El fundador de WikiLeaks, Julian Assange, aseguró este martes ante el Consejo de Europa que fue liberado tras declararse “culpable de haber hecho periodismo”, en sus primeras declaraciones desde su salida en junio de una prisión en Reino Unido. “No soy libre hoy porque el sistema funcionó, sino porque, tras años de encarcelamiento, me declaré culpable de haber hecho periodismo”, aseguró Assange, que pasó los últimos 14 años recluido entre la embajada de Ecuador en Londres y la cárcel británica.
Assange, de 53 años, rompió su silencio por primera vez desde su salida en junio de la prisión londinense de Belmarsh, ante una comisión del Consejo de Europa en Estrasburgo, en el noreste de Francia, que examina las condiciones y el impacto de su detención. Su liberación se produjo en virtud de un acuerdo con la justicia de Estados Unidos, por el que se declaró culpable de obtener y divulgar información sobre defensa nacional, entre ellos relatos de ejecuciones extrajudiciales e informaciones sobre aliados.
“Me declaré culpable de buscar información de una fuente y me declaré culpable de informar al público de la naturaleza de esa información. No me declaré culpable de ningún otro cargo”, precisó este martes el australiano, vestido de traje y corbata. Declarado “hombre libre” por la justicia estadounidense, volvió a Australia y se reencontró con su familia. Desde entonces no se ha dejado ver mucho, aunque WikiLeaks y su mujer Stella, que lo acompañó en su testimonio, han ido brindando algunas informaciones.
El pasado miércoles, su organización explicó que acudiría a declarar en persona ante el Consejo de Europa “dada la naturaleza excepcional de la invitación”. “Todo el mundo puede ver que está agotado, que todavía se está recuperando”, declaró este martes Stella Assange tras el encuentro de hora y media en Estrasburgo.
Su marido dijo esperar que su testimonio pueda “ayudar a aquellos cuyos casos son menos visibles pero que son igual de vulnerables”, y denunció que existe cada vez “más impunidad, más secretismo, más represalias por decir la verdad y más autocensura”. “El periodismo no es un crimen, es el pilar de una sociedad libre e informada”, subrayó.
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“¡Continúen la lucha!”
El Consejo de Europa es una organización de 46 países no vinculada a la Unión Europea y dedicada a promover los derechos humanos en este continente. Entre sus organismos cuenta con la Asamblea Parlamentaria y con el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. La Asamblea Parlamentaria debatirá el miércoles un informe, elaborado por la parlamentaria islandesa Thorhildur Sunna Aevarsdottir, que considera “desproporcionadas las acciones judiciales y condenas” contra el australiano, al que califica de “preso político”.
Este informe es además la base de un proyecto de resolución que urge a Estados Unidos a “investigar los presuntos crímenes de guerra y violaciones de derechos humanos revelados por él y por WikiLeaks”, declaró el organismo. El momento y el lugar elegidos por Assange para romper su silencio han desconcertado a algunos juristas, máxime cuando el fundador de WikiLeaks lucha por obtener el indulto presidencial en Estados Unidos por su condena bajo la Ley de Espionaje.
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Chelsea Manning, la analista de inteligencia del ejército que filtró los documentos a Assange, pasó siete años en la cárcel antes de que en 2017 el entonces presidente Barack Obama le conmutara la pena de 35 años de prisión. El presidente estadounidense, Joe Biden, que probablemente conceda algunos indultos antes de dejar el cargo en enero, calificó en el pasado al australiano de “terrorista de alta tecnología”.
Pero el caso de Assange sigue siendo muy polémico. Sus partidarios lo celebran como un defensor de la libertad de expresión y el periodismo, pero sus detractores argumentan que la publicación de documentos sensibles puso en riesgo la vida de numerosas personas y la seguridad de Estados Unidos. “¡Continúen la lucha!”, clamó Assange al término de su intervención, mostrando señales de cansancio.
Fuente: AFP.
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La política del espectáculo se trasladó al periodismo
El reconocido periodista y escritor español Juan Luis Cebrián (fundador y primer director de El País) suele remarcar el conflicto entre el hombre de prensa que redacta recetas mágicas para los gobiernos y los políticos que ambicionan determinar qué es noticia y qué no. El primero abandona la fundamentación analítica para incursionar abiertamente en la propaganda militante y los segundos se convierten directamente en contralores de lo que debería publicarse y de aquello que no merece siquiera mención alguna.
Hubo casos en que ambos traspusieron las fronteras para asumir la profesión de enfrente. De periodistas que decidieron dedicarse a la política y de políticos que incursionaron en el campo de la comunicación, llevando la impronta de su personalidad en esos espacios de comunicación y liderazgos.
El que buscaba o hablaba con sinceridad, en el marco de una ética que reverencia la verdad, lo seguirá haciendo sin importar dónde tenga asentada su vivencia cotidiana. De igual modo, quienes se acostumbraron a distorsionar los hechos pretenderán transfigurar el paisaje para dibujarlo conforme con sus pretensiones y conveniencias. En términos sencillos: solamente se preocupan por utilidades particulares como la fama y/o la fortuna, casi siempre asociadas, y no por el bienestar de la sociedad, ya sea por la vía de las observaciones y cuestionamientos serios y honestos o la elaboración de propuestas que despejan el camino de la consolidación democrática, combatiendo a sus más poderosos enemigos: la pobreza, la desocupación y el analfabetismo (absoluto o funcional).
Sin embargo, pocas veces ocurren estas buenas prácticas profesionales, idealizadas desde la retórica, sino todo lo contrario, abundan las mentiras, la doblez, el embuste, la mala fe y una rampante mediocridad, alimentados constantemente por una ambición sin escrúpulos. Y aquí debemos añadir una nueva clasificación a las características descritas en las primeras líneas en ese cruce entre periodismo y política: la de los políticos activos que bastardean el periodismo para imponer sus criterios ideológicos o simplemente sus sectarios intereses. Por tanto, no hay razón que valga para sus empequeñecidas miradas y sus sesgadas mentes. Los más sólidos argumentos rebotan en sus histéricos griteríos o sus ínfulas de pretendida intelectualidad.
Las entrevistas, desde el micrófono, el teléfono inteligente o la pantalla se reducen al monólogo donde la verdad es irrelevante ante el aluvión de proclamas partidistas. Asumiendo un rol travestido, acometen con audacia y cinismo en contra de la reflexión más elemental, de las pruebas más contundentes, y hasta del buen juicio. Así se pervierte y retuerce el cuello de una profesión que nació noble, pero que lentamente va sucumbiendo en su prestigio y credibilidad ante el frívolo espectáculo que privilegia el rating por encima de su real papel en la sociedad, su misión ética y su vocación de lealtad a la ciudadanía.
Recientemente, una exparlamentaria –que confundió el recinto del Congreso de la Nación con un desfile sobre alfombra roja– trasladó sus atuendos al área de prensa. En una entrevista con un dirigente campesino, quien resaltó el trabajo que está realizando este gobierno para la titulación de tierras (hasta le relató el caso de un señor que tuvo que esperar décadas para acceder a su acreditación de propiedad), recibió como respuesta unas desaforadas imprecaciones: “traidor a la causa”, “vendido al narcotráfico”, “no tenés vergüenza”. La respuesta del “entrevistado” –porque casi no le dejó hablar– tuvo la serenidad de quien debate con datos y estadísticas, generando arrebatos coléricos y panfletarios en la “periodista”.
En el otro extremo están los denominados comunicadores que hacen política, sin tapujos, borrando todos los límites y sin aclaración alguna, pues intentan infestar la conciencia ciudadana con sus prédicas de pasquín desde una posición de supuesta objetividad. Así, obnubilada la capacidad de razonar, escribió uno de ellos: “El gobierno (de Santiago Peña) puede dar miles de becas, pero, si estudiar no sirve para acceder a los mejores empleos y solo hay trabajo para hurreros y mediocres, de nada servirán.
Hay que promover un sentido meritocrático para hacer que la educación sea un dinamizador social. Guapitos, abstenerse”. Los comentarios de los usuarios de las redes no podían ser más precisos: Había sido hay que estudiar con el exclusivo propósito de ser funcionario público. La razón nuevamente fue sometida por el fanatismo. Un ejemplo más de lo que esta perniciosa práctica puede hacer. No se trabaja por construir una cultura democrática, sino para imponer la mendacidad a toda costa. Pero los agoreros del pesimismo volverán a fracasar estrepitosamente, como ya lo hicieron a lo largo de las últimas décadas. El país necesita de gente seria y capaz, que piense, edifique y aporte con la crítica sana y positiva, y no del petardismo intranscendente e improductivo. Por eso siguen empantanados en la decadencia, el descrédito y la impopularidad. Irónicamente, en todos los defectos que ven en los demás.
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Guatemala: periodista vuelve a prisión en medio de repudio internacional
- Ciudad de Guatemala, Guatemala. AFP.
El periodista guatemalteco José Rubén Zamora fue devuelto ayer lunes a una prisión militar, luego de que un juez acató una orden de un tribunal superior que revocó el arresto domiciliario en el que estaba desde octubre pasado.
Zamora, de 68 años, es acusado de un supuesto caso de lavado de dinero y chantaje, en un proceso que organismos internacionales y varios gobiernos consideran un ataque contra la prensa por parte del anterior gobierno guatemalteco y los colaboradores que aún tiene en la Fiscalía.
Tras el fallo del juez Erick García, rechazado por organismos de derechos humanos internacionales, agentes del sistema penitenciario esposaron a Zamora y de inmediato lo llevaron a la misma prisión donde ya estuvo encarcelado por más de 800 días, el cuartel Mariscal Zavala, en Ciudad de Guatemala.
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El juez acató una orden de una sala de la Corte de Apelaciones que revocó el arresto domiciliario precisamente por gestiones de la Fiscalía y la querellante en el proceso, la ultraderechista Fundación contra el Terrorismo.
Tras escuchar el fallo, el periodista, que vestía un traje azul y camisa blanca, insistió en su inocencia y reiteró que seguirá “enfrentando el Estado mafioso, las mafias criminales que manipulan a su capricho, y arbitrariamente la justicia”. “Regreso a prisión. Yo pienso que no soy el único (criminalizado)”, declaró Zamora, quien calificó como “arbitraria” la resolución en su contra de la sala de Apelaciones. En su cuenta de X, la Fiscalía celebró la resolución del juez.
Persecución contra la prensa
La oenegé Reporteros si Fronteras (RSF) hizo “un llamamiento al sistema judicial guatemalteco para que respete el derecho a un juicio justo y deje de abusar de los mecanismos legales para amordazar a los periodistas”. “La comunidad internacional debe seguir presionando a Guatemala para que garantice la libertad de prensa y el Estado de derecho”, subrayó RSF en una declaración enviada a la AFP.
Amnistía Internacional (AI) condenó el fallo debido a que “a todas luces” es arbitraria y se debe por “sus labores periodísticas de investigación y denuncia de la corrupción”.
“Su detención es un atropello más en la larga lista de violaciones a sus derechos humanos. Exigimos su liberación inmediata y el levantamiento de todos los cargos en su contra”, dijo Ana Piquer, directora para las Américas de AI.
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“Rechazamos la revocación del arresto domiciliario del periodista José Rubén Zamora. La arbitraria decisión del Juzgado constituye un grave ejemplo de persecución política y contra la libertad de expresión en Guatemala”, subrayó por su parte la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
En tanto, la secretaría de Comunicación Social de la Presidencia en un pronunciamiento expresó su preocupación por “la continuidad del hostigamiento” contra Zamora y pidió al Organismo Judicial a “retomar el camino de una justicia transparente e imparcial”. El periodista estuvo preso en la cárcel del Mariscal Zavala desde el 29 de julio de 2022 hasta octubre pasado.
Zamora fue arrestado tras publicar en su diario El Periódico casos de corrupción que salpicaban al entonces presidente derechista Alejandro Giammattei (2020-2024). El rotativo cerró en 2023, mientras él estaba en prisión. Un tribunal lo condenó el 14 de junio de 2023 a seis años de cárcel por lavado de dinero, pero la sentencia fue anulada y el juicio deberá repetirse.
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El periodismo militante perdió hasta la vergüenza
Los inicios del periodismo paraguayo estuvieron fuertemente influenciados por la militancia política. Desde antes de la fundación de los dos partidos tradicionales –el Centro Democrático (liberal) y el Nacional Republicano (colorado)– había un marcado distanciamiento entre los llamados “legionarios”, paraguayos que habían acompañado al ejército de la Triple Alianza durante la Guerra Grande y los que se declararon abiertamente lopistas y herederos del nacionalismo defendido por Francisco Solano López.
Precisamente ayer, 1 de marzo, se recordó el 155.° aniversario de la inmolación en Cerro Corá del llamado héroe máximo de la patria. Sin embargo, en el momento de la creación de aquellas entidades partidarias hubo legionarios y nacionalistas en ambos bandos. Desde la prensa, los encarnizados debates no admitían términos medios y las adjetivaciones adquirían tonalidades de admirable creatividad o censurable imprecación.
Quizás, el único que mantuvo una elevada jerarquía fue el diario La Prensa, fundado y dirigido por el doctor Blas Garay hasta su desgraciada muerte el 19 de diciembre de 1899. Su lacerante crítica y su integridad ética no admitían concesiones de ninguna laya. Para nadie. Fue implacable con todos por igual, especialmente con los marcados con la mancha indeleble de la corrupción. Fue el azote de los hombres públicos que se habían desviado de la rectitud y las normas morales, de acuerdo con las atinadas observaciones de sus biógrafos.
Ese periodismo militante no estaba atrincherado únicamente entre los partidarios liberales y colorados, sino que, en largos tramos de la historia, existían publicaciones que respondían a sectores internos de ambas instituciones políticas. Hasta que llegamos a 1954, cuando se instala la dictadura del general Alfredo Stroessner, mediante el golpe del 4 de mayo, en que paulatinamente van desapareciendo las voces discordantes, para imponerse la prensa apologética que dispensaba honores al “único líder y sus grandes obras”.
Los medios de comunicación que nacieron bajo el imperio de su régimen, ya con nuevas tecnologías y formatos, siguieron la línea laudatoria al gobierno omnipotente del déspota. No se divulgaban las graves violaciones a los derechos humanos (encarcelamientos, torturas, desapariciones, muertes y exilios). En cambio, era una práctica obligatoria la publicación en tapa de cualquier acto al que asistía el dictador. Ni siquiera denunciaban el cierre de los medios que respondían a la oposición, para cuya inmediata ejecución bastaba la “orden superior”.
Ya en la agonía del régimen, adoptaron una actitud crítica, por disputas comerciales y aspiraciones políticas (presidencialistas, alegan algunos), terminando con la clausura de uno de aquellos medios (Abc Color), cuya cinta inaugural había sido desatada justamente por Stroessner, diecisiete años atrás. Desde el inicio de la transición democrática volvieron con todo a transitar la vieja senda del periodismo militante. De hecho, todo periodismo es militante en tanto asume una causa y una perspectiva particular sobre cuestiones puntuales.
No solo desde la opinión, sino, incluso, desde la interpretación de los hechos, existe una carga ideológica. Lo altamente condenable es que, a razón de intereses partidarios o empresariales, los acontecimientos sean juzgados con una visión sesgada, distorsionada y manipuladora. En el pasado reciente, repetimos, uno de esos medios defendió abiertamente un proyecto autoritario que tenía las mismas características de la anterior dictadura: un líder mesiánico, intolerante y enemigo de la democracia.
Todavía dolidos por la derrota de sus candidatos en las elecciones internas de la Asociación Nacional Republicana del 18 de diciembre de 2022 y en las generales del 30 de abril de 2023, las dos cadenas mediáticas que cogobernaron con Mario Abdo Benítez supuran sus fracasos por medio del odio, el rencor, la mala fe y la deshonestidad intelectual. Son medios y periodistas militantes de las mentiras, de informaciones intencionalmente falseadas, de hechos aviesamente manipulados y de juicios particulares a los que pretenden darles categoría de universalidad.
Condenan el todo por ciertos errores y debilidades de algunas de las partes. Sus catastróficos titulares y sus desesperados chillidos en radio y televisión solo ambicionan socavar el gobierno del presidente Santiago Peña, al tiempo de apuntalar a los candidatos de la oposición interna del Partido Colorado, ya mirando a destiempo las internas de diciembre de 2027. La intención es tan clara que no precisa de decodificadores, puesto que sistemáticamente vienen ocultando o callando los grandes robos perpetrados en la administración anterior (2018-2023). Este periodismo militante no solo carece de rigor, sino, también, de vergüenza y, sobre todo, de honor, pues lo practican sin asumirlo a cara descubierta. Lo perdieron todo, hasta el mínimo pudor.
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El enorme valor de la entrevista
- Ricardo Rivas
- Periodista
- Twitter: @RtrivasRivas
- Fotos: Gentileza
Quien entrevista construye sus preguntas con lo que “el pueblo quiere saber”. Quien es entrevistado construye sus respuestas solo con lo que cree que el pueblo tiene que saber y lo que personalmente quiere que se sepa en defensa propia.
El subte quedó atrás. La estación Catedral, también. Ya en la superficie, la recova del Cabildo, a lo largo de 133 metros –lo que miden las cuadras en Buenos Aires, unos 1.300 kilómetros al sur de mi querida Asunción– me cubre del sol instalado justo encima de la Casa Rosada.
El verano aprieta. La notebook pesa. Elijo la vereda de la izquierda de la calle Bolívar. Sé que disfrutaré de la sombra hasta la esquina de Alsina. En el veredón del Colegio Nacional de Buenos Aires, algunos pibes y pibas dan vueltas con pocas ganas de que pronto se retome el ciclo lectivo. Es casi el mediodía. En el campanario de la iglesia de San Ignacio –allí desde 1675– las campanas dejaron de tañer un par de minutos atrás.
Viro a la izquierda. Entrecierro los ojos. La calzada brilla. Los rayos frontales del sol lastiman mis pupilas. Apuro el paso. Cruzo. Entrar en el café La Puerto Rico –condecorado como “bar notable” en esta ciudad– en el 416 de Alsina desde 1925 aunque en 1887 el español Gumersindo Cabedo lo fundara sobre la calle Perú, no muy lejos– se valora como salvífico.
E. Ballester (70) y Carlos Q. (66), periodistas, escritores, académicos, cineasta el primero, poeta el segundo, ambos profesores de periodismo de gran nivel pero, por sobre todo, entrañables amigos-hermanos desde varias décadas, ya están allí.
LA ENTREVISTA
Café con leche, medialunas, teléfonos inteligentes, botellitas con agua y una tablet se amontonan sobre la mesa. Agrego mi notebook entre abrazos y regaños porque llegué demorado. “Para no desperdiciar un minuto – dice Carlos– queremos que sepas que el tema de hoy es ‘la entrevista’”. Pienso en silencio. Ordeno “lo mismo” que toman mis amigos.
“¿La entrevista?”, pregunto y añado: “¡Más que tema, palabra clave en la Argentina por estos días…!”. Risas. En cada inicio de año académico nos reunimos aquí para actualizarnos y preparar los contenidos que compartiremos con las y los estudiantes de periodismo en pocos días más.
Carlos Q. –en tono de advertencia– “por si acaso quieren grabar o tomar nota”, explica que “la entrevista se halla en la base de todo el quehacer periodístico y dialógico”. Lo escuchamos con atención.
“La inmensa mayoría de las historias que obtenemos y contamos tienen, han tenido y, seguramente, tendrán como base el encuentro, el diálogo en estado puro entre el periodista y el entrevistado. En ella el periodista se hace y debe hacerse a un lado para dejar que ese otro u otra tome la palabra en su lugar (porque) no se trata de una mera traslación mecánica y lineal de lo conversado, sino de un encuentro pactado que tiene sus climas, sus clímax y su dramaturgia... Para que quede claro. Se suele entrevistar y dar la palabra a alguien relevante por la razón que fuere –transitoria, casual o permanente– y por su experiencia sentimos o sabemos que tiene algo para decir y en ese contexto es el tiempo de escuchar. La entrevista – insiste– es la posible solución de un gran rompecabezas que emergerá del diálogo entre el periodista y su fuente”.
UN GRANDIOSO
El inicio de la tarde avanza. Dejo caer entre nosotros el nombre de Jesús Quintero (1940-2022). Era andaluz. Recuerdo, en tono de evocación que nació en San Juan del Puerto, Huelva, y murió a los 82 en Ubrique, Cádiz, cuando se quedó sin aire y, seguramente, partió cargado de preguntas que no pudo hacer.
“Creo que nació periodista”, me atrevo a decir. Descolló en la radio, pero fue también grandioso en la tele. Detallista, reflexivo, estudioso de todo y de sí mismo, construyó con sus convicciones y estilo de trabajo un verdadero paradigma periodístico y profesional imposible de obviar para aquellos y aquellas que en este oficio de contar historias – esencia del periodismo– quieren (queremos) entrevistar y deciden (decidimos) hacerlo.
Jesús –quien bien se había apropiado y ganado los apodos de el Loco de la Colina primero y, el Perro Verde, después– encuadraba perfectamente en esas dos cuasi bastardas categorizaciones creadas por quienes incomprendían que para hacer la radio y/o hacer la tele, por decirlo de alguna forma comprensible, él potenciaba esos silencios que creaba cuando entrevistaba y que (lo sabía) angustiaban –o acojonaban, como se suele decir en España– a quienes se sentían gente experta en esos medios en los que muchos y muchas profesionales creen que todo en ellos debe ser ruido, vértigo y movimiento permanente.
Me escuchan con atención. Leo en un apunte: “El silencio siempre ha sido el mejor aliado de quien nada sería sin su voz”, describió alguna vez Jesús Melgar, biógrafo de Quintero y su productor por años. Profunda definición, aunque insuficiente, tal vez.
Por ello quiero quedarme con un decir de Andrea Quintero, su hija periodista que junto con su hermana Lola, el 3 de octubre de 2023, homenajearon a su padre en el primer aniversario de su partida con la publicación de “Memoria del silencio. El mundo desde la colina”, un libro imperdible que, con el tiempo, será de lectura obligatoria para periodistas o para quienes quieran serlo.
AXIOMA
“Hay un viejo axioma en la comunicación que dice que, si un grifo está continuamente corriendo, solo reparamos en él cuando deja de echar agua”. Asegura Andrea que es palabra de Jesús. Carlos Q. y E. Ballester asienten.
Gestualmente, descubro que coinciden con la joven que va más allá y revela que aquel grande decía: “Yo vengo a parar el grifo para empezar desde el silencio y reclamo su complicidad para descubrir de nuevo el valor de la palabra (porque) a través del silencio, busco el sonido natural, la respiración del mundo”.
José Saramago, Paulo Coelho, Jorge Luis Borges, Mario Vargas Llosa, Antonio Gala, Arturo Pérez-Reverte, el subcomandante Marcos, el exjefe de Gobierno de España (1982- 1996) Felipe González, Diego Armando Maradona, Dolores Ibáurruri –La Pasionaria– Joaquín Sabina, Baltasar Garzón Real… y hasta a una pareja cuando emparejada hacía el amor fueron algunas de sus más de 6.000 entrevistas.
Pido más café. “¡Jesús vivió y trabajó por algunos años en la Argentina desde 1989!”, apuntó Ballester. “Aquí entrevistó en la cárcel de Sierra Chica a Carlos Eduardo Robledo Puch (73), el Ángel de la Muerte, asesino serial, condenado a perpetua desde el 27 de noviembre de 1980″, precisó. “¡Lo conocí y traté, aunque por poco tiempo, a Jesús!”, enfatizó. “Era un grande del periodismo… y un maestro que cultivaba la amistad, la humildad y la ironía como valores”.
PALABRAS FUERTES
Hacemos un descanso. Leemos los diarios digitales. Compartimos pareceres. Digo para todos. “El que salva a su patria no viola ninguna ley”, dicen que dijo Napoleón Bonaparte. Así lo consigna un tal J.L. Gaudy jeune en “Maximés et pensées de Napoléon”, en 1838. ¿Lo habrá dicho realmente? No faltan quienes aseguran que Gaudy jeunes era un seudónimo de Honoré de Balzac (1799-1850), enorme novelista francés.
Alberto Cañas de Pablos, doctor en historia cum laude por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), es uno de ellos. Pero… ¿habrá dicho aquello Napoleón? ¿Por qué no? Era un hombre de pensamientos que expresaba con palabras fuertes.
De hecho, debo decirlo, en junio de 2024, a bordo de un vuelo de Air France con el que dejé atrás París, vi y oí a “Le petit caporal” –interpretado por Joaquin Phoenix– pronunciar esas diez palabras en un fragmento de la película que pretende ser su biografía. Interesante, por cierto.
Especialmente, porque aquella frase también se asegura que fue dicha por Anders Behring Breivik, un terrorista noruego que en 2011 asesinó en Oslo a 77 personas y por ello fue condenado a cumplir 21 años de prisión desde el 24 de agosto de 2012. La información oficial de entonces dice que se trata de un “terrorista noruego de extrema derecha” que hizo circular a través de medios electrónicos una “Declaración europea de independencia” en la que se opone al islam, al “feminismo” por inducir al “suicidio cultural europeo”, al “marxismo cultural” y propone “expulsar a todos los musulmanes” del territorio de la UE.
¡Joder! La sorpresa invadió el triálogo. “¿Napoleón… Breivik?”, preguntó Carlos. Ballester interrumpe. Lee la pantalla de su móvil. “Quien salva a su país no viola ninguna ley”, dijo esta misma mañana Donald Trump –47.º presidente de los Estados Unidos– en la red Truth Social, de su propiedad.
DESAFÍO
“Nada nuevo”, apunto. En “El desafío: Frost – Nixon”, queda claro que una frase (¿deseo?) muy parecida dijo Richard Milhous Nixon (1913-1994), 37.º ocupante de la Casa Blanca entre el 20 de enero de 1969 y el 9 de agosto de 1974, cuando renunció para evitar un juicio político con el que sería destituido, durante una entrevista
televisiva que tres años después Nixon –quien había sido representante (1947-1950), senador (1950-1953) y vicepresidente (1953-1961)– concedió al periodista británico David Paradine Frost (1939- 2013) para explicar su abortada presidencia.
Se reunieron en treinta oportunidades. La entrevista, como formato periodístico inevitable y enriquecedor, vuelve a nuestra reunión de trabajo. “Fue en 1977″, apunto. Hoy comprendo que Frost, en diálogo sin concesiones, fue por “la solución de un gran rompecabezas” que desplegó entre él y Nixon porque era necesario saber qué pasó. Y se supo. Quedó muy claro.
En esa instancia dialógica el exmandatario admitió sin admitir, pero lamentó “haber decepcionado al pueblo norteamericano”. Pese a ello, se mantuvo firme. “When the president does it, that means that it is not illegal” (Cuando lo hace el presidente, eso significa que no es ilegal), dijo visiblemente abrumado ante las cámaras. Tensión y dramatismo.
¡Ese es el valor de la entrevista como herramienta periodística! Todo lo que intenten sus protagonistas fuera de ese espacio dialógico será parte de otro momento. Es inalterable. Para quienes en su momento observamos, tanto las históricas grabaciones del 77 como las imágenes recreadas por y para el cine de aquel suceso en 2008, Richard Nixon, quien cuando asumió juró “solemnemente” que habría de ejercer “fielmente el cargo de presidente de Estados Unidos” y que pondría “toda mi capacidad para preservar, proteger y defender la Constitución” de ese país, incumplió.
TESTIMONIOS
Enriquece al observador de aquellos testimonios –reales y recreados– ver una y otra vez aquellas imágenes y compararlas. En la vida real, inmediatamente después que Nixon enfatizara en que “…it is not illegal”, Frost –el verdadero– pregunta: “… by definition?”. Derrumbado, sin mirar a su entrevistador, Nixon solo dice “really”. En la ficción cinematográfica, Frost –como quien desea abrir una opción para que su interlocutor se corrija– pregunta: “I’m sorry?”. La réplica es la misma.
Entrevistar no es sencillo. Ser entrevistado, tampoco. No son solo dos personas que conversan sobre la nada misma. Quien entrevista, algunas veces, construye sus preguntas con lo que, como se decía antes –muy atrás en la historia– “el pueblo quiere saber”. Quien es entrevistado construye sus respuestas solo con lo que cree que el pueblo tiene que saber y lo que personalmente quiere que se sepa en defensa propia.
La información –como necesidad y como carencia– es lo que consolida el derecho humano que asegura el acceso a ella. Quien entrevista –de buena fe– sabe que es portavoz de los que no tienen voz ni forma posible y segura de llegar hasta quien quieren que responda. Enorme compromiso ético para el periodismo. Las y los entrevistados lo saben.
Quizás por esa razón y con ese fundamento decía Jesús Quintero: “Quiero que el entrevistado me cuente sus cosas. No voy a acosarlo, ni chuparlo, ni vencerlo. Nunca uso la estocada. Si ha de morir se matará solo y con sus propias palabras. No me creo nada esa moda del reportaje agresivo. Si te pones contra el entrevistado, lo pierdes. Si llegas arrogante, también. Si llegas muy humilde, te derrota. Hay que decirle sin palabras ‘tú eres quien eres… pero yo no soy un tonto”.
RECREACIÓN
Cuarenta y ocho años pasaron desde el Frost – Nixon, la historia real en 1977. Diecisiete, desde la recreación para el cine y la tele. David Paradine Frost –el conductor de “Hello, good evening and welcome” (“Hola, buenas noches y bienvenido”)– continuó con sus entrevistas. También se supo que pagó a Richard Nixon el 20 % de los ingresos que tuvo por aquella producción más que devino en histórica.
Entre 1993 y 2005, para la BBC condujo “Breakfast with Frost”, en la mañana de los domingos. “Frost over the world”, entre 2006 y 2012, en All Jazeera English, donde ese mismo año dirigió y condujo “The Frost interview”.
Nunca dejó de preguntar lo que creyó que tenía que preguntar. Cuando tuvo en frente a William Jefferson “Bill” Clinton (79), 42.º presidente norteamericano, quien en 1998 fue absuelto por el Senado que lo sometió a juicio político acusado de cometer “perjurio” y “obstrucción de la justicia” para ocultar una relación con la pasante Monica Lewinsky, entonces de 24 años, entre noviembre de 1995 y marzo de 1997, con encuentros en el propio Salón Oval de la Casa Blanca, también fue a fondo.
Mirándolo fijamente le preguntó si acaso alguna vez la había amado. ¿Lo habrá sorprendido? “No, and I don’t think that was it, or that she felt that way. But I appreciated her very much” (“No y no creo que se tratara de eso, ni que ella sintiera eso. Pero la apreciaba mucho”), respondió Bill.
Richard Nixon está sepultado junto con Pat –su esposa– en la Biblioteca y Museo Presidencial que lleva su nombre, en California. Frost descansa en Poets’ Corner (Rincón de los poetas), como se denomina tradicionalmente a una sección de la nave transversal sur de la abadía de Westminster, junto con otros grandes dramaturgos, escritores, periodistas y poetas.
CRUELDAD SOCIAL
Dejamos La Puerto Rico. Pasaron muchas horas de trabajo, recuerdos, acuerdos y desacuerdos. También compartimos un desayuno tardío, algunos bocadillos y una picada con cerveza a modo de after office. Anochece. La nocturnidad avanza. La desesperanza y la crueldad sociales quedan al descubierto.
Niños, niñas, hombres, mujeres, personas jóvenes, ancianas –con sus vidas al hombro– buscan y rebuscan en las bolsas de residuos algo para comer. Otros con el pulgar y el índice tocándose imploran por “¡una moneda, loco!”. Varios parecen zombies. Algunas esquinas solitarias de la otrora elegante avenida de Mayo se tensionan.
Veo que una pequeña manada muy urbana de roedores espantados porque descubren que humanas y humanos compiten con ellos en cada pote de basura corren y buscan refugiarse en las alcantarillas. Vi lo mismo en París, Londres, Nueva York, Madrid y Roma. Nos alejamos del bien común.
“Las distancias apartan las ciudades / Las ciudades destruyen las costumbres…”, me dice Concha Buika desde el interior de una muy oscura whiskería prostibularia.