Con el rostro sucio de hollín y aturdido, Klearchos Smaraidas permanece cerca de su fábrica calcinada en las afueras de Atenas, donde murió una de sus trabajadoras, en plantilla desde hacía 20 años. Aún conmocionado Smaraidas explica que el cadáver fue encontrado en las instalaciones sanitarias el lunes por la noche en su fábrica en Patima Halandriou, un municipio aledaño a Atenas parte de cuyos 70.000 habitantes fueron evacuados ante la amenaza de los incendios que afectan Grecia hace tres días.

“Era perfecta. En todos los aspectos”, subraya Smaraidas, con el rostro manchado de hollín negro. “Trabajó para mí durante 20 años. Probablemente murió por falta de oxígeno. Es trágico”, añade el empresario de 74 años. La mujer, de unos sesenta años y de nacionalidad moldava, es considerada la primera víctima de la catástrofe que azota Grecia y que sigue luchando el martes contra las llamas por tercer día consecutivo.

Más de 60 personas están han tenido que recibir atención médica hasta el momento. Alimentado por fuertes vientos, el peor incendio forestal del año en Grecia se propaga en un territorio seco, obligando a miles de personas a huir de sus hogares.

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Los incendios más graves del verano

Dentro de la pequeña fábrica, ahora salpicada de sillas o mesas quemadas, se colocó un ramo de flores blancas en homenaje a la víctima. En las cercanías los coches quedaron reducidos solo a sus chasis. Un hombre presente en el lugar explica que otros empleados huyeron por la parte trasera cuando se declaró el incendio, pero que la empleada fallecida tuvo demasiado miedo y se refugió en los sanitarios pensando que allí estaría a salvo.

“No tenemos ropa ni dinero, todo se quemó. Me siento deprimido, desesperado y triste”, afirma Sakis Morfis, un residente de una casa cercana. El barrio y las calles aledañas fueron escenario el lunes por la noche de una actividad frenética para intentar apagar los incendios con baldes, mangueras y extintores.

“Los pinos son como una cerilla. Esta zona está cerca del bosque, así que se vio afectada”, explica Asterios, un bombero de 45 años. Él y sus colegas están allí para asegurarse de que no se inicie ningún nuevo foco y para evitar que la gente se adentre en el área. “Son los incendios más graves del verano”, continúa. “Debido al calor, y con el viento, se propagaron a una velocidad increíble”, destaca.

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Fuente: AFP.

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