Junto a tres bicicletas infantiles yacen seis bolsas mortuorias. Y al fondo, los cadáveres de los atacantes palestinos. Es una de las escenas que dejó la masacre de más cien civiles israelíes a manos de Hamás en el kibutz de Kfar Aza. La granja colectiva fue asaltada el sábado por los milicianos del movimiento palestino, infiltrados desde la Franja de Gaza, a apenas dos kilómetros.
Los atacantes “incendiaron las casas, para obligar a sus ocupantes a salir” y luego ametrallarlos, cuenta Omer Barak, un oficial israelí de 24 años. “Pero muchos prefirieron morir quemados, o intoxicados por el humo, en lugar de morir a manos de los terroristas”, afirma. “Encontramos muchos cadáveres dentro de las casas”. El oficial, que luchó con sus compañeros durante dos días para liberar Kfar Aza, dijo haberse sentido “aterrorizado” con lo que encontró en el kibutz. “Nunca he visto nada peor. Me vine abajo cuando vi los cadáveres de dos niños asesinados”.
“Cuando retiramos los cadáveres de civiles, de niños, pensé en el general Eisenhower, cuando vio los campos de la muerte en Europa”, comenta a la prensa el general retirado Itai Veruv. En Kfar Aza, una cooperativa con césped finamente cortado entre las casas, el olor a muerto es omnipresente. El sitio está sembrado de restos de asaltantes, reconocibles por sus chalecos antibalas negros, algunos hinchados por el efecto de la putrefacción.
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Los últimos cadáveres de los habitantes, al mismo tiempo, estaban siendo retirados este martes. En otro punto, los restos de un asaltante, cortado en dos, yace junto a unos refugios antiaéreos donde los habitantes se habían refugiado. Algunos tienen señales de haber sufrido explosiones a la altura de las ventanas.
“Los terroristas lanzaron granadas dentro. Nadie sobrevivió”, suspira Itai Veruv. Entre los restos, un patinete pulverizado, un pequeño casco rosa dejado sobre una mesa, una lavadora en parte reventada, un camión incendiado. La violencia es impactante en un lugar habitado por civiles. Según el general Veruv, “70 terroristas armados y entrenados” atacaron Kfar Aza el sábado hacia las seis y media de la mañana, con la intención de causar “una masacre”.
Debido a la corta distancia desde Gaza, los atacantes llegaron rápido al kibutz, que las fuerzas israelíes no lograron liberar completamente hasta la madrugada del martes. Varios militares israelíes consultados por AFP hablan de más de 100 muertos civiles, e incluso 150 en esta cooperativa agrícola.
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“No estábamos preparados”
“Hasta ahora no consigo creerme lo que veo. Esto suelen ser imágenes propias de Ucrania o de las cosas que hace el Estado Islámico”, el grupo yihadista que sembró el terror en Siria e Irak y en atentados en Europa, observa un reservista israelí. Un empresario de Tel Aviv, que no quiere dar su nombre, vino el sábado para liberar Kfar Aza y otras localidades cercanas.
“Yo quería la paz. Es la única solución, pero no se puede hacer la paz con Hamás”, afirma. El martes, mientras el ejército se retiraba progresivamente del lugar, volvían a oírse los trinos de los pájaros, entreverados con los disparos de obuses israelíes hacia Gaza y el ruido de los cohetes palestinos interceptados por el sistema defensivo Cúpula de Hierro.
A pocos kilómetros de la cooperativa, un pesado dispositivo militar avanza hacia la Franja de Gaza, para un combate que los soldados están deseando librar. El ejército israelí bombardeó de momento por aire cientos de objetivos en este territorio palestino y dejó más de 750 muertos, según las autoridades locales. Hamás “atacó casas de civiles. No estábamos preparados”, constata el general Veruv. “Pagarán por esto”.
Fuente: AFP.