La justicia francesa condenó este jueves en apelación a 28 años de cárcel al chileno Nicolás Zepeda por el asesinato en 2016 de su exnovia japonesa Narumi Kurosaki, cuyo cadáver nunca apareció. “Usted es reconocido culpable de asesinato premeditado” y condenado a 28 años de prisión, la misma pena que en primera instancia anunció el presidente del tribunal de apelación de Vesoul, François Arnaud, al término de cinco horas de deliberación de los doce miembros del jurado.
El acusado, vestido con camisa blanca a cuadros y jersey negro, recibió en un primer momento la condena permaneciendo impasible, de pie en el banquillo, antes de romper a llorar, constató un periodista de AFP.
Su padre Humberto Zepeda, a quien una traductora le comunicó el fallo al llegar con retraso a la audiencia junto a su esposa Ana Luz Contreras, intentó consolarlo acariciándole la cabeza. “Todo el mundo fue testigo que hoy en Francia se condenó a una persona inocente”, dijo a AFP el padre, para quien la fiscalía no presentó “pruebas concretas y directas” de la implicación de su hijo.
A lo largo del juicio, el chileno de 33 años, en prisión preventiva desde 2020, había negado las acusaciones: “¡No soy un asesino! ¡No maté a Narumi!”, reiteró este jueves. Pero la corte de apelación mantuvo la misma pena de prisión impuesta en 2022 en primera instancia, así como la prohibición de estancia en Francia una vez que cumpla su condena.
Además, deberá pagar una indemnización de 220.000 euros (240.000 dólares) a la familia de Kurosaki y 5.000 euros (5.500 dólares) a Arthur Del Piccolo, el joven que era novio de la joven en el momento de los hechos. “Cada día ha sido una prueba para ellos y, desgraciadamente, Nicolás Zepeda se va con sus secretos”, lamentó la abogada de la familia, Sylvie Galley.
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Futuro recurso
El juicio, iniciado el 4 de diciembre, despertó una gran agitación en Vesoul, una ciudad de 15.000 habitantes. Decenas de personas hicieron cola bajo la lluvia, entre la niebla o a temperaturas bajo cero para asegurarse un sitio en las audiencias.
La acusación consiguió imponer su relato: Zepeda habría cruzado el Atlántico a finales de 2016 dos meses después de romper con la joven de 21 años, sin avisarla, con el objetivo de reconquistarla o, en caso contrario, matarla.
Tras espiarla durante varios días en la residencia universitaria de Besanzón (este), el 4 de diciembre de 2016 coincidió con ella y fueron a cenar juntos. A continuación, la habría matado en la madrugada del día 5 en su habitación de la residencia.
“La asfixió o la estranguló”, dijo el fiscal Étienne Manteaux, para quien los “gritos de mujer” que estudiantes escucharon de madrugada son la “prueba central” de que murió. Un día después, se habría deshecho del cuerpo en una zona boscosa cercana o en el río Doubs.
La defensa intentó en sus alegatos finales sembrar la “duda” sobre la muerte, apuntando a un homicidio accidental. ¿Y si Narumi murió por un golpe en la cabeza contra un radiador durante una pelea?, planteó el letrado Renaud Portejoie, en vano.
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Para Manteaux, Zepeda, un “macho herido”, no habría aceptado que su exnovia se marchara a estudiar a Francia, escapando de su “control”, rompiera con él e iniciara una nueva relación con Del Piccolo. “Es un feminicidio”, sentenció el jueves.
Para la acusación, se apoderó además del celular de su exnovia y se hizo pasar por ella para enviar mensajes a sus allegados una vez muerta, retrasando el inicio de la búsqueda hasta su regreso a Chile el 13 de diciembre, de donde fue extraditado en 2020.
La defensa anunció que recurrirá la condena ante la Corte de Casación francesa, que examinará simplemente si el proceso se desarrolló correctamente. Si estima que no fue así, podría ordenar un nuevo juicio.
“El aspecto de la premeditación es muy frágil (...) Es el motivo del recurso en casación”, explicó el otro abogado defensor, Sylvain Cormier, tras uno de los juicios “más duros” de su carrera. “Yo creo que el caso Zepeda no terminó”, advirtió Portejoie.
Fuente: AFP