- Por Ricardo Rivas
- Corresponsal en la Argentina
- X: @RtrivasRivas
El presidente Javier Milei procura acotar eventuales derrotas parlamentarias que podrían sobrevenir en los próximos días. En el Senado de la Nación, sin embargo, el jueves próximo, con la presencia de la vicepresidenta Victoria Villarruel, se debatirá la aprobación o no del Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) por el que se le asignan a la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) poco más de USD 100 millones para gastos secretos y un proyecto de ley para el financiamiento universitario que el Gobierno advirtió que si se aprobara será vetado.
La semana que pasó las dos cuestiones –que se encontraban en la agenda de trabajo parlamentario– no fueron tratadas por una gestión exitosa de Villarruel que, según trascendió sin que nadie lo desmintiera, “procuró evitarle a Javier (Milei) otra derrota en el Congreso”, según coincidentes versiones tampoco desmentidas.
Pero los ojos del Poder Ejecutivo están puestos sobre el juez federal Daniel Rafecas que tiene a su cargo la pesquisa sobre el ataque con una encomienda explosiva del que fue objeto el jueves pasado el presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA) Nicolás Pino por el que solo resultaron heridas levemente algunas personas. El magistrado ordenó la detención de un hombre de 40 años, pero hasta el momento de escribir el presente texto no se conocen mayores datos.
No obstante, el suceso generó una alerta importante porque lo sucedido –según dos fuentes judiciales seguras dijeron a La Nación– “marca un fuerte contraste con la llamativa calma callejera, pasividad social, ante los efectos pauperizantes del ajuste”. Las coincidentes expresiones, por cierto, se fundan en los datos oficiales que circulan cada día con mayor insistencia para dar cuenta que “poco más de 28 mil puestos de trabajo se eliminaron en el Estado” y que “1.500 trabajadores aceptaron adherir al programa de retiros voluntarios en Aerolíneas Argentinas”, la empresa aérea de bandera que en diciembre último superaba los 11 mil empleados.
Desde la política, otras fuentes –aunque con imprecisiones sostenidas– pretendieron asociar lo sucedido con el rechazo que en la Cámara de Diputados tuvo una decena de días atrás el DNU ya mencionado para incrementar los fondos secretos para las actividades de inteligencia. Con marcada insistencia otras portavoces –sin explicar con qué fundamentos– también levantaron sospechas sobre presuntos “activistas veganos”. Dudosas palabras, por cierto.
En otro orden, el señor Milei, en los últimos días, quizás como resultado de las sucesivas derrotas parlamentarias ya consignadas que hicieron caer algunas de sus iniciativas, se reunió en la sede gubernamental con los legisladores de La Libertad Avanza (LLA), su partido y algunos pertenecientes a bloques “amigos” con el objeto de revertir esas situaciones en el futuro cercano. Según trascendió, “todos aceptaron hacerlo”, pero como expresó ante este corresponsal una muy alta fuente gubernamental “habrá que ver qué pasa el jueves que viene en el Senado”.
Tres diputados pertenecientes a las oposiciones que aceptaron el diálogo, pero exigieron la preservación de sus identidades, no dudaron en señalar que “a falta de resultados positivos en la marcha económica, que se puedan sentir en los bolsillos y en el estómago el presidente Milei vuelve a lo de siempre, como lo hicieron sus antecesores”.
Uno de los consultados, además fue más allá, y sostuvo “pareciera que Milei está nuevamente en campaña” porque “ha subido marcadamente el tono y la agresividad discursiva” para mostrar reiteradamente como logro “el abrupto descenso de la inflación –que sin dudas lo es– y se ha trenzado en un contrapunto sobre gestión económica con Cristina Fernández”, expresidenta 2007-2015 y exvicepresidenta 2019-2023. “Campaña permanente, comunicar lo intrascendente y priorizar en el discurso lo urgente por sobre lo importante”, enfatizó el consultado. ¿Qué es lo urgente? “Salir de la recesión, que comience la reactivación y que cumpla con las promesas electorales que hasta ahora no se ven como el fin del cepo cambiario”.
Javier Milei, en ese contexto, procura construir una minoría circunstancial en el Congreso en la que pueda hacer que converja un 30 % de los legisladores para intentar evitar que una mayoría calificada –dos tercios de los presentes– pueda insistir rechazar sus proyectos como hasta ahora o, modificarlos o, eventualmente, reiterarlos en el caso de que el ejecutivo los vete”.
Pese a lo dicho, el mayor impedimento hasta el momento para la construcción política que intenta el jefe de Estado ya mencionada es, justamente, el de evitar que el discurso presidencial sea acompañado por el dedo acusatorio contra “la casta” donde engloba a la totalidad de los políticos profesionales.
Amplios resultados positivos en el Congreso es lo que le reclaman en sus viajes al señor Milei tanto en el Fondo Monetario Internacional (FMI) como cuando se reúne con grupos de eventuales inversores que temen que posibles beneficios que podrían conseguir en estos tiempos puedan ser modificados en un futuro de mediano plazo por otras fuerzas políticas que pudieran eventualmente triunfar por sobre el oficialismo actual. “Cuantos más votos tienen los proyectos de ley en el Parlamento peores son para la sociedad”, dicen que dice Javier Milei cuando lo consultan sobre el tema.
La incontinencia verbal presidencial, sin embargo, avanza y crece. “No entiende la política”, dijo semanas atrás el jefe de Gabinete de Ministros Guillermo Francos, quien reiteradamente debe intentar subsanar los daños que suele producir la dialéctica presidencial que parece no tener límites ni apoyarse en la prudencia.
De hecho, unas pocas horas atrás el señor Javier Milei, en el transcurso de una entrevista televisiva, sugirió que sus derrotas parlamentarias se deben a que quienes votan en contra “les duele que sea uno de los dos políticos más importantes del mundo” –el otro sería Donald Trump, según explicó en off un allegado al jefe de Estado– y el responsable “del mejor gobierno de la historia argentina”.