La reciente visita en Nueva York a la tumba de un rabino ultraortodoxo muestra el peculiar recorrido espiritual del presidente electo de Argentina, Javier Milei, entre el catolicismo y el judaísmo. Milei, un ultraliberal de 53 años, ha mencionado varias veces que estudia la Torá. En el pasado, se definió como católico y creyente en Dios. Ha declarado que de algún modo el orden natural y espontáneo es “anarco-capitalista” y que Dios es un “libertario”, al igual que él.
A fines de 2021, cuando fue investido diputado, siguió el protocolo del juramento que invoca a “Dios, la Patria y los Santos Evangelios”. Ese mismo año conoció a Axel Wahnish, un importante rabino ortodoxo sefardí de Buenos Aires al que consulta con regularidad. El rabino lo ayuda “a comprender la situación de una manera más profunda”, según sus propias palabras. En particular, Milei destaca que le atrae la dialéctica del Talmud como forma de analizar las cosas.
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¿Presidente en sabbat?
“El rabino que me ayuda a estudiar dice que yo debería hacer la lectura de la Torá desde el punto de vista del análisis económico”, dijo Milei en una entrevista al diario El País en julio. Sin embargo, reconocía las dificultades que plantearía una eventual conversión en caso de ganar la presidencia.
“Si vos sos judío porque tu mamá es judía, no estás obligado a cumplir con los preceptos del judaísmo. Si vos te convertís, estás obligado a hacerlo. Si soy presidente y cae sabbat, ¿qué hago? ¿Desconectar del país desde la primera estrella del viernes a la primera del sábado? Hay algunas cuestiones que lo harían incompatible”, declaró entonces.
Dos meses después, en una entrevista con el canal La Nación+, decía: “No voy a la iglesia, voy al templo. No hablo con sacerdote, tengo un rabino de cabecera. Estudio la Torá. Se me reconoce internacionalmente como amigo de Israel y estudioso de la Torá. Estoy a poco (de la conversión), solamente me falta el pacto de sangre”.
Tomás Pener, un religioso de 24 años que lo acercó a la comunidad del rabino Wahnish, donde ha brindado charlas al movimiento juvenil Betar, descartó que el mandatario electo esté en proceso de convertirse al judaísmo.
“Él no buscaba una conversión y no lo está haciendo. Actualmente él no está en un proceso de conversión. Se interesó en los estudios. No va a tomar ninguna decisión política basado en la Torá. Para él el estudio de la Torá es puramente espiritual, de interés por el conocimiento”, dijo Pener el martes a la AFP. Milei estudió en un colegio católico y dice que siempre fue una persona creyente, pero en aquella época, las clases de religión eran para él “un peso” que no le generaba interés sino desinterés.
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Reconciliación con Francisco
Argentina, con una población mayoritariamente católica (75 %), cuenta con la comunidad judía más importante de América Latina, de unas 250.000 personas. En 1994, una reforma de la Constitución eliminó la disposición que establecía que para ser presidente era requisito ser católico.
Más allá de sus inclinaciones espirituales, Milei se presenta como un amigo de Israel y ha asegurado su disposición a mudar la sede de la embajada argentina de Tel Aviv a Jerusalén, aunque la probable canciller Diana Mondino ha aclarado que en el contexto actual de conflicto ese asunto no está en la agenda inmediata.
Para el analista político Carlos Fara, el discurso espiritual del presidente electo “es una situación atípica en la política argentina, algo totalmente extraño a la tradición”. Y aunque aclaró que “así como está hasta ahora no va a hacer ruido”, piensa que “exacerbar el tema de Israel puede causar un cierto temor” en una “comunidad tranquila”.
Una controversia religiosa no resultaría extraña. Hasta su elección el 19 de noviembre, Milei se expresó en términos durísimos sobre el papa Francisco, antiguo arzobispo de Buenos Aires, al que se refirió como “el maligno”, “nefasto” e “imbécil” que “impulsa el comunismo”.
Pero hace una semana hubo reconciliación. En una llamada telefónica, Francisco lo felicitó por su elección y Milei lo invitó a visitar Argentina, su país natal al que no ha vuelto desde que fue entronizado en 2013. “Le dije que sería recibido con todos los honores de un jefe de Estado y de jefe espiritual de los argentinos, porque el catolicismo es la religión mayoritaria en Argentina”, declaró el mandatario electo.
Fuente: AFP.