, “excremento humano”, “zurdos de mierda”.

- Veta una ley para aumentar el presupuesto a las universidades. Reduce becas científicas.

- En política exterior, se acercó a Estados Unidos e Israel. La mayoría de sus viajes fueron a cumbres de derecha o reuniones con empresarios tecnológicos como Mark Zuckerberg o Elon Musk.

El discurso beligerante

El presidente Javier Milei, adicto a las redes sociales para reproducir cumplidos y repartir agravios, introdujo en un año de gobierno un léxico creativo para el insulto que según expertos habilita a los argentinos a multiplicar hostilidades en línea y en la calle. El líder ultraliberal llama “econochantas” a los economistas que considera “chantas” (farsantes) porque cuestionan su política económica, y “sindigarcas” a sindicalistas a quienes acusa de “garcas” (estafadores).

Milei se refiere a sus adversarios políticos como “mandriles”, “ratas”, “parásitos”, “degenerados fiscales” y “casta putrefacta”. “El discurso de Milei es atípico por su agresividad y violencia simbólica”, dijo a la AFP Ezequiel Ipar, director del Laboratorio de Estudios sobre Democracia y Autoritarismos (LEDA) de la Universidad Nacional de San Martín.

Los discursos de odio no nacieron con el presidente, prosigue, pero él sabe “organizarlos y orientarlos” para sintonizar con el malestar social. El vocero presidencial, Manuel Adorni, justifica el estilo del mandatario diciendo que se trata de “una persona súper respetuosa que defiende la libertad de expresión como nadie”.

Tal visión de la libertad de expresión como un “privilegio absoluto” es para Ipar un sello de las derechas radicales contemporáneas –con Donald Trump y el expresidente brasileño Jair Bolsonaro a la cabeza– y una “mala interpretación” que busca igualarla con la “libertad de agredir, de amenazar y de hacer discursos estigmatizantes”. El 65,7 % de los argentinos cree que “el odio y la intolerancia están aumentando” desde que gobierna Milei, según una encuesta de septiembre de la consultora Zubán Córdoba.

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Tropa y prensa

Milei, quien cumple el 10 de diciembre su primer año de gestión, también suele cargar contra la prensa. El mes pasado escribió en X que los periodistas son “delincuentes del micrófono”. En sus discursos suele atacar a los “periodistas ensobrados” (corruptos) y en un mitin reciente defendió a sus “trolls” por “mostrar la realidad” mejor que la prensa.

La Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa) denunció en septiembre el clima de “hostilidad” contra los medios de comunicación. “Las acusaciones y los denuestos presidenciales motorizan a un ejército de troles, con el amparo del anonimato y de un financiamiento opaco, que multiplican agresiones verbales y abren así rendijas a la violencia física”, escribió Adepa, al enumerar decenas de casos de periodistas y medios que sufrieron “imputaciones infundadas y descalificaciones estigmatizantes”.

Este “ejército de troles” es señalado por replicar y justificar los insultos del mandatario a través del acoso, la intimidación y el doxeo, es decir la publicación en línea de datos personales. Es lo que denunció el periodista Alejandro Alfie, quien afirmó haber sido víctima de doxeo tras escribir en agosto en el diario Clarín sobre los troles que atacan a la prensa. La campaña de hostigamiento de la que fue objeto fue denunciada por el Foro de Periodismo Argentino (FOPEA).

Algunos integrantes de la estrategia digital de Milei trabajan en el Estado y otros mantienen populares programas de streaming “libertarios”, en referencia a la ideología del presidente. Uno de estos célebres influencers es Daniel Parisini, conocido en X como “Gordo Dan” y que en noviembre denominó a la naciente agrupación política “Las Fuerzas del Cielo” como “el brazo armado de La Libertad Avanza”, el partido fundado por Milei. Se refería a los teléfonos móviles, “el arma más poderosa de la historia de la humanidad”.

Violencia digital

Pero el oficialismo no tiene el monopolio de la violencia verbal y, ocasionalmente, también física. Por ejemplo, el influencer libertario Franco Antúnez, conocido como “Fran Fijap”, asistió a una marcha opositora desde la cual publicó en la red X la frase “LTA (‘la tienen adentro’), zurdos”, repitiendo una expresión que suele utilizar el presidente.

A continuación, fue atacado por manifestantes y tuvo que refugiarse en un comercio. Al día siguiente, Milei lo recibió en su residencia. También el dirigente social Juan Grabois, de izquierda, se ha referido en las redes al gobierno como una “caterva de hijos de puta” formada por “empobrecedores vocacionales”.

La expresidenta Cristina Kirchner, líder de la oposición, mantiene por su parte ocasionales cruces de insultos con Milei. Para Ana Slimovich, doctora en Ciencias Sociales especializada en redes sociales, la comunicación confrontativa del gobierno “está tensionando los márgenes de lo que se puede decir y cómo puede decirse”, lo que genera “una amplificación de la violencia”.

“Los discursos de odio, la información falsa, la reproducción de estereotipos y la violencia digital han aumentado, lo que puede tener implicancias en el espacio público y, de hecho, las tiene”, dice a la AFP. Según Ipar, cuando la autoridad “se expresa de esta manera, autoriza a que otros desinhiban este tipo de violencia”.

Jubilados, los grandes perdedores

A los 80 años Alicia Ceresoli vive a duras penas de su jubilación. Añora “el olorcito a cuero” de unos zapatos nuevos y se le hace agua la boca por un filete de carne, lujos de una vida que describe empequeñecida desde que Javier Milei gobierna Argentina.

“Entonces pensás: ¿por qué alguien que está dirigiendo un país te tiene que clausurar tu vida? Es como si te dijeran ‘no comés, no comprás remedios y te morís’. Eso es dictatorial”, reflexiona sobre las penurias de los jubilados, parte del 53 % de pobres que tiene Argentina.

Ceresoli vive sola, agradece su buena salud y tener casa propia en Villa Adelina, periferia norte de Buenos Aires. Le alivia no pagar alquiler, cuyos precios liberó el gobierno, ni necesitar medicamentos, que se encarecieron 200 % en 12 meses.

Como casi 5 millones de jubilados -más del 60 % del total-, Ceresoli cobra un haber mínimo y un bono, con lo que su ingreso ronda los 320 dólares, un tercio de la canasta del adulto mayor estimada por la Defensoría del Pueblo. En diciembre tendrá un aumento de 2,7 %. “Es grotesco, son 300 pesos por día (30 centavos de dólar)”, dijo Eugenio Semino, Defensor de la Tercera Edad.

Según Milei, “en dólares, voló el poder adquisitivo de los jubilados” este año. Pero los precios se dispararon. “El gobierno dice ‘no hay plata’ y es mentira porque lo que ahorra del sistema jubilatorio es el gran equilibrante del superávit fiscal”, acotó Semino.

Vidas pequeñas

Al sopesar el logro del gobierno en obtener equilibrio fiscal después de décadas de déficit, “los jubilados son los grandes perdedores”, dijo a la AFP Gabriel Vommaro, sociólogo de la Universidad Nacional de San Martín. Según el Centro de Políticas Públicas (CEPA), “en el período enero-septiembre 2024, el 25,3 % del ajuste del gasto del Estado estuvo explicado por la pérdida de poder adquisitivo de jubilaciones y pensiones”.

Así lo experimenta Alicia. En su modesto hogar, sin televisión de pago, el lujo era comprar flores frescas “porque alegran la casa, pero están carísimas”. “Ahora pongo de plástico”, cuenta. Su primer trabajo fue a los 13 años en una fábrica de zapatos. “Me gustaría volver a sentir el olorcito de unas sandalias de cuero nuevas. ¿Carne? Ya no como. Dos bifecitos cuestan 6.000 pesos (seis dólares)”.

Sin embargo, lo que más la entristece es la estrechez de una vida reducida a lo esencial. Hasta el año pasado “un gustito de ir al cine me lo daba y después a comer pizza con una amiga. No era un lujo cinco estrellas, pero éramos felices”, recuerda. Ahora “nos vamos amargando porque la vida se va achicando como se achica el bolsillo”. Divorciada, su única hija vive a 300 km. Antes viajaba cada dos meses, pero ya no puede costearlo. “Me duele el corazón porque mi nietita menor tiene 10 años y la niñez se va. Yo tengo 80, no es que pueda esperar a que la economía mejore”.

“Peor que nunca”

Los miércoles reclama frente al Congreso con la agrupación “Jubilados insurgentes” por un haber “digno”. El ritual fue iniciado hace ocho años, mucho antes del gobierno de Milei. “No es nuevo que estamos mal, pero estamos peor que nunca”, afirma. Cuenta que más de una vez volvió “dolorida por los empujones de la policía” desde que el gobierno de Milei endureció el control de las manifestaciones.

Eso no amilana a Rubén Cocorullo, de 76 años, otro jubilado que nunca falta a las protestas. Debido a un infarto y tres stent que atribuye a “la mala sangre por tantos gobiernos malos”, toma medicamentos que hasta noviembre recibió gratis, pero que ahora debe pagar tras la restricción a la gratuidad impuesta por el actual gobierno.

El Ejecutivo también congeló desde marzo un bono mensual por unos 70 dólares que reciben las jubilaciones mínimas, en medio de una inflación cercana al 200 % anual. Además, clausurará desde 2025 un plan por el que se jubilan quienes no tienen los 30 años de aportes requeridos, una quimera en una economía con 40 % de informalidad.

Por esa esa vía se jubilan nueve de cada diez mujeres y ocho de cada diez varones que, a partir de 2025, sólo podrán tramitar una pensión, 20 % inferior a la mínina. “Este gobierno está ensañado con los viejos”, concluye Cocorullo.

Como técnico electromecánico, sobrevive reparando algún aparato que encuentra en la basura. “No me da vergüenza, vergüenza debería darle a este gobierno y a los delincuentes que están acá adentro y no nos defienden”, dice en una protesta frente al Congreso entre carteles con la leyenda “O comemos o compramos remedios”. Pese a no tener mayorías, Milei logró que el Congreso ratifique su veto a una ley que aumentaba jubilaciones un 8 %. En retribución, agasajó a los diputados que lo apoyaron definiéndolos como sus “87 héroes”.

Fuente: AFP.

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