El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha asegurado ayer jueves que “espera superar” las diferencias con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, quien en la víspera “dejó claro” que dejará de enviar armamento a Israel en caso de que inicie una invasión a gran escala en la ciudad de Rafá, en el sur de la Franja de Gaza, donde se refugian más de 1,4 millones de palestinos desplazados, al considerar que podría usarse para matar civiles.
“Conozco a Joe Biden desde hace más de 40 años. A menudo hemos tenido nuestros acuerdos, pero también nuestros desacuerdos. Hemos sido capaces de superarlos. Espero que podamos superarlos ahora”, ha declarado Netanyahu durante una entrevista en el programa de televisión estadounidense ‘El show del doctor Phil’.
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Además, ha prometido hacer “lo necesario” para proteger a Israel y a su futuro, lo que “significa” derrotar al Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) “incluso en Rafá”, recalcando que “no tiene otra opción”. Por último, ha vuelto a hacer hincapié en su discurso de principios de semana en el dijo que “luchará hasta la victoria” contra Hamás incluso si se quedan “solos”, aunque ha reconocido el apoyo de “mucha gente decente” por todo el mundo.
En los últimos días, la administración Biden ha confirmado que había paralizado el envío de un paquete de municiones a Israel debido a la toma del lado palestino del cruce fronterizo de Rafá, si bien había subrayado que seguirán “haciendo lo necesario para garantizar que Israel tenga los medios para defenderse”.
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Fuente: Europa Press
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Se repite el mismo día cada cuatro años
- POR JUAN CARLOS DOS SANTOS G.
- juancarlos.dossantos@nacionmedia.com
Hoy es el día de elecciones presidenciales en los Estados Unidos. Llegó el momento de elegir a la persona más poderosa del planeta por al menos cuatro años. El nuevo presidente asumirá el 20 de enero de 2025 y hasta ese día, si el destino no dice otra cosa, Joe Biden regirá aún al gran país del norte.
El candidato demócrata, quien en 2020 obtuvo una victoria hasta hoy cuestionada por algunos sectores afines el Partido Republicano, no tuvo más remedio que ceder su candidatura a su vicepresidente Kamala Harris. No se sabe si por estrategia o por las condiciones de salud con la que llegaría hasta esta instancia o peor aún, lo que le depararía en caso que continuar en campaña y lograr hoy una hipotética victoria.
La decisión de los demócratas (algunos dicen que fue Barack Obama quien influyó) dio otra oportunidad al partido en el Gobierno porque, de lo contrario, los comicios de hoy hubiesen sido un trámite para Trump por como venían las mediciones y las tendencias.
Biden permanecerá en el cargo con más sombras que luces. Bajo su periodo presidencial se produjo el desastre de la retirada norteamericana de Afganistán, Putin tomó valor y mandó al ejercito ruso a invadir Ucrania y el Medio Oriente, donde los actores están fumando sentados sobre un barril de pólvora, alguien encendió la mecha que por momentos se apaga, pero solo para encenderse y tomar fuerza.
No se puede desconocer que Biden apoyó a Israel en su lucha contra el terrorismo radical islámico, ese que amenaza también a Occidente sin que nos podamos percatar y que cuando lo hagamos ya será tarde. Tampoco se puede desconocer el apoyo a Ucrania tras la invasión rusa. En ambos casos, con cierta reticencia y no en la manera que se esperaba.
Las decisiones de la actual administración de alguna manera favoreció a quienes lo ven como un gobierno débil. Los chinos, rusos, iraníes, norcoreanos y todo el radicalismo oculto detrás de un falso progresismo han sido parte de este grupo.
China ha aumentado de manera gradual y uniforme su influencia en varios lugares del mundo, incluso aquellos donde antes eran considerados “patio trasero” de Washington, hoy son sitios donde China desarrolla una puntada más de su Ruta de la Seda y el puerto peruano de Chankai es uno de ellos.
Nunca antes habían amenazado tan abiertamente a Taiwán. Nunca antes ni Hamás, ni Hezbolá, ni los iraníes se habían atrevido a atacar directamente a Israel en su propio territorio.
Nunca antes los hutíes, que controlan Yemen, se habían atrevido a atacar al tráfico marítimo comercial, lanzando piratas y drones cargados de explosivos contra ellos. Los hutíes tomaron valor y atacaron a Emiratos Árabes Unidos en 2021 y desde el 7 de octubre de 2023 también a Israel.
Tampoco nunca antes los norcoreanos se habían atrevido a salir de su hermetismo y hoy, pese a los descomunales problemas logísticos y de comunicación con los rusos, sus soldados están a punto de luchar contra Ucrania, el protegido de la OTAN.
Bajo esta administración demócrata, Maduro ha desafiado nuevamente a la comunidad internacional, pero como nunca antes, se robó las elecciones en Venezuela ante la candidez del mundo que se desangra en comunicados estériles y situaciones absurdas.
No sabremos si hubiese sido diferente en caso de haber triunfado Trump en 2020, pero lo que sí sabemos es que el mundo ha convulsionado por conflictos en muy poco tiempo (cuatro años).
Tampoco sabemos si un victorioso Trump será el mismo que manejó al país entre 2016 y 2020 o si Kamala Harris, de ganar, será una extensión de la línea de Biden o traerá algo diferente.
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Candidatos cierran sus campañas y en EE. UU. comienza tensa calma antes de las elecciones
Empatados en las encuestas, Donald Trump y Kamala Harris queman sus últimos cartuchos electorales este lunes a pocas horas de unas presidenciales en Estados Unidos que tienen en ascuas al mundo.
El expresidente republicano y la vicepresidenta demócrata llaman desesperadamente a los estadounidenses a acudir a las urnas, que empezarán a abrir en doce horas en este país con varios husos horarios.
“¡Vamos a votar! ¡Vamos a ganar¡”, gritó Harris en Pensilvania que, con 19 votos electorales en juego, es el más importante de los siete estados clave, en los que ningún partido tiene el voto asegurado.
“Estados Unidos está preparado para un nuevo comienzo”, afirmó e insistió en que si gana será “una presidenta para todos los estadounidenses”.
Mencionó a los cientos de miles de puertorriqueños en un intento por recabar el voto de una comunidad molesta con los republicanos por un comentario de un humorista pro-Trump sobre Puerto Rico.
Cerrará en Filadelfia con invitados especiales como Lady Gaga y Ricky Martin.
Mismo llamado al voto en las filas de Trump.
Terminó la espera
“¡He estado esperando esto durante cuatro años! Y tú también”, afirmó Trump en un mitin en Pensilvania. “Si sacamos a todos a votar, no habrá nada que puedan hacer”, insistió en otro en Carolina del Norte. El magnate despotricó, como acostumbra a hacer, contra la migración irregular.
Dijo que, si gana, informará a la presidenta mexicana, la izquierdista Claudia Sheinbaum, que va a imponer “inmediatamente un arancel del 25 % a todo lo que envíen a Estados Unidos” si no detienen lo que calificó de “embestida de criminales y drogas” por la frontera.
México “se convirtió en nuestro socio comercial número uno y nos están estafando a diestra y siniestra, es ridículo”, opinó. Si el 25 % no da resultado “impondré el 50 % y si eso no funciona el 75 %”, advirtió.
Ambos candidatos aprovechan las últimas horas para intentar desempatar las encuestas en unos comicios en los que más de 80 millones de personas han votado por anticipado.
En busca de un segundo mandato, que lo convertiría en el primer presidente convicto, Trump confió en una retórica antimigrantes, con una campaña que no ha escatimado golpes, incluso contra sus rivales, a los que tacha de “enemigo interno”.
“Tenemos a gente increíble en este país (...) no podemos dejar que estos salvajes vengan de otros países”, afirmó en Pensilvania.
En una campaña llena de sobresaltos, incluidos dos intentos de asesinato contra Trump y el abandono de la candidatura por parte del presidente Joe Biden, Harris hizo una entrada en escena tardía.
La exfiscal espera que la defensa del derecho al aborto le abra las puertas de la Casa Blanca.
Ciudadanos temerosos
El republicano agitó el fantasma del fraude electoral una vez más, lo que hace temer que no reconozca el resultado si pierde, como ocurrió en 2020 tras ser derrotado por Biden.
El equipo de campaña de Harris prevé que el republicano se declare ganador antes de tiempo y advierte que el escrutinio de la totalidad de los votos llevará “varios días”. Preocupa la seguridad de las personas que trabajarán en los centros de votación.
Algunos funcionarios electorales recibieron botones de pánico para alertar rápidamente a las autoridades en caso de emergencia. Ambos candidatos han contado con apoyos excepcionales para la campaña.
Trump con el hombre más rico del mundo, Elon Musk, y sus polémicos sorteos de un millón de dólares diarios a votantes registrados. Y Harris con el expresidente Barack Obama y su esposa Michelle.
Biden se ha prodigado poco desde un desliz en el que se refirió a los partidarios de Trump como “basura”.
El mundo sigue con nerviosismo las elecciones en la superpotencia mundial, en particular por sus repercusiones en Oriente Medio y la guerra en Ucrania, pero también por los efectos comerciales de las promesas proteccionistas en China o México.
Fuente: AFP
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EE. UU. llega a su gran día electoral sin un vencedor claro en el horizonte
Los ciudadanos estadounidenses están llamados mañana martes a las urnas para determinar el futuro político del país durante los próximos cuatro años. La vicepresidenta Kamala Harris aspira a prolongar el gobierno demócrata ante un Donald Trump que busca hacer historia volviendo a la Casa Blanca cuatro años después, en un contexto en el que las encuestas evitan dar por sentada la victoria de alguna de las dos candidaturas.
Aunque el proceso como tal lleva semanas en marcha habida cuenta de que los ciudadanos ya han podido votar por correo e incluso de manera presencial, mañana será el gran día. Cuando cierren los colegios electorales -la mayoría lo harán entre la 1:00 y las 6:00 de la España peninsular-, comenzará un goteo de proyecciones y resultados a partir del cual conocer al futuro inquilino de la Casa Blanca.
Técnicamente, los ciudadanos no eligen de manera directa al presidente, sino a los integrantes del Colegio Electoral, en virtud de un particular sistema que establece que la candidatura vencedora en cada estado se lleva todos los representantes en juego en dicho territorio; a excepción de Maine y Nebraska, donde el reparto es proporcional.
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No existe un gran organismo federal en el que seguir la noche electoral, por lo que el goteo de proyecciones de los grandes medios irá tiñendo el mapa de azul o rojo en función de cada estado. La media general de encuestas da una clara ventaja a Harris en voto popular, pero la exsecretaria de Estado Hillary Clinton experimentó hace ocho años que no basta con obtener más sufragios que su rival sino imponerse en zonas claves, los conocidos como ‘swing states’.
Estos territorios no votan claramente demócrata o republicano y oscilan en función de cada cita. La media nacional de encuestas de RealClearPolitics apunta que en los estados en disputa, Trump mantiene su ventaja en Arizona, Nevada, Pensilvania, Carolina del Norte y Georgia, mientras que Harris parte por delante en Wisconsin y Michigan.
El contador de cada candidato irá subiendo a lo largo de la noche y una vez que uno de ellos alcance los 270 electores, más de la mitad de los integrantes del Colegio Electoral, se le proclamará ‘de facto’ vencedor. La tradición marca entonces una sucesión de discursos de victoria y derrota, si bien Trump hace cuatro años se negó a reconocer públicamente el triunfo del actual presidente, Joe Biden.
La Casa Blanca no es lo único que está en juego, ya que la Cámara de Representantes, controlada actualmente por los republicanos, se renovará totalmente, y en el Senado, con dominio demócrata, se ponen en juego una tercera parte de los escaños. Controlar el Legislativo o al menos una de las dos cámaras es imprescindible para que un presidente pueda tener margen de maniobra política, tanto simbólica como práctica.
Una campaña convulsa
Estados Unidos llega al 5 de noviembre tras una de las campañas electorales más convulsas de la historia reciente. En un inicio, el ‘ticket’ demócrata debían compartirlo Biden y Harris, pero el mal desempeño del presidente en su debate televisado contra Trump -27 de junio- y una sucesión de errores reavivaron el debate sobre su avanzada edad y le forzaron a hacerse a un lado. Su figura parecía ya amortizada.
La ‘número dos’ tomó las riendas con el aval del presidente y sin primarias de por medio, una excepción que el Partido Demócrata intentó solventar con una conferencia nacional destinada a impulsar a Harris y a su nuevo compañero, Tim Walz, gobernador de Minesota.
La mera celebración de la convención permitió a la vicepresidenta, que aspira a ser la primera mujer en la Casa Blanca, dispararse en las encuestas, pero el desgaste de cuatro años en la Administración y la falta de ideas claras o cambios de opinión sobre ciertos temas ha lastrado su popularidad. Su esperanza pasa por atraer a los indecisos que no quieren otros cuatro años de Trump.
En el bando contrario al de Harris está Trump, que se presentó de nuevo a las primarias de los republicanos dispuesto a arrasar y sin un mínimo contrapeso dentro de su partido. Si hace ocho años los moderados intentaron pararle los pies en un primer momento, en 2024 ya todos parecían resignados a asumir lo que a todas luces parecía inevitable.
De hecho, a Trump no parece haberle pasado factura ni el asalto al Capitolio de enero de 2021, protagonizado por cientos de sus seguidores, ni los múltiples frentes judiciales que tiene abiertos. En mayo, se convirtió en el primer presidente condenado en Estados Unidos, por falsificar registros para comprar el silencio de una exactriz porno, Stormy Daniels, poco antes de los comicios de 2016.
Aspira a emular a Grover Cleveland, el único presidente en tener dos mandatos no consecutivos, y lo hace sin variar un ápice su estrategia populista, que le ha llevado a colar en un debate un bulo sobre inmigrantes que comen mascotas o a incorporar como vicepresidenciable al senador J.D. Vance, salpicado también por varias polémicas.
Trump ha sobrevivido en campaña a un intento de asesinato del que salió herido: el 14 de julio, un individuo disparó en pleno mitin en Pensilvania antes de caer abatido por las fuerzas de seguridad. El candidato resultó herido en una oreja, mientras que un hombre que asistía al acto falleció, lo que desencadenó una ola de solidaridad y condena unánime en plena ola de polarización política.
A mediados de setiembre, el magnate volvió a ser víctima de otro intento de ataque en su propio club de golf en Florida, si bien la persona detenida no llegó a efectuar disparo alguno.
Cuatro años
Pase lo que pase este martes, no habrá un recambio inmediato en el Despacho Oval. El sistema político de Estados Unidos viene marcado por una mezcla de leyes y tradiciones que arranca con la celebración de las elecciones el primer martes después del primer lunes de noviembre y concluye el 20 de enero del año siguiente ante la entrada principal del Capitolio con la investidura formal del próximo presidente o presidenta.
Quien pronuncie el discurso triunfante tendrá que lidiar con una economía aparentemente en auge, pero que sigue preocupando a los ciudadanos -un 81 % reconoce que es un aspecto que tendrá en cuenta al depositar su voto, según Pew Research Center-. También la inmigración se ha colado entre las preocupaciones generales, con un Trump hablando abiertamente de “invasión”.
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En materia social, Harris ha hecho especial hincapié en que con Trump en la Casa Blanca derechos de las mujeres como el del aborto estarán en peligro, advirtiendo de una tendencia de retroceso que ya comenzó con un dictamen del Tribunal Supremo en junio de 2022. Tener las riendas del país puede ser además clave para modificar el actual dominio conservador en el Alto Tribunal, ya que el futuro presidente tendrá previsiblemente margen para nombrar a algún magistrado.
Trump también ha hecho gala en campaña de ser un presidente garante de la paz y ha llegado a decir que, si él hubiese seguido cuatro años más en el cargo, Vladimir Putin no se habría atrevido a invadir Ucrania o no existiría la actual escalada de violencia en Oriente Próximo. En lo que sí coinciden ambos aspirantes es en dejar claro que Israel es el principal aliado en esta región, pese a las críticas deslizadas por la Administración Biden al primer ministro Benjamin Netanyahu.
En Europa, tanto en la órbita de la UE como de la OTAN se observa con atención la cita a la expectativa de lo que pueda ocurrir. Harris simboliza para la gran mayoría de los gobiernos la continuidad de las políticas de Biden, mientras que Trump ya demostró que está dispuesto a añadir más presión política, económica o en materia de Defensa sobre sus teóricos aliados europeos.
Fuente: Europa Press
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Donald Trump contra el Deep State y la izquierda woke
Este martes se celebran las elecciones en los Estados Unidos y marcará un punto de inflexión en la política interna de ese país y el mundo. El pueblo norteamericano tiene dos candidatos muy diferentes: Donald Trump, del partido Republicano, y la candidata del partido Demócrata, Kamala Harris.
También habrá elecciones al Senado y a la Cámara de Representantes (para nosotros Diputados) que se realizan cada dos años revitalizando la democracia para evitar la concentración del poder.
¿Pudo los EE. UU. contener esa concentración del poder que tanto aborrecían sus padres fundadores? Fuera de los poderes tradicionales, el Ejecutivo, Legislativo y Judicial, surgieron otros. Mientras tanto, la poderosa economía norteamericana que hasta sesenta años atrás era del 40 por ciento del producto interno bruto (PIB) mundial, hoy es del 25 por ciento.
Los tiempos cambian. Convertido en un faro de libertad con su Declaración de Independencia en 1776 y su Constitución de 1787, EE. UU. fue asediado por ideas equivocadas. En el presente tiene predicamento la ideología woke izquierdista aliada con el globalismo, siendo las universidades norteamericanas su centro de difusión.
La ideología woke cuyo origen está en el marxismo lenilista fomenta la corrección política para contar con un discurso hegemónico. Sus adeptos dicen que Homero, Aristóteles, Shakespeare, Cervantes y otros son una imposición. Por ello insisten en imponer la cultura de la cancelación y la ideología de género para asestar el golpe de muerte hacia sus más acérrimos adversarios: la filosofía de la libertad y la tradición judeo-cristiana.
Kamala Harris es la representante del wokismo, la izquierda autoritaria y globalista. Al woke globalista le encanta un gobierno distante del pueblo para reemplazarlo por un nuevo orden mundial mediante la tecnocracia de las nuevas élites.
Los woke globalistas vienen por todo. Manipulan el lenguaje a través de la posverdad socialista. Resulta urgente, por tanto, plantear una resistencia siendo la única manera de lograrlo a través de la consagración de la vida, la libertad y la propiedad donde Dios es su roca firme.
Donald Trump es parte de esa resistencia. Reconoce este problema de fondo del cual también forma parte el Deep State (el Estado profundo) que considera su enemigo. El Deep State está conformado por el poderoso complejo militar industrial norteamericano, las agencias de inteligencia y el Pentágono que desean el triunfo de Kamala Harris porque les asegura la “guerra perpetua”, cuestión que también está en juego en esta elección.
Estamos ante una encrucijada para la sobrevivencia de la civilización occidental. Y el campo de enfrentamiento es la elección de este martes 5 de noviembre. Trump representa lo más cercano de la tradición conservadora de respeto a la vida, la libertad, la propiedad, en la fe puesta en Dios y en el valor de la familia.
(*) Presidente del Centro de Estudios Sociales (CES). Miembro del Foro de Madrid. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”, “Cartas sobre el liberalismo”, “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes”, y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la libertad y la república”.