Asistentes atascados en el lodo por días en el festival Burning Man, en el estado de Nevada, Estados Unidos, finalmente comenzaron a irse a casa el lunes pasado luego de que la naturaleza les aguara la enorme fiesta. Ya con el sol brillando en la comunidad improvisada de 70.000 personas llamada Black Rock City, las carreteras se abrieron el lunes por la tarde para el proceso conocido como “Éxodo”.
“Las operaciones de Éxodo han comenzado oficialmente en Black Rock City”, dijo el festival en un comunicado en su sitio web, con lo que se levantaba la prohibición de conducir. Los organizadores pidieron a los asistentes que salieran del sitio, el fondo de un lago seco en el remoto desierto de Nevada, hasta el martes, para evitar una congestión masiva.
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Quienes asistieron quedaron varados luego de que el viernes cayeran lluvias torrenciales equivalentes a la cantidad de dos o tres meses en un espacio de horas, lo que convirtió al lugar hasta el sábado en un atolladero. El reporte del domingo daba cuenta de un asistente muerto y decenas de miles más atrapados en el barro. La policía dijo que estaba investigando el deceso, sin dar más detalles.
Imágenes de video mostraban a “burners”, como se denominan los participantes del festival, luchando por atravesar el fango. Algunos usaban bolsas de basura como botas improvisadas. Muchos vehículos estaban atrapados en el lodo. Algunos se fueron caminando por varias horas en medio de la noche para llegar a la carretera y pedir aventones. El aeropuerto más cercano queda a tres horas en automóvil en Reno.
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“Un Burn increíble”
Para muchos asistentes, ni la lluvia ni el barro fueron suficientes para dañarles la fiesta. David Packard, de South Portland en el estado de Maine, dijo que otros campistas le dieron resguardo cuando arreciaron las lluvias. “Hubo un breve arcoíris doble que nos proporcionó mucha energía”, dijo Packard. “Mis pies están secos y tengo calor. Así que estoy feliz”, celebró.
Otros como David Date lamentaron en la cadena CNN el escenario del lunes, con regueros de basura que van en contra del principio central del festival sostenible “sin huella”. La quema de una estatua gigante de madera en el centro de la “playa”, que marca el final del festival y le da nombre, se pospuso hasta el lunes por la noche, informaron también los organizadores. Lanzado en 1986 en San Francisco, Burning Man pretende ser un acontecimiento a medio camino entre la celebración de la contracultura y un retiro espiritual.
Organizado inicialmente en una playa de San Francisco, se ha convertido en un festival estructurado, con un presupuesto de casi 45 millones de dólares (cifras de 2018) y más de 75.000 participantes en la última edición, por debajo de la anterior de 2019. Se celebra desde los años 90 en el desierto de Black Rock, una zona protegida del noroeste de Nevada que los organizadores se han comprometido a preservar.
Fuente: AFP.