La grave sequía ya afecta a los 62 municipios brasileños del estado de Amazonas, de los que 60 se encuentran en situación de emergencia y los otros que hasta ahora estaban en situación normal, han entrado en estado de atención y cuyas consecuencias han afectado a 608.000 personas y 152.000 familias.

Desde enero de este año hasta el 25 de octubre, se han registrado 18.170 puntos calientes en el estado, 2.500 de ellos en la región metropolitana de Manaos, y solo en este último mes ha habido 3.368, más del doble que el año pasado, según un boletín de la Defensa Civil estatal recogido por la Agencia de Brasil.

En la capital del estado, Manaos, la sequía es la peor registrada en 121 años y la elevación del Río Negro se ha mantenido este viernes en 12,7 metros, la más baja jamás registrada desde 1902, cuando se iniciaron las mediciones del caudal del río. El récord más alto medido fue de 30,02 metros el 16 de junio de 2021.

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El escenario se produce a la vez que se intensifica el fenómeno de El Niño, caracterizado por el debilitamiento de los vientos alisios (que soplan de este a oeste) y el calentamiento anormal de las aguas superficiales en la porción oriental de la región ecuatorial del Océano Pacífico.

Estos cambios en la interacción entre la superficie del océano y la atmósfera inferior se producen en intervalos de tiempo que varían entre tres y siete años y tienen consecuencias para el clima en diferentes partes del planeta. Esto se debe a que la dinámica de las masas de aire en el Océano Pacífico adopta nuevos patrones de transporte de humedad, afectando la temperatura y la distribución de las precipitaciones.

Emergen grabados rupestres

Livia Ribeiro quiso comprobar si lo que varios conocidos de la ciudad brasileña de Manaos (norte) le habían comentado era cierto: una inesperada aparición de decenas de grabados rupestres con formas humanas, en la orilla de un río amazónico.

La sequía extrema que enfrenta la Amazonía ha dejado nuevamente al descubierto en las últimas semanas decenas de grabados precoloniales, esculpidos sobre piedras hace aproximadamente 2.000 años y desconocidos por la mayoría, en un área de la capital amazónica conocida como Praia das Lajes.

“Creí que era mentira. (..) Nunca había visto esto. Vivo hace 27 años en Manaos”, dijo esta administradora, poco después de deslumbrarse por los grabados, que la llevaron a pensar en sus “antepasados”. El registro arqueológico no suele ser visible ya que permanece habitualmente cubierto por las aguas del Río Negro, cuyo caudal registró el martes su nivel más bajo en 121 años.

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La aparición de los grabados, que encantan por igual a científicos y público general, se contrapone a las urgencias enfrentadas por cientos de miles en la región. “Nosotros venimos, miramos (los grabados) y nos parecen lindos. Pero, al mismo tiempo, es preocupante. Hay muchas personas que están en dificultades y también pensamos en ellas. Pienso también si este río existirá dentro de 50 o 100 años”, admitió Ribeiro.

La sequía en la Amazonía ha reducido drásticamente las últimas semanas los niveles de los ríos, afectando sensiblemente a una región que depende de un laberinto de vías fluviales para el transporte y abastecimiento. El gobierno brasileño ha enviado ayuda de emergencia a la zona, donde las orillas de los ríos, normalmente bulliciosas, se han convertido en tierras quebradas, salpicadas de barcos varados.

Según los expertos, la estación seca en la Amazonía ha empeorado este año por la acción de El Niño, sumado al efecto del cambio climático. Los grabados de Praia das Lajes, un sitio arqueológico de “gran relevancia” según Jaime Oliveira, arqueólogo del Instituto Brasileño de Patrimonio Histórico (Iphan), habían sido descubiertos en 2010, durante otro período de sequía no tan severo como el actual.

El conjunto de rocas donde aparecen los registros está flanqueado por una densa selva de un lado, y al otro las bajas aguas amarronadas del Río Negro. En su mayoría, los grabados remiten a rostros humanos, algunos de forma rectangular y otros de forma ovalada, con sonrisas o gestos más adustos.

“El sitio expresa emociones, sentimientos, es un registro rupestre, pero tiene algo en común con las obras de arte actuales”, dijo Oliveira. Para Beatriz Carneiro, historiadora y miembro del Iphan, Praia das Lajes tiene un valor “inestimable” para que la ciencia comprenda los primeros pueblos que habitaron la región, un campo todavía poco explorado.

“Infelizmente ahora vuelve a aparecer con el agravamiento de la sequía”, pondera Carneiro. “Tener de vuelta nuestros ríos (crecidos) y mantener los grabados sumergidos ayudará a preservarlos, inclusive más que nuestro trabajo”, agregó.

Fuente: Europa Press/AFP.

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