A medida que transcurrían los días tras la masacre del 7 de octubre pasado en localidades del sur de Israel, las historias relacionadas a los asesinados, secuestrados y sobrevivientes iban viendo la luz, sumándose a las múltiples imágenes grabadas, ya sea por los propios terroristas y las víctimas, así como cámaras de vigilancia.
La historia que involucra a la pequeña Emily de tan solo 9 años y a su padre John Hand, ha tenido un vuelco increíble, desde el momento en que por error fue considerada una de las 1.400 víctimas fatales del grupo terrorista Hamás. John, cuyo video se hizo viral cuando entrevistado por un canal de Tv, dijo que estaba “feliz” por la noticia de la supuesta muerte de su pequeña hija, algo que consideraba como mucho mejor a ser secuestrada por los terroristas y permanecer cautiva en Gaza.
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Sin embargo, días después las autoridades confirmarían que Emily no estaba entre los fallecidos en el kibutz Be’eri, lugar donde residía. Finalmente la pequeña, que cumplió sus 9 años en cautiverio y dentro de los túneles en la Franja de Gaza, fue liberada por los terroristas junto a otros israelíes el domingo pasado.
Durante una entrevista brindada a CNN, Thomas Hand dice que su hija de 9 años, creía que había estado ausente durante un año y que le habían dado muy poco para comer, pero además el padre de Emily dio detalles del trauma físico y mental que su hija sufrió durante el cautiverio. El haber estado secuestrada en los túneles del grupo terrorista, bajo tierra en Gaza, la ha hecho perder la noción del tiempo posiblemente al no poder distinguir entre el día y la noche.
REGRESÓ SUSURRANDO
Como fue condicionada a no hacer ningún tipo de ruido, durante el tiempo de retención, ella solo habla susurrando, además de haber perdido mucho peso. “Fue sólo cuando dio un paso atrás que pude verla bien”, añadió John, asegurando que antes del secuestro, su hija tenía el rostro de una niña pequeña.
Hand manifestó además la piel pálida de su hija era debido a la falta de exposición a la luz solar, pero lo que más lo sorprendió fue cómo hablaba, en un susurro. “La parte más impactante e inquietante de conocerla fue que solo estaba susurrando, no se podía oírla. Tuve que poner mi oreja en sus labios”, dijo.
Según él, Emily dijo que no la golpearon y que a ella y a los otros cautivos retenidos con ella no se les permitía hacer mucho más que dibujar o jugar juegos de cartas en “la caja”, como Emily llama ahora a Gaza.
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