Kamala Harris acorraló varias veces ayer martes a Donald Trump durante un debate para las elecciones presidenciales salpicado de ataques personales y políticos del que la demócrata salió muy airosa.

Tanto es así que su equipo de campaña afirmó que “Harris está lista para un segundo debate”. También gustó a la cantante Taylor Swift, quien prometió votar por esta “guerrera” porque “lucha por aquellos derechos y causas” con las que ella se identifica.

Un apoyo muy útil por su enorme influencia en millones de jóvenes. Y por supuesto contó con el de su marido Doug Emhoff: “Has ganado el debate, pero no hemos ganado nada más”, comentó.

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“Tenemos mucho trabajo” por delante, reconoció la vicepresidenta y candidata demócrata de 59 años. Su rival y expresidente Trump, de 78 años, también se proclamó ganador. En su plataforma Truth Social lo consideró “su mejor debate”.

“Harris ganó”

“Trump lo hizo muy mal y Harris ganó por un amplio margen”, estimó el politólogo Larry Sabato. “Es posible que esto no mueva mucho las encuestas”, actualmente muy igualadas cuando faltan ocho semanas para los comicios, recordó Julian Zelizer, profesor de la Universidad de Princeton.

“Pero ella lo empujó hacia el tipo de discurso que ilustra el caos que él trajo a la escena política”, añadió. El debate en la cadena ABC comenzó con un apretón de manos entre ambos, pero casi desde el minuto uno saltaron chispas.

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De pie detrás del atril, él permaneció serio sin apartar la vista de la cámara. Ella giraba de vez en cuando la cabeza para mirarlo con socarronería a lo largo de la hora y media de debate transmitido desde Filadelfia, cuna de la democracia estadounidense en el este del país.

“Nos dejó el peor desempleo desde la Gran Depresión (...) la peor epidemia de salud pública en un siglo (y) el peor ataque a nuestra democracia desde la Guerra Civil, y lo que hemos hecho es limpiar el desastre de Donald Trump”, dijo Harris.

Ataques personales

También le acusó de difundir un “montón de mentiras” sobre el aborto que “insultan a las mujeres”. Trump la llamó “marxista” y se explayó todo lo que pudo con su tema favorito: la migración.

“Muchas de estas personas que llegan son criminales, y eso también es malo para nuestra economía”, sostuvo. “Están tomando puestos de trabajo que ahora ocupan afroestadounidenses e hispanos y también sindicatos”, dijo el republicano, como parte de su retórica antimigrante.

Fue más allá repitiendo el bulo de que los migrantes comen “perros”, “gatos” y “las mascotas” de los habitantes de una ciudad de Ohio (noreste), un rumor pregonado desde el lunes por republicanos y desmentido por las autoridades. A medida que avanzaba el debate elevaba el tono agresivo.

“Estoy hablando”

“Estoy hablando, si no te importa, por favor”, soltó en un momento a la vicepresidenta. Según Trump, el intento de asesinato del que fue víctima en julio se debió “probablemente” a las críticas de sus rivales que lo califican como “una amenaza para la democracia”.

Acusó a la demócrata de haber “copiado” el programa económico del presidente saliente, pero ella le recordó que ya no compite con Joe Biden sino con ella. La vicepresidenta tampoco evitó las descalificaciones personales.

Aunque metió el dedo en la llaga, como cuando le dijo que la gente se iba de sus mítines antes de tiempo por “aburrimiento”, no logró sacarlo de sus casillas. Acusó a Trump de utilizar la raza “para dividir al pueblo estadounidense” y de ser el hazmerreír internacional.

En su opinión los “dictadores y autócratas están deseando” que Trump vuelva a ser presidente porque pueden manipularlo “con halagos y favores”. El presidente ruso Vladimir Putin “se comería vivo” a Trump y ya estaría sentado en Kiev si el republicano fuera presidente”, declaró.

El republicano se negó por su parte a decir si desea o no una victoria de Ucrania frente a Rusia. “Ella odia a Israel. Si se convierte en presidenta, no creo que Israel exista en dos años”, dijo el expresidente. Como cabía esperar ella lo negó.

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Durante décadas estos debates permitían a un candidato distinguirse de su rival, pero no hacían mella en la campaña. Hasta el pasado junio, cuando el pésimo desempeño del presidente Joe Biden precipitó su caída e hizo que el 21 de julio pasara el testigo a su vicepresidenta.

Pero muchos estadounidenses (el 28% según un sondeo New York Times/Siena College) no se hacen una idea de cómo es y qué propone. Así que intentó convencerlos para que confíen en ella. Les propuso “un nuevo camino hacia adelante” para dejar atrás la era Trump.

Ambos necesitan a los votantes indecisos, sobre todo a aquellos de los estados bisagra, es decir que votan por uno u otro partido en función de los candidatos. Esto les otorga un poder descomunal en las elecciones debido al sistema de votación por sufragio universal indirecto.

Fuente: AFP

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