El presidente boliviano, Luis Arce, cambió ayer lunes a su ministro de Hidrocarburos y Energía, en medio de una severa crisis en el suministro de los combustibles subvencionados. En un acto en la sede de gobierno, Arce juramentó a Alejandro Gallardo en reemplazo de Franklin Molina, quien venía siendo blanco de las protestas de transportistas y comerciantes ante la cíclica escasez de gasolina y diésel.

Incluso en medio de una reciente huelga pidieron su destitución y la de otras autoridades del sector. “Estamos apuntando a reducir la dependencia de los combustibles importados, mediante acciones que permitan la diversificación de opciones”, afirmó Gallardo, sin ahondar sobre las alternativas a la crisis.

Desde el año pasado Bolivia registra cada dos o tres meses problemas en la venta de combustibles, lo que ha provocado bloqueos de caminos de transportistas de carga y de pasajeros. De acuerdo con el Viceministerio de Hidrocarburos, Bolivia consume por día unos 7 millones de litros de diésel y unos 6 millones de gasolina. Importa un 70 % de ese primer carburante y un 50 % del segundo.

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Bolivia, además, subvenciona la importación de combustibles. En 2023 destinó 1.100 millones de dólares y para 2024 presupuestó 1.408 millones. Ese gasto significó una profunda caída de sus reservas internacionales. Junto a la gasolina y el diésel, los bolivianos también sufren por la falta de dólares en el sistema financiero privado.

En el mercado negro la divisa se cotiza un 50 % por encima del precio oficial. El gobierno de Arce planteó la semana pasada un referendo para que los bolivianos decidan si se mantienen el oneroso subsidio a los combustibles.

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Fuente: AFP.

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