El espectro de la desinformación nunca ha planeado tan intensamente sobre el mundo como en 2024, con la inquietante llegada de la inteligencia artificial (IA). Cerca de la mitad de la población mundial vive en países donde se celebrarán elecciones en 2024. Los taiwaneses fueron los primeros en votar, el 15 de enero, en unas presidenciales que ganó Lai Ching-te, del Partido Progresista Democrático.

Durante meses, los abonados a la red social TikTok en la isla se vieron inundados de videos engañosos que atacaban particularmente a los candidatos favorables a la mantener la independencia frente a China. “Uno de los desafíos más importantes será comprobar si los avances, especialmente en IA, se utilizarán a una escala lo suficientemente crítica como para modificar el curso de las votaciones. Es una incógnita importante”, señala Julien Nocetti, investigador asociado del Centro Rusia/Eurasia del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (Ifri).

Está en juego la “capacidad de resistencia del modelo democrático a los ataques de actores” externos, advierte. El contexto es propicio para la desinformación, cuyo objetivo principal es avivar las disensiones en temas controvertidos (inflación, migración, religión...). Máxime con la polarización política existente y el deterioro de la confianza en los medios de comunicación y los líderes políticos. Y con importantes conflictos: Ucrania y Gaza.

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La IA generativa, que permite crear fácilmente imágenes falsas o imitar voces, y cuyo uso se ha generalizado, es una herramienta temible. En los últimos meses circularon las imágenes de una supuesta detención de Donald Trump, un video falso que mostraba al presidente Joe Biden anunciando una movilización general para apoyar el esfuerzo de guerra de Ucrania, o el uso manipulado de la voz de mandatarios como el francés Emmanuel Macron.

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“Sofisticación”

China y Rusia son los dos países que despiertan recelo en la escena internacional. La campaña de desinformación en Taiwán antes de las elecciones presidenciales, según expertos, fue orquestada por Pekín, que reclama la isla como parte integral de su territorio.

En Estados Unidos, que votará en noviembre, el grupo de análisis Insikt anticipa que “Rusia, China, Irán, activistas violentos y piratas informáticos llevarán a cabo muy probablemente campañas de desinformación a diversos niveles, en función de su magnitud y sofisticación, para dar forma o perturbar” las elecciones, según un informe de diciembre.

La desinformación socava la legitimidad de los resultados mediante campañas de desacreditación de los candidatos, dudas sobre el proceso electoral y el fomento de la abstención. Las consecuencias a veces son peligrosas para la democracia, como lo mostraron las acusaciones recurrentes de Trump sobre supuestos fraudes electorales que llevaron a sus seguidores a asaltar el Capitolio el 6 de enero de 2021.

Según Julien Nocetti, la Unión Europea podría enfrentarse en las elecciones de junio a campañas que “deslegitimen la cohesión y el proyecto europeo, así como el apoyo a Ucrania”, como ya ha ocurrido en los últimos meses. Meta (Facebook, Whatsapp e Instagram) y las autoridades francesas ven la mano de grupos cercanos al Kremlin en la operación “Doppelgänger”, que consiste en usurpar la identidad de medios para difundir desinformación, especialmente contra Ucrania.

Paradójicamente, algunos regímenes represivos podrían aprovechar la lucha contra la desinformación para imponer medidas que atenten contra los derechos humanos, advierte el Foro Económico Mundial en un informe reciente.

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“Automatización” de la lucha

Los Estados intentan prepararse para la batalla, pero el tiempo político es más lento que el de las redes sociales y la tecnología. El gobierno indio anunció una ley sobre el sector digital que sin embargo no estará lista para las elecciones de primavera.

En la UE, la legislación sobre servicios digitales impone obligaciones a las plataformas, como actuar “rápidamente” para eliminar contenido denunciado como ilegal o suspender a los usuarios que infrinjan regularmente las prohibiciones. “Mejoras útiles pero limitadas”, explica la investigadora Federica Marconi en un estudio para el Instituto de Asuntos Internacionales y el Centro Europeo de Política publicado a finales de 2023.

En cuanto al proyecto de ley específico sobre la IA en la UE, el primero de esas características, no debería entrar en vigor antes de... 2026. En Estados Unidos, Biden firmó un decreto en octubre sobre reglas y orientaciones para las empresas de tecnología, pero no hay una ley federal vinculante.

Instados a actuar, los gigantes del sector insisten en nuevas iniciativas: la obligatoriedad de mencionar el uso de la IA en la publicidad en Meta, una herramienta de Microsoft que permite a los candidatos autentificar sus contenidos con una marca de agua digital.

Pero esas empresas confían cada vez más sus tareas de moderación a la propia IA. “Una automatización de la lucha contra la desinformación que no parece ser la mejor opción si se quiere entender las estrategias hostiles de sus emisarios”, señala Julien Nocetti.

Fuente: AFP.

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