Alemania anunció este lunes el envío de un avión militar a Líbano para evacuar al personal diplomático y a sus familias, así como a ciudadanos alemanes con problemas médicos. “Un avión A321 de la Fuerza Aérea voló hoy a Beirut para apoyar la salida de colegas y sus familias”, detalló un comunicado conjunto de los ministerios de Relaciones Exteriores y Defensa.
“Los ciudadanos alemanes que están particularmente en riesgo debido a circunstancias médicas también están siendo evacuados en el avión de la Bundeswehr”, indicó el comunicado. Israel ha estado bombardeando objetivos del grupo libanés Hezbolá, respaldado por Irán, en Beirut y en el este y sur del Líbano, en ataques que mataron a cientos de personas y forzaron a cientos de miles más a huir de sus hogares.
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La embajada en Beirut sigue operando para ayudar a los aproximadamente 1.800 ciudadanos alemanes en el país, y solo se evacuará a personal no esencial de la embajada y sus familias. “La embajada continúa apoyando a los alemanes que quedan en Líbano en su salida a través de vuelos comerciales y otros medios”, añadió el comunicado.
“Los ministerios de Relaciones Exteriores y Defensa continúan coordinando esto muy de cerca”, se indicó, después de que Berlín elevara el fin de semana su nivel de alerta para las misiones en Beirut, Tel Aviv y Ramalá, en Cisjordania ocupada. “Actualmente estamos en una etapa en la que apoyamos la salida (de los ciudadanos), pero no en un escenario de evacuación”, detalló un portavoz del gobierno alemán.
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El comunicado reiteró que “a todos los alemanes en Líbano se les instó a abandonar el país desde octubre de 2023″. Hezbolá comenzó ataques transfronterizos de baja intensidad contra tropas israelíes un día después de que su aliado palestino Hamás llevara a cabo su ataque sin precedentes contra Israel el 7 de octubre, que desencadenó la guerra en la Franja de Gaza.
Israel anunció a principios de mes que reforzaba su frontera norte con Líbano para que los israelíes desplazados desde octubre puedan regresar a sus hogares. Hezbolá prometió el lunes continuar luchando contra Israel y afirmó estar preparado para enfrentar cualquier operación terrestre en Líbano, después de que su líder, Hasán Nasralá, fuera abatido en un ataque aéreo que propinó un golpe sísmico al grupo.
Fuente: AFP.
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Netanyahu: “No hay lugar en Oriente Medio al que Israel no pueda llegar”
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, advirtió este lunes en un mensaje dirigido al pueblo iraní que “no hay lugar en Oriente Medio al que Israel no pueda llegar”, mientras su ejército bombardea posiciones de Hezbolá, apoyado por Irán, en Líbano. “No hay ningún lugar en Oriente Medio al que Israel no pueda llegar”, aseguró Netanyahu en una declaración en video en inglés, en la que dijo a los iraníes que su “régimen hunde a nuestra región más profundamente en la oscuridad y más profundamente en la guerra”.
“Cada día, sus marionetas son eliminadas. Pregunten a Mohammed Deif [jefe del brazo armado del movimiento islamista palestino Hamás, a quien Israel asegura haber matado en julio en Gaza]. Pregunten a [Hasán] Nasralá [el jefe de Hezbolá abatido el viernes en Líbano por Israel]. No hay lugar en Oriente Medio al que Israel no pueda llegar”, sostuvo Netanyahu.
“A cada momento, el régimen les acerca al abismo, a ustedes, al noble pueblo persa. La gran mayoría de los iraníes sabe que su régimen no se preocupa por ellos lo más mínimo”, agregó. Las declaraciones de Netanyahu se produjeron horas después de que el portavoz de la cancillería iraní indicara que su país no tiene previsto desplegar combatientes ni en Líbano ni en Gaza para enfrentarse a Israel.
Previamente, el presidente iraní, Masud Pezeshkian, visitó la oficina de Hezbolá en Teherán para “rendir homenaje” a Nasralá, según la página web del gobierno iraní. Hezbolá empezó a lanzar cohetes hacia el norte de Israel el 8 de octubre de 2023, afirmando actuar en apoyo de su aliado Hamás, movimiento islamista palestino en guerra contra el ejército israelí en la Franja de Gaza desde que sus combatientes llevaron a cabo un mortífero ataque en el sur de Israel el 7 de octubre.
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Operaciones militares “limitadas”
Estados Unidos anunció este lunes que Israel está realizando operaciones terrestres “limitadas” contra Hezbolá en el vecino Líbano, y el ejército israelí declaró tres localidades fronterizas “zonas militares cerradas”. En Líbano, el ejército israelí reposicionó a sus tropas en el sur del país, en la frontera con Israel, declaró a la AFP un responsable militar.
Pese al devastador golpe asestado a Hezbolá con el asesinato de su jefe, Hasán Nasralá, el viernes en un bombardeo cerca de Beirut, los dirigentes israelíes advirtieron que la batalla no ha terminado contra el movimiento proiraní, archienemigo de Israel. Israel lleva a cabo “actualmente” operaciones terrestres “limitadas” contra Hezbolá en el sur del Líbano, indicó el portavoz del departamento de Estado estadounidense, Matthew Miller.
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“Nos han informado que actualmente llevan a cabo lo que dicen que son operaciones limitadas contra infraestructuras de Hezbolá cerca de la frontera”, dijo, aludiendo a conversaciones entre Israel y Estados Unidos. En Israel, el ejército anunció que había instaurado una “zona militar cerrada” en torno a los municipios de Metula, Misgav Am y Kfar Giladi, “declarados zona militar cerrada”, donde la entrada está “prohibida”.
El ejército israelí ordenó también evacuar a los habitantes de tres barrios del suburbio sur de Beirut. Del lado libanés, la agencia de prensa oficial ANI y una cadena afiliada a Hezbolá reportaron “tiros de artillería” israelíes cerca de los pueblos fronterizos de Wazzani y Khiam, que están en frente de la localidad israelí de Metula.
“Todas nuestras capacidades”
Previamente, el ministro israelí de Defensa, Yoav Gallant, afirmó que la muerte de Nasralá es “un paso importante” pero no es el “final”. “Para garantizar el regreso de las comunidades del norte de Israel, utilizaremos todas nuestras capacidades”, declaró Gallant durante una visita a soldados desplegados en la frontera entre Israel y Líbano.
Por su parte, el número dos del movimiento islamista libanés, Naim Qasem aseguró que “estamos listos si los israelíes deciden entrar en nuestro territorio, nuestras fuerzas de la resistencia están listas para una confrontación terrestre” y prometió además continuar luchando “en apoyo a Gaza”, donde el ejército israelí lleva a cabo una ofensiva desde el 7 de octubre de 2023 en respuesta al ataque de Hamás. Además, Qasem afirmó que el grupo escogerá “lo antes posible” al sucesor de Nasralá.
Evitar una operación terrestre
La ONU anunció que los más de 10.000 cascos azules desplegados en el sur de Líbano ya no pueden patrullar por la intensidad de los combates. Y el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, reiteró su oposición a cualquier “invasión terrestre” israelí. En Washington, el presidente Joe Biden dio a entender que se opone a las operaciones terrestres israelíes en Líbano y pidió un alto el fuego “ahora”.
Presente en Beirut, el canciller francés, Jean-Noël Barrot, también pidió a Israel que se “abstenga de cualquier incursión terrestre” en Líbano y que “cese el fuego”. Asimismo, pidió a Hezbolá que deje de disparar contra el norte de Israel. Cualquier nueva intervención militar israelí en Líbano “debe ser evitada”, señaló en tanto el jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell.
Hezbolá abrió un frente en la frontera con Israel hace casi un año, tras el inicio de la guerra en la Franja de Gaza, en apoyo a su aliado islamista Hamás, en el poder en ese territorio palestino. Desde mediados de septiembre, Israel desplazó el grueso de sus operaciones militares hacia el norte, con el objetivo de atajar los tiros de cohetes de Hezbolá y permitir que regresen a casa miles de habitantes del norte de Israel que tuvieron que dejar sus hogares por esos disparos.
Primer bombardeo en Beirut
Por su parte, Irán, aliado clave de Hezbolá y también aliado de Hamás, descartó desplegar combatientes en Líbano y en Gaza para enfrentar a su archienemigo Israel. “No es necesario desplegar fuerzas auxiliares o voluntarias” iraníes, declaró el portavoz de la diplomacia, Naser Kanani, agregando que Líbano y los combatientes en los territorios palestinos “tienen la capacidad y la potencia necesaria para enfrentar la agresión del régimen sionista”.
Este lunes, al menos 25 personas murieron en bombardeos israelíes en Líbano, incluyendo tres miembros de un grupo palestino, el jefe de Hamás en Líbano y un soldado libanés, según varias fuentes. Hezbolá, en tanto, disparó cohetes hacia el norte de Israel. Desde la ola de explosiones de bíperes y walkie-talkies de Hezbolá en Líbano a mediados de septiembre, atribuida a Israel, y la intensificación de los bombardeos israelíes que le siguieron, más de 1.000 personas han muerto en Líbano, según el Ministerio libanés de Salud.
Según el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), tres de sus miembros murieron en ese ataque. Israel afirma que mató a dos comandantes de ese grupo, considerado “terrorista” tanto por Israel como por la UE. En la Franja de Gaza, bombardeada sin tregua desde hace casi un año, el número de ataques aéreos israelíes ha disminuido considerablemente en los últimos días.
Fuente: AFP.
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Cómo Israel localizó al líder de Hezbolá
La eliminación del líder de Hezbolá, Hasán Nasralá, el viernes en un bombardeo aéreo fue una hazaña del espionaje israelí que coronó varios días de operativos y evidenció hasta dónde ha infiltrado al movimiento libanés proiraní, según expertos. Esto es lo que se sabe sobre cómo Israel movilizó sus recursos de inteligencia para efectuar el ataque.
Hezbolá comenzó a disparar cohetes contra el norte de Israel un día después del ataque de su aliado Hamás en el sur de Israel el 7 de octubre de 2023, que desató la actual guerra en la Franja de Gaza. La violencia transfronteriza entre Israel y el movimiento islamista libanés escaló fuertemente el 17 de septiembre, con los ataques de sabotaje contra los bíperes utilizados por Hezbolá, seguidos un día después por explosiones de los walkie-talkies del grupo.
Las explosiones, que Israel no reivindicó, mataron al menos a 39 personas, hirieron a casi 3.000 y “devolvieron las comunicaciones de Hezbolá a la Edad de Piedra”, escribió Robert Satloff, del Instituto de Washington para la Política de Oriente Medio. Algunos analistas consideran que la operación refleja los grandes avances de la unidad militar 8200, grupo de inteligencia de señales israelí, en la penetración de los dispositivos de comunicación de Hezbolá.
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El propio Nasralá lo advirtió en febrero: “El teléfono móvil que tienes en tu mano es un aparato de espionaje”. Esto motivó el uso de los bíperes que luego se convirtieron en armas. Sin embargo, el portavoz militar israelí Nadav Shoshani declaró el vienes a periodistas que la recopilación de inteligencia que propició el asesinato de Nasralá data de varios años.
“Utilizamos inteligencia que habíamos recopilado durante años, teníamos información en tiempo real y efectuamos este ataque”, contó. La coronel retirada Miri Eisen, del Instituto Internacional para la Lucha contra el Terrorismo de la Universidad Reichman, en Israel, también señaló que el ataque fue el resultado de un amplio trabajo.
“Las capacidades israelíes con respecto a Hezbolá muestran la profundidad de la infiltración de su inteligencia en las líneas de Hezbolá”, indicó. Eisen señaló que “no son cosas que inventaron los últimos 11 meses”, cuando Hezbolá comenzó a atacar el norte de Israel.
El ataque
Funcionarios israelíes revelaron que Nasralá y otros dirigentes de Hezbolá se reunieron el viernes en el “cuartel central” del grupo en su principal bastión, situado en los suburbios del sur de Beirut. La zona venía siendo bombardeada por Israel al intensificar su campaña contra Hezbolá. Justo antes de las 18:30 (15:30 GMT) se escucharon fuertes explosiones en la capital libanesa.
El diario Wall Street Journal reportó que Israel planificó durante meses el uso de “una serie de explosiones programadas” en el búnker subterráneo donde estaría Nasralá, y “cada explosión daba pie a la siguiente”. Pero el diario citó también a autoridades israelíes diciendo que la programación del ataque “fue oportunista, ocurriendo después de que la inteligencia israelí se enteró de la reunión horas antes de su celebración”.
Coincidió con la Asamblea General de la ONU, con lo cual el primer ministro, Benjamin Netanyahu, estaba fuera de Israel. Su despacho publicó posteriormente una foto del momento en que aprobó el ataque. Israel no detalló el tipo de armas utilizadas. Sin embargo, el New York Times publicó que, según un análisis de un video militar, el avión utilizado fue “cargado con al menos 15 bombas de 2.000 libras”. Altos cargos dijeron al diario que “fueron lanzadas más de 80 bombas en varios minutos para matar” a Nasralá.
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La secuela
Los bombardeos dejaron cráteres de hasta cinco metros, según fotógrafos de AFP. El experto en Oriente Medio James Dorsey consideró que el ataque representa un golpe de inteligencia “muy sofisticado”. “No sólo demuestra una importante capacidad tecnológica, sino también lo profundamente que Israel penetró Hezbolá”, explicó.
Heiko Wimmen, del International Crisis Group (ICG), comentó que no están claros los efectos a largo plazo sobre las operaciones de Hezbolá. “Si bien Hezbolá está muy bien institucionalizado como para colapsar al ser decapitado, la impactante pérdida de sus recursos humanos tendrá inevitablemente un efecto degradante más temprano que tarde”, indicó Wimmen, director del ICG para Irak, Siria y Líbano.
Según él, podría debilitar su capacidad de continuar su campaña de lanzamiento de cohetes contra Israel. Las autoridades israelíes celebran por ahora la muerte de Nasralá mientras deciden si lanzar una incursión terrestre contra Hezbolá. El ejército distribuyó el sábado una transcripción que cita al comandante del escuadrón que bombardeó a Nasralá diciendo que “alcanzaremos a todos, en cualquier lugar”.
Fuente: AFP.
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Por hipoacusia y ceguera otra vez en la cornisa frente al abismo
- Fotos: Gentileza
Desde el fin de la que llamamos Guerra Fría siento que una vez más estamos como en una cornisa frente al abismo y que a nuestras espaldas un nutrido grupo de poderosos y poderosas se preparan para empujarnos.
“Como en una cornisa frente al abismo. La ofensiva israelí en el Líbano reproduce esa imagen, retroceder o caer”, dijo en estos días el colega periodista Marcelo Cantelmi en el diario Clarín de Buenos Aires. Hace foco en el Oriente Cercano. Gaza, Cisjordania e Israel están incluidos en el campo que constituyó para el análisis. Añade en un segundo círculo a Irán, a Estados Unidos e incluso a Europa. La Unión Europea (UE) también transita sus tragedias. Desde febrero de 2022 cuando Rusia invadió Ucrania.
Volver al horror. Poco más de medio siglo atrás Lawrence Olivier puso su voz a los veintiséis capítulos de “El mundo en guerra”, una magnífica serie documental británica que puso ante nuestros ojos en la tele la tragedia de la Segunda Guerra Mundial. La cornisa, el abismo, retroceder o caer. Situaciones geopolíticas distintas, muy diferentes, pero también veo frente a ese dilema a la aldea global cuando mis sentidos se activan sobre el Palacio de Cristal, en Nueva York, sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Desde el fin de la que llamamos Guerra Fría siento que una vez más estamos “como en una cornisa frente al abismo” y que a nuestras espaldas un nutrido grupo de poderosos y poderosas se preparan para empujarnos. Hablan de libertad y libertades. Eufemistas y letales. Conjugan en todos sus tiempos el verbo disentir en procura de parecer moderados. Aseguran creer “en la defensa de la vida de todos; en la defensa de la propiedad de todos; en la libertad de expresión para todos; en la libertad de culto para todos; en la libertad de comercio para todos” y, desde esa plataforma dialéctica, exigen a la ONU “retomar los principios que le dieron vida y volver a adaptar el rol para el que fue concebida”.
Palabras a la marchanta. Discursos sobre la nada para decir que las otredades van en el sentido opuesto de la historia… como ellos y ellas la imaginan. Algunos años atrás, tal vez en 2009, supe a través de la lectura que dos intelectuales de fuste y amigos mantuvieron nutritivas tertulias para intercambiar pareceres sobre generalidades y sin hacer foco sobre persona alguna en particular.
CUALIDAD SOCIAL
Aquellas líneas me atraparon y –como quienes fueron sus protagonistas– también las asumo y repito como impersonales, aunque pueden aplicar a millones en la imaginación de quien padezca de patologías conspiranoicas. “La imbecilidad es una cualidad social y, en lo que a mí respecta, también puedes llamarla de otro modo, dado que para algunos ‘estúpido’ e ‘imbécil’ son términos que se refieren a la misma cosa”, disparó aquel hombre serenamente.
Su interlocutor lo miraba con atención y en silencio. “El imbécil es aquel que siempre, llegado el momento, se le ocurrirá decir exactamente lo que no debería decir”, agregó aquel con inconfundible aire académico. Sus bigotes negros contrastaban contra su blanca barba. Detrás de aquellos anteojos livianos que siempre usaba montados la nariz o por encima de ella, sobre la frente, para descansar un poco sus ojos, no quitaba la mirada de quien lo escuchaba.
Parecía que quería registrar cada uno de los gestos de sus interlocutores para regular su mensaje. Para ir por más o por un poco menos. En cuatro oportunidades dialogué con él. En algunas ocasiones –cada vez menos– hacer periodismo permite conversar con hombres y mujeres brillantes. Aquellos y aquellas cuyas palabras se guardan para siempre en la memoria.
Pero regresemos a aquel diálogo que no presencié. “Yo creo que al estúpido no le basta con equivocarse. Afirma claro y fuerte su error, lo proclama a los cuatro vientos, quiere que todos lo escuchen. Es sorprendente ver lo estridente que es la estupidez. ‘Ahora sabemos por fuentes fidedignas que…’”. “Y le sigue una garrafal sarta de estupideces”, replicó quien lo escuchaba. Tal vez por un momento hayan intercambiado silencios. Calvos ambos se encontraban rodeados de estantes cargados con libros. Nunca hubiera imaginado aquella escena de sus vidas cotidianas con ninguna otra escenografía. ¡Qué bueno haber sabido de aquellas tertulias cuando la presente centuria comenzaba!
TERTULIAS
Recuerdo que fue cuando casi finalizaba la primera década cuando supe que Umberto Eco (1932-2016) y Jean-Claude Carrière (1931-2021) –escritor, filósofo, semiólogo y profesor universitario italiano, el primero; actor y guionista francés, el segundo– se reunieron con frecuencia para charlar. Tertulianos vocacionales.
Comprometido y con actitud didáctica, Eco continuó para diferenciar claramente estupidez de imbecilidad. “El estúpido es diferente (porque) su déficit no es social, sino lógico. A primera vista, tal parece que razona de una manera correcta; y resulta muy difícil darse cuenta, (pero) de inmediato (se advierte) que esto no es así (y), por eso es peligroso”.
En ese contexto, alcanzaron un primer acuerdo que propuso el francés. “Deberíamos ocuparnos específicamente del estúpido”. Eco asintió pensativo. “Tienes toda la razón (porque) si empiezas a afirmar con insistencia una verdad común, trivial, de inmediato se transforma en una estupidez…”. Carrière respondió de la mano de Flaubert (Gustav, 1821-1880, el autor de Madame Bovary, quien dice que “la estupidez consiste en querer sacar conclusiones”, en tanto que “el imbécil quiere llegar, por sí solo, a soluciones perentorias y definitivas (porque) le gustaría ponerle fin de una vez y para siempre a los argumentos”.
Eco no esperó más: “Me parece que la estupidez es un poco diferente a la estulticia. Se puede ser un estúpido sin llegar a ser por completo una ‘bestia’ (o) ser, por casualidad, un estúpido”. Aquellos encuentros –”esta pesquisa sobre la estupidez”, diría el francés– se sostuvieron por “algunos años”. A veces en el departamento de Jean-Claude, en París y otras, en la casa de campo de Umberto en Monte Cerignone, provincia italiana de Pesaro y Urbino, en la serrana región de las Marcas, escasamente habitada. Huelga decir que hubiese querido estar allí, por cierto. Solo para escuchar y, tal vez, tomar notas.
Vuelvo a las y los ideólogos de la nada misma. Alguien debiera proponerles leer y releer, por lo menos, el preámbulo de la Carta de las Naciones. “Nosotros, los pueblos de las Naciones Unidas, resueltos a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la humanidad sufrimientos indecibles”. ¡Esa fue, es y será la idea que se firmó en San Francisco el 26 de junio de 1945! El jueves último en la mañana, desde Cataluña, recordó aquel texto, que debiera ser sagrado para quienes se expresan en nombre de la libertad y la paz, don Federico Mayor Zaragoza al momento de iniciar –desde Montevideo, Uruguay, y para el mundo– las actividades de la flamante Cátedra UCLAEH-UNESCO que coordina el magíster Luis Carrizo y se propone profundizar en el estudio de las “transformaciones sociales y la condición humana desde la perspectiva del pensamiento complejo del pensador Edgar Morin de cara al siglo XXI” que se presenta complejo y amenazante.
CIENCIA CON CONCIENCIA
“Ciencia con conciencia para alcanzar una conciencia con ciencia”, un puñado de minutos después propone desde París Nelson Vallejo-Gómez, filósofo colombo-francés a través de Youtube en el transcurso de esa inauguración. A su tiempo, Ana Sánchez Torres, miembro del Instituto Universitario de Estudios de la Mujer de la Universitat de Valencia, enfatiza que “la lógica dicotómica del pensamiento occidental es reduccionista” y propone “priorizar las relaciones dialógicas”.
La Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (AGUN) sesionó una vez más en la semana que pasó. Así suele suceder todos los setiembres en cada año. Jefes de Estado, de Gobierno, cancilleres, se hicieron oír en el hemiciclo del Palacio de Cristal en Nueva York hasta el martes último. El secretario general de ese organismo multilateral, Antonio Guterres, sostuvo ante líderes y lideresas globales que “los tres males mayores” que afectan al mundo son “la impunidad, que se repite en todos los grandes conflictos actuales –en Gaza, Líbano, Ucrania o Sudán–, la desigualdad que se agrava cada vez más entre los países y dentro de cada país, y la incertidumbre que generan la crisis climática y (el avance de) una inteligencia artificial descontrolada”.
Las palabras con las que expresó su ponencia –y hasta la gestáltica del alto funcionario– comunicaron preocupación, agobio, decepción, pero también deseo de seguir adelante. A la hora de producir sentido, Guterres se preguntó y preguntó cómo es que sucede que en clara violación de la Carta de la ONU y del derecho humanitario se puede “invadir otro país, devastar sociedades enteras o ignorar olímpicamente el bienestar de su propia población”.
Su diagnóstico fue duro porque dio cuenta de sucesivas acciones de crueldad extrema con las que “cada vez más países llenan espacios de la división geopolítica y hacen lo que quieren sin rendición de cuentas”. Marcó diferencias con los tiempos de la Guerra Fría porque en su análisis, por aquellos años había límites y, por el contrario, “uno siente que no existen hoy (líneas rojas ni guardarraíles), ni tenemos un mundo unipolar”.
Cada una de sus palabras resonaban con fuerza. Los datos s o n abrumadores. Reveló que el 43 % de la riqueza mundial está en manos del 1 % de la población global que supera los 8 billones de personas. “Entre los 75 países más pobres del mundo, dos tercios están peor que cinco años atrás”, pero, en ese mismo tiempo, “los cinco hombres más ricos han duplicado sus fortunas”.
REVERSIBILIDAD
En ese contexto enfatizó que “el estado de nuestro mundo es insostenible” y aseguró que “no podemos seguir así”. Pero, sin embargo, considera que “los retos a los que nos enfrentamos (para contener y revertir la situación) no son irresolubles”. ¿Qué es lo que no se entiende? Don Antonio no decodifica la grave situación en soledad.
Un par de días antes, el colega periodista Joseba Elola, en diario El País, sostiene que “la guerra siempre es una mala idea” y advierte que “nuestro mundo ha abrazado una dinámica peligrosa (porque) estamos viviendo un periodo cuya beligerancia no se veía desde el final de la Guerra Fría. Y con innovaciones técnicas de guerra sucia que producen escalofríos”.
En tono de advertencia luego sostiene que “Ucrania, Gaza y Sudán son los tres focos (bélicos) fundamentales, con sus respectivas ondas expansivas, de esta tragedia”; y que, como consecuencia de ello, “casi 600.000 personas han muerto entre 2021 y 2023 en todo el mundo”. Desde esa perspectiva añade que por “el aumento de las oleadas de refugiados y desplazados (se) están alimentando discursos racistas” y sostiene que esta última situación “nutre electoralmente a las ultraderechas (y, por lo que se ve, a algunas derechas no tan ultras)”. Completa su reporte con una denuncia que estremece. “El gasto mundial en defensa vuelve a crecer, un 7 %, por noveno año consecutivo”, lo que “significa sustraer dinero de otras necesidades” sociales en áreas como “sanidad, educación o crisis climática”. Grave. La maltratada aldea global está en el borde mismo del abismo.
“La paz más desventajosa es mejor que la guerra más justa”, sentenció Erasmo de Rotterdam. Recuerdo aquella lúcida observación junto con Elola, que la consigna en su texto. Sin embargo y pese a tanta evidencia, las violencias no se detienen. La hipoacusia política, desde siempre, es voluntaria. “Razones de seguridad nacional”; “soberanía”; “dios”; “la patria”; “el honor nacional”; “el derecho natural”; “la historia”. Pareciera que todo vale como fundamento (¿excusa?, ¿argumento?, ¿fundamentación?) para hacer la guerra, para eludir la paz o para terminar con ella.
LAS PALABRAS Y SUS CONSECUENCIAS
Peligros y amenazas no son escasos. Los debates se multiplican. La palabra libertad – como ideal de vida– es abusada. Flamantes líderes y lideresas emergen con discursos preocupantes y sus palabras tienen consecuencias. El colega periodista Jorge Elías, a través de El Ínterin –www.elinterin.com, que dirige y recomiendo–, especializado en asuntos internacionales, reporta que el Global State of Democracy 2024 del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral, con sede en Estocolmo desde 1975, después de evaluar 158 países, concluye que “en una de cada tres elecciones, el porcentaje promedio de votantes ha disminuido del 65,2 % en 2008 al 55,5 % en 2023″.
Agrega que “en dos de cada 10 elecciones entre 2020 y 2024, uno de los candidatos o los partidos derrotados rechazaron el resultado”. Donald Trump desde 2020 hasta hoy miente enfáticamente e insiste en que Joe Biden, actual presidente norteamericano, no triunfó en aquellas elecciones. En el mismo reporte se asegura que “en 2023, la democracia tuvo el peor declive en elecciones en casi medio siglo por la intimidación de los gobiernos, la interferencia extranjera, la desinformación y el uso indebido de la inteligencia artificial”.
¿Qué es lo que se incomprende? Guterres, en la ONU, al igual que los colegas periodistas Cantelmi, Elola y Elías reportan datos que van en la misma línea desde perspectivas y objetivos bien diferentes. Preocupante, por cierto. Y lo es más cuando en las redes circulan con altísima velocidad múltiples discursos de odio y diatribas contra la democracia en nombre de la libertad sin tener presente la condición humana que –como lo explica el maestro Edgar Morin (103)– “debería ser objeto esencial de cualquier educación”.
HOJA DE RUTA
Es preciso saber, comprender y comprehender que “el ser humano es a la vez físico, biológico, psíquico, cultural, social, histórico”, para entender el verdadero sentido que proponen sucesivamente la Agenda del Milenio (2000- 2015), la aún vigente Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible y el flamante Pacto del Futuro (2030-2045) que, además, son una suerte de hojas de ruta que cada Estado-nación puede y debe adoptar o no a su legislación interna. No son imposiciones. Cada uno de esos documentos asumen la humanidad con “ciencia y conciencia” sin escindirla tanto “de su identidad compleja” como “de su identidad común a todos los humanos”. Oponerse críticamente a tales premisas a partir de saberes específicos epistemológicamente alineados con algunos conocimientos “completamente desintegrados (de la condición humana) a través de las disciplinas” tradicionales suele generar lo que se conoce como “ceguera del conocimiento”.
Quien quiera oír, que oiga. Quien quiera ver, que vea. ¿Desde dónde empezar entonces para evitar el no ver? “Somos especie, somos sociedad, somos cultura, somos libertad... ¿qué somos? (vale pensarlo y recordarlo porque) allí emerge la condición humana”, propone con sabiduría Ana Sánchez Torres, desde Valencia.
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Hezbolá, una poderosa formación armada de Líbano
El movimiento libanés Hezbolá, cuyo jefe, Hasán Nasralá, fue eliminado por el ejército israelí en un bombardeo al sur de Beirut el viernes, es uno de los principales enemigos de Israel. Esta formación política y militar creada, armada y financiada por Irán, libró un mortífero conflicto con Israel en 2006, que traumatizó a la sociedad libanesa y que al grupo le sirvió para consolidar su poderío.
Tras el ataque del movimiento islamista Hamás en el sur de Israel el 7 de octubre, que desencadenó la guerra en la Franja de Gaza, Hezbolá reactivó el frente norte de Israel, en “apoyo” a su aliado palestino. Los enfrentamientos transfronterizos derivaron en un conflicto casi generalizado a principios de esta semana, con Israel lanzando una campaña masiva de bombardeos en los bastiones de Hezbolá en el sur y en el este de Líbano, así como en la periferia sur de Beirut.
Desde hace meses, Israel ha debilitado considerablemente a este movimiento, matando uno a uno a sus principales comandantes, incluido su jefe militar, Fuad Shukr, que murió en julio en un bombardeo en un suburbio al sur de Beirut. La muerte de Hasán Nasralá es un duro golpe para el movimiento.
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Guerra de 33 días
El “Partido de Dios” fue creado en 1982 tras la invasión israelí de Líbano, a iniciativa de los Guardianes de la Revolución, el ejército ideológico de la República Islámica de Irán. Se convirtió en la punta de lanza de la lucha contra Israel, que se retiró progresivamente de Líbano hasta que, en el 2000, abandonó el sur del país tras 22 años de ocupación.
Desde entonces, el grupo libanés e Israel se enfrentaron episódicamente, hasta librar una guerra en 2006 tras el secuestro de dos soldados israelíes en la frontera entre ambos países. Israel lanzó entonces una gran ofensiva. La guerra, de 33 días, mató a 1.200 libaneses -sobre todo civiles- y a 160 israelíes, militares en su mayoría.
La resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU, que puso fin a la guerra, estipula que solo el ejército libanés y los cascos azules de Naciones Unidas deben ser desplegados en el sur de Líbano. Pero Hezbolá mantuvo su presencia en la región, donde, según los expertos, cavó una red de túneles.
Reforzó su arsenal, que incluye misiles guiados, y reivindica tener más de 100.000 combatientes. Las principales instituciones del movimiento se encuentran en el suburbio del sur de Beirut, desde que Israel mató en 1992 al predecesor de Nasralá, Abas Masaui.
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Expansión regional
Hezbolá es la más influyente de las formaciones del “eje de la resistencia” promovido por Irán contra Israel, que reúne al Hamás palestino, a los rebeldes hutíes de Yemen y a grupos iraquíes. El partido también apoyó militarmente al régimen de Bashar al Asad en Siria, donde un levantamiento popular en 2011 derivó en una insurrección armada. Pero, desde que se congelaron las líneas del frente, la formación redujo su contingente en el país.
Al término de la guerra civil libanesa (1975-1990), Hezbolá es la única facción que conserva sus armas, en nombre de la “resistencia” contra Israel. Se impuso como una fuerza política ineludible y sus detractores lo acusan de constituir un “Estado dentro del Estado”. Nasralá era considerado como el hombre más poderoso del país.
Formaba parte del gobierno y del Parlamento, donde ni su bando ni sus adversarios cuentan con mayoría absoluta, lo que hace que, desde hace dos años, no se haya elegido aún a un presidente de la República. Su popularidad y su creciente influencia dentro de la comunidad chiita se apuntala en una extensa red de escuelas, hospitales y asociaciones al servicio de sus simpatizantes.
Estados Unidos clasificó en 1997 a Hezbolá en su lista de organizaciones “terroristas” y sometió al grupo a sanciones económicas y bancarias. Washington lo acusa de dos atentados simultáneos, ocurridos el 23 de octubre de 1983 en Beirut, que le costaron la vida a 241 Marines estadounidenses y a 58 paracaidistas franceses. También le imputa tomas de rehenes occidentales durante la guerra en Líbano.
Desde 2013, la UE también considera a la rama armada del movimiento como una organización “terrorista”. El partido ha sido acusado de implicación en el asesinato del ex primer ministro libanés Rafic Hariri, por el que dos de sus miembros fueron condenados en ausencia a cadena perpetua en 2022.
Fuente: AFP.