Una sesentena de oficiales están retenidos por presos de Ecuador, donde el miércoles dos autos bomba explotaron en Quito cerca de edificios del organismo responsable de las penitenciarías, ataques que las autoridades relacionan con el movimiento de reos y los registros de prisiones en busca de armas.
“Estamos preocupados por la seguridad de nuestros funcionarios”, expresó en rueda de prensa el ministro de Interior, Juan Zapata. Este tipo de ataques son una nueva muestra del poder del crimen organizado en un país que hasta hace poco era un oasis de paz entre Colombia y Perú, los dos mayores productores mundiales de cocaína.
La noche del miércoles comenzaron los atentados con coches bomba y ataques con granadas. Fue “un día nada fácil, con una tarde y una madrugada compleja y rara”, lamentó este jueves el alcalde de la capital de tres millones de habitantes, Pabel Muñoz. Los vehículos, una camioneta y un sedán, explotaron frente a una instalación de la entidad estatal a cargo de las prisiones (SNAI) y de un edificio que antes albergaba oficinas de ese organismo.
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El miércoles el SNAI cambió de cárcel a seis detenidos por el asesinato el 9 de agosto de uno de los candidatos favoritos a las presidenciales de Ecuador, el periodista Fernando Villavicencio, para evitar enfrentamientos entre bandas, informó Wagner Bravo, ministro de Seguridad. En la noche, el SNAI informó en un comunicado que 50 guardias penitenciarios y siete policías están retenidos en seis cárceles, sin ahondar en más detalles.
Versiones de la policía y del gobierno indican que los ataques con explosivos y la retención de oficiales son una represalia de los narcos por los traslados de presos y las intervenciones de la fuerza pública dentro de las penitenciarías. En medio de la sangrienta guerra entre organizaciones ilegales, las cárceles son centros de operaciones de las bandas y escenario de varias masacres que dejan más de 430 presos muertos desde 2021.
“Amedrentar al Estado”
Aunque en Ecuador se multiplican los asesinatos, secuestros y extorsiones, los atentados con coches bomba son raros en la capital. En enero de 2018, un auto estalló frente a un cuartel policial en un poblado ecuatoriano fronterizo con Colombia (norte), con un balance de 23 heridos leves.
“Quieren amedrentar al Estado para evitar que sigamos cumpliendo con la función que tienen las fuerzas armadas y la policía en controlar estos centros penitenciarios”, aseveró Bravo. El director de Investigación Antidrogas de la policía, el general Pablo Ramírez, dijo a la prensa que el sedán tenía “dos cilindros de gas con combustible, mecha lenta y aparentemente tacos de dinamita”. Dos ciudadanos en motocicleta “habrían lanzado líquido inflamable” contra este auto, añadió.
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Las autoridades hallaron tres granadas en otro barrio y las hicieron estallar de forma controlada, precisó a su vez el alcalde Muñoz. Doce personas, entre ellas una de nacionalidad colombiana, fueron detenidas por los casos de los atentados con autos bomba y granadas.
Los coches bomba recuerdan el terror que sembró en Colombia el abatido barón de la cocaína Pablo Escobar, cuando le declaró la guerra al Estado para evitar su extradición a Estados Unidos en la década del 1990. Hacia el mediodía del jueves, un grupo de adolescentes recluidos en un centro de detención en Quito incendió colchones en un intento por amotinarse. Las llamas dejaron cuatro heridos leves, de acuerdo con los bomberos.
Elecciones bajo fuego
La violencia en el país se ha recrudecido en medio de la campaña para las presidenciales, a un mes y medio del balotaje, que se celebrará el 15 de octubre. Ante la lucha por el poder del narcotráfico que sostienen bandas aliadas a carteles mexicanos y colombianos, el presidente Guillermo Lasso decretó el 24 de julio el estado de excepción en todo el sistema penitenciario por 60 días, lo cual le permite desplegar militares en las prisiones.
Horas antes de los atentados con coche bomba, cientos de soldados y policías realizaron un operativo de búsqueda de armas, municiones y explosivos en una cárcel de la ciudad andina de Latacunga (sur), una de las principales de la nación y escenario de matanzas entre reclusos.
La ciudad portuaria de Guayaquil, la segunda de Ecuador y ubicada sobre el Pacífico, se ha convertido en un importante lugar de tránsito de cocaína hacia Europa y Estados Unidos y foco. Allí bandas narco protagonizan masacres carcelarias, secuestros, extorsiones y atentados con coches bomba. Cadáveres han aparecido desmembrados y colgados de puentes, al estilo de los carteles mexicanos. La tasa de homicidios en el país más que se cuadriplicó desde 2018 a un récord de 26 por cada 100.000 habitantes.
Fuente: AFP.