Por Ricardo Rivas, corresponsal en Argentina. X: @RtrivasRivas

“No hay plata”, “no hay alternativa al ajuste” son las palabras que el presidente argentino Javier Milei -cuando apenas pasaban unos minutos del mediodía en este país- expresó con mayor énfasis ante una acotada multitud que lo acompañó desde la Plaza de los Dos Congresos, cuando se dirigió a ella desde las escalinatas del edificio del Parlamento nacional que, con la excepción de un grupo de mandatarios extranjeros y algunos pocos funcionarios estaban totalmente despobladas.

El presidente digital de Ucrania, Volodymyr Zelensky; el rey de España Felipe VI; el jefe de Estado de Paraguay, Santiago Peña, sus homólogos de Uruguay, Luis Lacalle Pou; de Chile Gabriel Boric; de Ecuador, Daniel Noboa, y algunas otras personalidades, escuchaban con atención. El jefe de Estado de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, sin dudas, fue la gran ausencia y de ella tomaron nota los analistas de la política transnacional.

Minutos antes, la exvicepresidenta Cristina Fernández le recibió el juramento de ley no solo a Milei sino también a la vicepresidenta Victoria Villarruel, quien inmediatamente después de cumplir con el protocolo se retiró del lugar y del resto de las actividades formales.

La gente manifestaba su preferencia por el flamante jefe de Estado ovacionándolo con algunas de las palabras que el ahora mandatario más expresó en su campaña electoral: “Motosierra” y, muy a la antigua ya que se trata de una manifestación política de larga data en este país, también coreaba “Milei querido, el pueblo está contigo”.

“Hoy comienza una nueva era en la Argentina. Damos por terminada una larga y triste historia de decadencia y crimen (porque) comenzamos la reconstrucción de nuestro país”, sostuvo la primera de sus manifestaciones públicas. “No hay vuelta atrás”, añadió el jefe de Estado y agregó que “hoy enterramos décadas de fracasos”, porque “comienza una era de paz y prosperidad, desarrollo, libertad y progreso” en la Argentina

El estado de la economía argentina fue lo que siguió. “No existe solución donde se evite atacar el déficit fiscal”, describió inmediatamente que ese indicador se compone con “5 puntos que corresponden al Tesoro Nacional” y el resto -hasta alcanzar los 15 puntos del producto interno bruto (PIB)- pertenecen al Banco Central (BCRA)”. Milei no perdió un segundo para informar a quienes esperan sus más relevantes medidas de gobierno que “la solución (a estos problemas) implica un ajuste fiscal en el sector público fiscal, que caerá sobre el Estado y no sobre el sector privado”, prometió.

“Dado que la política monetaria actúa con un rezago de entre 18 y 24 meses”, explicó luego Milei en tono académico, pero como clara advertencia social que aunque “hoy dejemos de emitir dinero seguiremos pagando los costos del desmadre económico del gobierno saliente” porque “haber emitido (como lo hicieron) por (un equivalente a) 20 puntos del PIB como hizo el gobierno saliente no es gratis, (y) lo vamos a pagar en inflación”. Como una forma de amortiguación de anuncios tan duros, el nuevo mandatario aseguró que el programa económico que viene será “el último mal trago para empezar la reconstrucción de la Argentina”.

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Para que no queden dudas, el presidente argentino puntualizó que lo que describió con palabras precisas “es la herencia que nos dejan” y detalló una vez más. “Una inflación del 15.000 % anual que vamos a luchar para erradicarla” porque “este número, que parece un disparate, indica una inflación del 57 % mensual” que, para el período que correrá entre el presente mes de diciembre el de enero se ubicará entre “el 20 % y 40 %”.

Ante ese cuadro de la situación y resolverlo, sin anestesia, dijo Milei: “No hay otra solución que el ajuste” porque el gobierno kirchnerista “nos ha dejado plantada una hiperinflación” y, por ello, “haré todos los esfuerzos posibles para evitar semejante catástrofe” porque de no hacerlo “nos llevaría la pobreza arriba del 90 % y la indigencia hasta el 50 %”.

Respecto del dólar, Milei dijo que “el cepo cambiario, otra herencia de este gobierno” que “no solo constituye una pesadilla social y colectiva” porque a ello se añade “la alta tasa de interés, el bajo nivel de actividad (económica), el escaso nivel de empleo formal y salarios reales miserables que (son los que) impulsan los aumentos de pobres e indigentes”.

Informó inmediatamente después que “la inflación actual viene viajando a un ritmo del 200 %” y, en ese contexto -de no remediarlo- “podríamos pasar a una tasa anual del 3.600%” anual. “Se vienen tiempos difíciles”; “no hay alternativa al ajuste”, sentenció porque el gobierno de Alberto y Cristina Fernández “ha hecho caer 10 veces los salarios” e hizo “crecer notablemente la inflación”.

Con un estilo de oratoria que trasunta convicción Milei reiteró que “no hay alternativa al ajuste, no hay alternativa al shock” pero enseguida advirtió que esa metodología de abordaje de la crisis tendrá un impacto negativo “en el nivel de actividad, en el nivel de empleo, en los salarios reales, en los indicadores de pobreza e indigencia” por lo que no trepidó en anunciar que “desde hace más de una década vivimos en estanflación”.

El jefe de Estado -por si su mensaje al país no hubiera quedado claro- fue más allá. “Sabemos que será duro” pero precisó que con los resultados de su gestión que se iniciará mañana “quiero traerles luz”, pese a que “en el corto plazo la situación empeorará”, pero dijo tener la convicción de que “no todo está perdido (aunque) los desafíos que tenemos son enormes (como) nuestra capacidad para superarlos” aunque “no va a ser fácil” porque “100 años de fracaso no se deshacen en un día, pero un día se empieza y hoy es ese día”.

Antes de expresar tres veces a voz en cuello su grito de batalla “viva la libertad, carajo”, Milei invocó para que “Dios bendiga a los argentinos y que las fuerzas del cielo nos acompañen en este desafío (porque) será difícil, pero lo vamos a lograr”.

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