La presencia en Uruguay de la presidenta de la Comisión Europea en una cumbre del Mercosur ha desatado las especulaciones sobre, si tras 25 años de negociaciones, ha llegado el momento de firmar este acuerdo comercial entre la UE y el grupo de países latinoamericanos.

“La meta del acuerdo UE-Mercosur ya está a la vista”, anunció Ursula von der Leyen ayer jueves en la red social X poco después de aterrizar en la región, pese a que el presidente francés, Emmanuel Macron, reitera que el acuerdo es “inaceptable” en su estado actual.

¿Qué es el tratado UE-Mercosur?

Se trata de un acuerdo comercial que la Unión Europea quiere cerrar con países de América Latina. Las negociaciones empezaron en 1999 y el tratado busca eliminar la mayoría de los aranceles entre ambas zonas, creando un espacio de más de 700 millones de consumidores.

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Creado en 1991, el Mercosur (Mercado común del sur), agrupa a cinco países: Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y, desde 2023, a Bolivia. Venezuela está suspendido desde 2016. El tratado UE-Mercosur, no obstante, no incluye ni a Venezuela ni a Bolivia.

Si se adoptara, permitiría que esos países sudamericanos exportaran a Europa carne, azúcar, arroz o miel. La UE exportaría por su parte vehículos, maquinaria o productos farmacéuticos. Tras un acuerdo “político” alcanzado en 2019, la oposición de varios países bloqueó su adopción definitiva.

¿Quién saldría ganando?

Las empresas de los dos continentes, con un acceso a 270 millones de consumidores para los grupos europeos y de 450 millones para las empresas sudamericanas. El sector agrícola sudamericano podría beneficiarse del tratado, más aún teniendo en cuenta que Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay ya exportaron productos agrícolas y agroalimentarios por valor de 24.000 millones de dólares a la UE en 2023, sobre todo soja.

Por su parte, Bruselas asegura que el acuerdo supone una oportunidad para productos europeos como el vino (que actualmente tiene un arancel de hasta el 27 %), los licores o los quesos, que pueden beneficiarse de un “auge de la clase media”.

El gobierno español, que apoya el acuerdo, destaca los beneficios que este podría acarrear para el vino o el aceite de oliva. Alemania, por su parte, espera vender más vehículos. Además, el desafío planteado por la transición climática empuja a Europa a acercarse a esa zona del mundo, rica en litio, cobre, hierro y cobalto, entre otros.

¿Quién saldría perdiendo?

Los ganaderos bovinos franceses están preocupados, pero también los sindicatos agrícolas españoles y de otros países europeos. “La ganadería francesa no podrá competir con la brasileña”, dice el economista Maxime Combes, contrario a este tratado.

En cuanto al respeto de las normas medioambientales y de seguridad alimentaria, “hay una dificultad real para seguir la pista de cada animal, no podemos rastrearla” porque viene de una región del mundo con reglas menos estrictas, asegura.

El acuerdo prevé cuotas de exportación de 99.000 toneladas de carne vacuna y la supresión de todos los derechos de aduana sobre 60.000 toneladas de carne importada del Mercosur. La Comisión Europea asegura que son “volúmenes pequeños” porque las cuotas previstas representan solo un 1,6 % de la producción anual de carne bovina en la UE.

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Otro de los damnificados del acuerdo puede ser el clima. Francia presiona para que el tratado incluya las disposiciones del Acuerdo de París sobre el clima y que los compromisos adquiridos en materia climática sean vinculantes. Brasil pide por su lado proteger las industrias que considera estratégicas, como el automóvil.

¿Y ahora?

Queda por saber qué se decidirá este viernes. Si se firma un acuerdo, la Comisión Europea deberá obtener su ratificación con la aprobación de al menos 15 Estados miembros que representen un 65 % de la población del bloque y una mayoría en el Parlamento Europeo. Francia intenta alinear desde hace semanas a varios países europeos para constituir una “minoría de bloqueo” a la que se ha unido recientemente Polonia.

Italia podría unirse a este frente, y también Austria o Países Bajos, que han expresado reticencias ante el acuerdo, aunque nada es seguro. “Ellos no deciden nada, es la Comisión Europea la que decide”, dijo en referencia a Francia el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, partidario de firmar el tratado.

Fuente: AFP

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