El Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de Venezuela iniciará una fase de “peritaje” con las pruebas recolectadas durante un recurso solicitado por el mandatario Nicolás Maduro para “certificar” su victoria en las presidenciales del 28 de julio, tras lo cual emitirá una decisión de carácter inapelable, dijo este sábado la presidenta de la máxima corte.
“Esta sala electoral continúa con el peritaje iniciado el 5 de agosto del 2024 a los fines de producir la sentencia definitiva que dé respuesta al presente recurso”, dijo la magistrada Caryslia Beatriz Rodríguez, al frente del TSJ y de la sala electoral.
Lo que determine la corte “tendrá carácter de cosa juzgada por ser este órgano jurisdiccional la máxima instancia en materia electoral por lo que sus decisiones son inapelables y de obligatorio cumplimiento”, subrayó Rodríguez durante un pronunciamiento al que fueron convocados representantes del cuerpo diplomático.
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El TSJ, acusado por la oposición de favorecer con sus sentencias al gobierno, llamó a comparecer a los candidatos tras aceptar un recurso de Maduro, en medio de denuncias de fraude, para que la máxima corte certifique el proceso. Otros ocho candidatos minoritarios también fueron llamados.
La Sala Electoral del TSJ convocó al mandatario izquierdista, reelecto para un tercer mandato consecutivo de seis años, y a su principal rival, Edmundo González Urrutia, a quien Maduro amenazó con cárcel al acusarlo de liderar un golpe de Estado junto a la líder opositora María Corina Machado.
González Urrutia no acudió
González Urrutia no acudió a los llamados de la máxima corte al considerar que comparecer ponía en riesgo su libertad y los resultados de las elecciones del 28 de julio, que asegura haber ganado con el 67 % de los votos.
“Si acudo a la Sala Electoral (del Tribunal Supremo de Justicia, TSJ) en estas condiciones estaré en absoluta vulnerabilidad por indefensión y violación del debido proceso, y pondré en riesgo no solo mi libertad, sino, lo que es más importante, la voluntad del pueblo venezolano”, subrayó el opositor de 74 años en un comunicado en redes sociales divulgado el 8 de agosto.
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La oposición publicó en un sitio web copias de más del 80 % de las actas que aseguran prueban su triunfo, pero el chavismo tacha de fraudulento el material publicado. El Consejo Nacional Electoral (CNE), también de línea oficialista, proclamó vencedor a Maduro con 52 % de los votos, pero a la fecha no ha publicado el detalle del escrutinio alegando su sistema fue jaqueado.
Fuente: AFP
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Cinco temas cruciales que están en juego con las elecciones en EE. UU.
Kamala Harris y Donald Trump apuran sus últimas horas de campaña este lunes en el estado de Pensilvania, en el último día de unas elecciones muy reñidas que tienen en ascuas al mundo. La vicepresidenta demócrata y su rival, el expresidente republicano, pelean por los estadounidenses indecisos para desempatar las encuestas. Pero los sondeos pueden ser engañosos, especialmente en Estados Unidos donde no cuenta el voto popular para ganar las elecciones sino los del Colegio electoral.
Cada estado tiene un número de delegados o compromisarios proporcional al tamaño de la población y hacen falta 270 sobre un total de 538 para hacerse con la presidencia. Por eso se centran en los siete estados claves en los que ningún partido tiene el voto asegurado. Pensilvania es posiblemente el más importante de ellos, con nada menos que 19 votos electorales. Todo parece oponer a los dos candidatos para la elección presidencial del 5 de noviembre, desde los impuestos hasta el aborto. ¿Pero, qué está en juego en términos políticos en esta campaña descrita como histórica?
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Economía
Después de tres años de una fuerte inflación, el poder de compra es un tema de preocupación para muchos estadounidenses. Donald Trump, que en su gestión redujo los impuestos a los más ricos y a las empresas, prometió elevar los aranceles a más del 10% en todas las importaciones, lo que, según él, le permitirá financiar una amplia reducción de impuestos. El candidato republicano también se comprometió a hacer de Estados Unidos “la capital mundial del bitcoin y las criptomonedas”.
De su lado, la demócrata Kamala Harris se presentó como la candidata de la clase media y quiere crear una “economía de posibilidades”. Aunque ha asumido algunos de los compromisos de Joe Biden sobre los impuestos a las grandes fortunas, también los ha moderado. Harris promete desgravaciones fiscales por el nacimiento de un hijo, ayudas para dar acceso a la vivienda e incentivos a la creación de empresas.
Inmigración
Para Trump es prioritaria la situación en la frontera con México. Y también es un tema sensible en la campaña, cuando se ha registrado un pico de ingresos ilegales durante la administración de Biden. El republicano, que en su campaña de 2016 prometió construir un muro a lo largo de la frontera, ha ido más lejos esta vez, al plantear la mayor operación de expulsión de migrantes ilegales de la historia de Estados Unidos.
Su retórica xenófoba y deshumanizante sobre los migrantes se repite en sus discursos. Ha usado términos como “invasión”, “hordas” y “el envenenamiento de la sangre estadounidense”. A la defensiva sobre el asunto, Harris ofrece aplicar una política dura. Considera que las personas que ingresan al país de forma ilegal tienen que enfrentar “consecuencias”. También respaldó un proyecto de Biden de invertir en barreras físicas en las fronteras.
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Aborto
El derecho al aborto podría motivar a más estadounidenses tradicionalmente menos politizados a acudir a las urnas, en particular a las mujeres, lo que podría favorecer a los demócratas, porque en paralelo a las presidenciales se celebrarán referendos sobre el tema en diez estados. Es la primera elección presidencial desde que la Corte Suprema, en la que Trump nombró nuevos jueces, revirtió en junio de 2022 la protección federal al aborto, al revocar la sentencia “Roe contra Wade”, que desde 1973 garantizaba el derecho al aborto a las estadounidenses.
Harris hizo de este un tema fundamental en su campaña y responsabiliza a su rival de la situación actual, que describe como “horrible y desgarradora”. La demócrata quiere una ley federal que reanude las disposiciones de la sentencia “Roe contra Wade”. Trump vacila sobre el tema. El expresidente defiende haber dejado el asunto en manos de los estados gracias a la decisión de la Corte Suprema, pero considera que algunos “fueron demasiado lejos”. Según el candidato, su administración será “excelente para las mujeres, pero ha dejado entender que podría usar su poder como presidente para limitar el acceso a los medicamentos para abortar.
Relaciones internacionales
Con una campaña desarrollada en un contexto de guerras en Oriente Medio y en Ucrania, la postura de ambos candidatos está bajo el escrutinio de ciertos grupos de votantes. El republicano, que cree que Estados Unidos nunca fue tan poco respetado en el mundo, asegura que resolverá estos conflicto sin demora, pero nunca explica cómo.
Trump también ha criticado el enorme financiamiento de Washington a Kiev desde 2022. A la inversa, Harris prometió que se mantendrá “firmemente del lado de Ucrania” y que no será “amiga de dictadores”, contrariamente a su rival. Aunque ambos expresan su apoyo al “derecho a la defensa” de Israel, la vicepresidenta intentó equilibrar su discurso insistiendo en el sufrimiento de los palestinos.
Clima
Estados Unidos es el segundo mayor emisor de gases efecto invernadero en el mundo después de China, pero el tema casi no ha sido abordado por los candidatos, que tienen visiones completamente opuestas. Trump es un escéptico del cambio climático y quiere eliminar las subvenciones a las energías renovables y los autos eléctricos, que, en su opinión, perjudican a las empresas. También ha prometido “perforar a toda costa” y prevé salir de nuevo del Acuerdo de París.
Harris, en cambio, esta comprometida a “continuar y desarrollar el liderazgo internacional de Estados Unidos sobre el clima” y ha respaldado gran parte del plan de transición energética de Biden. Como senadora por el estado de California apoyó el “Nuevo Pacto Verde”, una resolución que busca reducir drásticamente las emisiones de gases efecto invernadero.
Fuente: AFP.
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EE. UU. llega a su gran día electoral sin un vencedor claro en el horizonte
Los ciudadanos estadounidenses están llamados mañana martes a las urnas para determinar el futuro político del país durante los próximos cuatro años. La vicepresidenta Kamala Harris aspira a prolongar el gobierno demócrata ante un Donald Trump que busca hacer historia volviendo a la Casa Blanca cuatro años después, en un contexto en el que las encuestas evitan dar por sentada la victoria de alguna de las dos candidaturas.
Aunque el proceso como tal lleva semanas en marcha habida cuenta de que los ciudadanos ya han podido votar por correo e incluso de manera presencial, mañana será el gran día. Cuando cierren los colegios electorales -la mayoría lo harán entre la 1:00 y las 6:00 de la España peninsular-, comenzará un goteo de proyecciones y resultados a partir del cual conocer al futuro inquilino de la Casa Blanca.
Técnicamente, los ciudadanos no eligen de manera directa al presidente, sino a los integrantes del Colegio Electoral, en virtud de un particular sistema que establece que la candidatura vencedora en cada estado se lleva todos los representantes en juego en dicho territorio; a excepción de Maine y Nebraska, donde el reparto es proporcional.
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No existe un gran organismo federal en el que seguir la noche electoral, por lo que el goteo de proyecciones de los grandes medios irá tiñendo el mapa de azul o rojo en función de cada estado. La media general de encuestas da una clara ventaja a Harris en voto popular, pero la exsecretaria de Estado Hillary Clinton experimentó hace ocho años que no basta con obtener más sufragios que su rival sino imponerse en zonas claves, los conocidos como ‘swing states’.
Estos territorios no votan claramente demócrata o republicano y oscilan en función de cada cita. La media nacional de encuestas de RealClearPolitics apunta que en los estados en disputa, Trump mantiene su ventaja en Arizona, Nevada, Pensilvania, Carolina del Norte y Georgia, mientras que Harris parte por delante en Wisconsin y Michigan.
El contador de cada candidato irá subiendo a lo largo de la noche y una vez que uno de ellos alcance los 270 electores, más de la mitad de los integrantes del Colegio Electoral, se le proclamará ‘de facto’ vencedor. La tradición marca entonces una sucesión de discursos de victoria y derrota, si bien Trump hace cuatro años se negó a reconocer públicamente el triunfo del actual presidente, Joe Biden.
La Casa Blanca no es lo único que está en juego, ya que la Cámara de Representantes, controlada actualmente por los republicanos, se renovará totalmente, y en el Senado, con dominio demócrata, se ponen en juego una tercera parte de los escaños. Controlar el Legislativo o al menos una de las dos cámaras es imprescindible para que un presidente pueda tener margen de maniobra política, tanto simbólica como práctica.
Una campaña convulsa
Estados Unidos llega al 5 de noviembre tras una de las campañas electorales más convulsas de la historia reciente. En un inicio, el ‘ticket’ demócrata debían compartirlo Biden y Harris, pero el mal desempeño del presidente en su debate televisado contra Trump -27 de junio- y una sucesión de errores reavivaron el debate sobre su avanzada edad y le forzaron a hacerse a un lado. Su figura parecía ya amortizada.
La ‘número dos’ tomó las riendas con el aval del presidente y sin primarias de por medio, una excepción que el Partido Demócrata intentó solventar con una conferencia nacional destinada a impulsar a Harris y a su nuevo compañero, Tim Walz, gobernador de Minesota.
La mera celebración de la convención permitió a la vicepresidenta, que aspira a ser la primera mujer en la Casa Blanca, dispararse en las encuestas, pero el desgaste de cuatro años en la Administración y la falta de ideas claras o cambios de opinión sobre ciertos temas ha lastrado su popularidad. Su esperanza pasa por atraer a los indecisos que no quieren otros cuatro años de Trump.
En el bando contrario al de Harris está Trump, que se presentó de nuevo a las primarias de los republicanos dispuesto a arrasar y sin un mínimo contrapeso dentro de su partido. Si hace ocho años los moderados intentaron pararle los pies en un primer momento, en 2024 ya todos parecían resignados a asumir lo que a todas luces parecía inevitable.
De hecho, a Trump no parece haberle pasado factura ni el asalto al Capitolio de enero de 2021, protagonizado por cientos de sus seguidores, ni los múltiples frentes judiciales que tiene abiertos. En mayo, se convirtió en el primer presidente condenado en Estados Unidos, por falsificar registros para comprar el silencio de una exactriz porno, Stormy Daniels, poco antes de los comicios de 2016.
Aspira a emular a Grover Cleveland, el único presidente en tener dos mandatos no consecutivos, y lo hace sin variar un ápice su estrategia populista, que le ha llevado a colar en un debate un bulo sobre inmigrantes que comen mascotas o a incorporar como vicepresidenciable al senador J.D. Vance, salpicado también por varias polémicas.
Trump ha sobrevivido en campaña a un intento de asesinato del que salió herido: el 14 de julio, un individuo disparó en pleno mitin en Pensilvania antes de caer abatido por las fuerzas de seguridad. El candidato resultó herido en una oreja, mientras que un hombre que asistía al acto falleció, lo que desencadenó una ola de solidaridad y condena unánime en plena ola de polarización política.
A mediados de setiembre, el magnate volvió a ser víctima de otro intento de ataque en su propio club de golf en Florida, si bien la persona detenida no llegó a efectuar disparo alguno.
Cuatro años
Pase lo que pase este martes, no habrá un recambio inmediato en el Despacho Oval. El sistema político de Estados Unidos viene marcado por una mezcla de leyes y tradiciones que arranca con la celebración de las elecciones el primer martes después del primer lunes de noviembre y concluye el 20 de enero del año siguiente ante la entrada principal del Capitolio con la investidura formal del próximo presidente o presidenta.
Quien pronuncie el discurso triunfante tendrá que lidiar con una economía aparentemente en auge, pero que sigue preocupando a los ciudadanos -un 81 % reconoce que es un aspecto que tendrá en cuenta al depositar su voto, según Pew Research Center-. También la inmigración se ha colado entre las preocupaciones generales, con un Trump hablando abiertamente de “invasión”.
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En materia social, Harris ha hecho especial hincapié en que con Trump en la Casa Blanca derechos de las mujeres como el del aborto estarán en peligro, advirtiendo de una tendencia de retroceso que ya comenzó con un dictamen del Tribunal Supremo en junio de 2022. Tener las riendas del país puede ser además clave para modificar el actual dominio conservador en el Alto Tribunal, ya que el futuro presidente tendrá previsiblemente margen para nombrar a algún magistrado.
Trump también ha hecho gala en campaña de ser un presidente garante de la paz y ha llegado a decir que, si él hubiese seguido cuatro años más en el cargo, Vladimir Putin no se habría atrevido a invadir Ucrania o no existiría la actual escalada de violencia en Oriente Próximo. En lo que sí coinciden ambos aspirantes es en dejar claro que Israel es el principal aliado en esta región, pese a las críticas deslizadas por la Administración Biden al primer ministro Benjamin Netanyahu.
En Europa, tanto en la órbita de la UE como de la OTAN se observa con atención la cita a la expectativa de lo que pueda ocurrir. Harris simboliza para la gran mayoría de los gobiernos la continuidad de las políticas de Biden, mientras que Trump ya demostró que está dispuesto a añadir más presión política, económica o en materia de Defensa sobre sus teóricos aliados europeos.
Fuente: Europa Press
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Trump hizo campaña en un camión de basura
Con chaleco naranja y amarillo fosforescente, Donald Trump se subió a un camión de la basura para sacar partido de un desliz del presidente Joe Biden sobre sus seguidores a seis días de las elecciones presidenciales. “¿Qué les parece mi camión de la basura? Este camión es en honor de Kamala y Joe Biden”, dijo el candidato republicano a la Casa Blanca desde el asiento del pasajero, el miércoles pasado.
Para él, su rival demócrata, la vicepresidenta Kamala Harris, y Biden han ofendido a sus seguidores. La polémica partió en realidad de los republicanos. Uno de los teloneros de un mitin de Trump en Nueva York dijo el fin de semana que Puerto Rico, un Estado libre asociado a Estados Unidos, es como una “isla flotante de basura”.
Hablando de ello, Biden afirmó: “La única basura que veo flotando ahí fuera son sus seguidores”. “Su, su, su demonización de los latinos es inconcebible y es antiestadounidense”, añadió. En la red social X, el presidente intentó quitar hierro al asunto diciendo que se refería “a la retórica odiosa sobre Puerto Rico lanzada por un partidario de Trump”.
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De poco sirvió. El comentario se ha convertido en un balón de oxígeno para el republicano y una losa para la vicepresidenta, que se desmarcó de su jefe diciendo que está “en desacuerdo con cualquier crítica a las personas basada en por quién votan”. Trump aprovechó la ocasión.
“Joe Biden finalmente dijo lo que él y Kamala realmente piensan de nuestros partidarios. Los llamó basura”, afirmó Trump en un mitin en Carolina del Norte y en otro en Wisconsin. “Mi respuesta a Joe y Kamala es muy sencilla: no puedes dirigir Estados Unidos si no amas a los estadounidenses”, afirmó el expresidente republicano (2017-2021).
“Trampas”
En el mitin de Wisconsin, el magnate vestía el chaleco sobre camisa blanca y corbata roja. Bromeó con el público. “¿Dónde está mi chaqueta?”, cuenta que preguntó a su equipo para quitarse el chaleco, pero cambió de opinión cuando le dijeron que lo hacía parecer “más delgado”. El republicano comparó esta situación con la vez en la que Hillary Clinton, su contendiente por la presidencia en 2016, afirmó que la mitad de los seguidores del republicano eran “lamentables”.
“Nos han llamado intolerantes racistas, deplorables fascistas, irredimibles, nazis, y a mí me han llamado Hitler”, se quejó este miércoles. A pocos días de los comicios, aumenta el miedo a que el republicano rechace el resultado, como hizo en 2020, si pierde. Más temprano, denunció “trampas” a “una escala nunca vista antes” en Pensilvania, uno de los estados clave para decidir quién será el próximo inquilino de la Casa Blanca.
La víspera afirmó en las redes sociales que suceden “cosas muy feas” en este estado, en el que perdió por solo 80.000 votos frente a Biden en los comicios de 2020, y pidió a la policía que haga “su trabajo, sin tardar”. El viernes, las autoridades judiciales de un condado de Pensilvania anunciaron la apertura de una investigación sobre un lote de 2.500 solicitudes de inscripción electoral que contenían información de identidad incorrecta. Se están haciendo verificaciones en otros condados, según la prensa local.
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“Si Dios bajara”
Durante el mitin en Carolina del Norte, Trump, de 78 años, estimó que “si Dios bajara de lo alto” para supervisar el escrutinio él podría ganar en California, un bastión demócrata. “Me va muy bien con los hispanos, creo que ganaría”, dijo. Y volvió a atacar los medios de comunicación: “La otra cosa que necesitamos es una prensa honesta y respetada, no la tenemos”.
Harris, de 60 años, también estuvo en Carolina del Norte y en Wisconsin, dos estados clave junto con Pensilvania, Nevada, Míchigan, Georgia y Arizona. “Luchamos por una democracia y, a diferencia de Donald Trump, no creo que las personas que no están de acuerdo conmigo sean el enemigo”, afirmó la exfiscal en sus mítines.
La que puede convertirse en la primera mujer negra presidenta de Estados Unidos prometió “poner al país por encima del partido”. Un mensaje que repitió en Pensilvania. “Todo el mundo tiene derecho a ser escuchado, pero ahora mismo estoy hablando yo”, soltó no obstante a unos manifestantes que la increpaban. Los artistas se vuelcan con la vicepresidenta. A la larga lista se sumó el actor y exgobernador republicano de California Arnold Schwarzenegger.
Fuente: AFP.
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Jennifer Lopez y Maná piden el voto latino para Kamala Harris
La cantante Jennifer Lopez llamó a las mujeres y a los latinos a votar por Kamala Harris en las elecciones presidenciales para tener un final de Hollywood, donde gana “la chica buena”. Hay que responder “presente” para que la vicepresidenta demócrata derrote el martes a su rival, el expresidente republicano Donald Trump, afirmó la diva del pop en un mitin en Nevada, uno de los siete estados más disputados en las elecciones del martes.
“Creo en el poder de las mujeres” y “de los latinos” porque “juntos somos la diferencia en estas elecciones”, afirmó ante un público entregado, el jueves pasado. La artista, de origen puertorriqueño, denunció una vez más los comentarios de un telonero en un mitin de Trump. El humorista afirmó, entre otras cosas, que Puerto Rico es como una “isla flotante de basura”.
“Nos recordó quién es realmente” y no solo “se sintieron ofendidos” los puertorriqueños, sino “todos los latinos de este país, la humanidad y cualquier persona de carácter decente”, sostuvo la cantante hablando de Trump. “Me gustan los finales de Hollywood, me gusta cuando gana el chico bueno, o en este caso, la chica buena”, dijo Jennifer Lopez en el acto, en el que la banda mexicana Maná actuó y pidió el voto para Harris.
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La exfiscal puede contar también con el de la estrella del baloncesto LeBron James. “Vota Kamala Harris!!!!”, publicó The King en la red social X. “Quedan cinco días para una de las elecciones más trascendentales de nuestra vida”, afirmó Harris en otro mitin en Phoenix, Arizona, otro estado clave, en el que actuaron los Tigres del Norte, un grupo muy popular entre los mexicanos.
Criticó el mensaje “lleno de odio y división” de su rival republicano. “Insulta a los latinos, chivo expiatorio de los inmigrantes, y no es solo lo que dice, es lo que hará. Si es elegido, pueden estar seguros de que volverá a implementar las políticas de separación familiar, solo que en una escala mucho mayor que la última vez”, añadió.
Se refiere a la política de “tolerancia cero” aplicada por Trump de 2017 a enero de 2021, por la que miles de niños fueron separados de sus familias para desalentar la llegada masiva de migrantes sin visa por la frontera con México. Trump también trató de ganarse a los latinos, cubriéndolos de elogios.
“Amo a los hispanos”
“Amo a los hispanos. Son muy trabajadores y emprendedores, y son grandes personas. Y son cariñosos, a veces demasiado cariñosos, si quieren que diga la verdad”, soltó en Nuevo México, un estado que según las encuestas votará por Harris. Pero el discurso se centró como es usual en su retórica antimigrante.
“Los migrantes ilegales que llegan a este país matan gente todos los días” y “están desatando una violenta ola de asesinatos por todo Estados Unidos”, afirmó sin pruebas. Más tarde, en otro acto en Nevada, el septuagenario invitó a subir al escenario a la familia del militar Nicholas Douglas Quets, presuntamente asesinado por sicarios de un cártel en México.
Su padre pidió que Estados Unidos participe en la investigación, que México extradite a los asesinos y que los dos países cooperen más estrechamente. “Nos encargaremos de ello, vamos a atrapar a ese tipo (...) Saben quién es”, afirmó Trump. “México nos lo va a dar, tienen que hacerlo”, añadió.
También confirmó que ha demandado a la cadena CBS por haber presuntamente editado una entrevista de Harris. A horas avanzadas de la noche, lo que se anunció como una entrevista con el presentador de derechas Tucker Carlson, acabó siendo una charla. Trump calificó a la vicepresidenta de “individua de bajo coeficiente intelectual... tan tonta como una piedra”.
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“Les guste o no”
El magnate está envuelto en una polémica por haber dicho que protegerá a las mujeres “les guste o no”. Según las encuestas existe una brecha electoral entre mujeres y hombres. Las primeras apoyan a Harris y ellos se inclinan por Trump. Por eso Harris, implicada en la defensa del derecho al aborto, consideró “muy ofensivas” las declaraciones de su rival.
Más de 60 millones de estadounidenses ya votaron por anticipado en estas elecciones muy reñidas en las que las polémicas se encadenan. El miércoles Trump se subió a un camión de la basura para protestar contra el presidente Joe Biden por haber llamado “basura” a sus seguidores. Lo hizo para sacar ventaja de un desliz a pesar de que Harris se desmarcó del comentario y Biden precisó que se refería a “la retórica odiosa” del humorista pro-Trump.
A medida que se acerca el día de la votación, aumenta la preocupación por una posible impugnación de los resultados, e incluso un estallido de violencia, si a Trump se le escapa de las manos la victoria. El expresidente nunca reconoció su derrota en 2020 y ya ha comenzado a hablar de “trampas” en Pensilvania, uno de los estados más codiciados, en el noreste del país.
Fuente: AFP.