El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, llamó este miércoles pasado a los países desarrollados a “colocar dinero” sobre la mesa para preservar la Amazonia, al cierre de una cumbre regional que acabó sin ningún compromiso ambicioso para acabar con la deforestación.
“No somos los países Brasil, Colombia, Venezuela... los que precisamos dinero, es la naturaleza que necesita financiamiento”, afirmó Lula al cabo del segundo día de la cita, que congregó por primera vez en 14 años a representantes de los ocho países miembros de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), en la ciudad de Belém (norte).
En la primera jornada de la cumbre, los países amazónicos anunciaron una alianza contra la deforestación en la mayor selva tropical, pero no lograron consensuar metas comunes, lo que decepcionó a oenegés y observadores. Este miércoles, se reunieron con representantes de otras regiones, como Congo, República Democrática del Congo (RDC) e Indonesia, que también albergan extensos bosques tropicales, con miras a la COP28 contra el cambio climático que se celebrará este año en Dubái.
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“Vamos a la COP28 con el objetivo de decirle al mundo rico que, si quiere preservar efectivamente los bosques, hace falta colocar dinero, no solo para cuidar de los árboles, sino también de las personas que viven” allí, añadió Lula. Brasil también invitó a los presidentes de países como Noruega y Alemania, principales donantes del Fondo Amazonia de Brasil -creado para financiar proyectos ambientales- y Francia, aunque estos mandaron representantes ministeriales o de las embajadas.
En una declaración conjunta al cabo de la reunión ampliada, los países amazónicos llamaron a las naciones desarrolladas a que “cumplan con sus obligaciones en materia de financiación climática” y aporten “200.000 millones de dólares al año para 2030″. La COP30, en 2025, se celebrará precisamente en la ciudad de Belém.
Sin metas comunes
Lula recibió el martes a los mandatarios de Colombia, Gustavo Petro; de Bolivia, Luis Arce; de Perú, Dina Boluarte; así como el primer ministro de Guyana, Mark Phillips, y la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez. Ecuador y Surinam fueron representados por sus cancilleres.
Los ocho miembros acordaron en una declaración “establecer la Alianza Amazónica de Combate a la Deforestación”, además de reforzar su cooperación contra el crimen organizado en la región y de fomento al desarrollo sustentable.
El objetivo es “evitar que la Amazonia alcance el punto de no retorno”, a partir del cual, según los científicos, pasará a emitir más carbono del que absorbe, agravando el cambio climático. La alianza regional trabajará para alcanzar las “metas nacionales” de deforestación de cada país, como la de Brasil, que prevé erradicarla para 2030, según el organismo.
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“Nunca fue tan urgente retomar y ampliar nuestra cooperación”, dijo Lula, cuyo país alberga el 60 % de la Amazonia. Expertos en medio ambiente lamentaron sin embargo que la “Declaración de Belém” trajera pocas medidas concretas. “No hay metas o plazos para erradicar la deforestación, ni mención al fin de la explotación petrolífera en la región. Sin esas medidas, los países amazónicos no lograrán cambiar la actual relación predatoria con la selva”, afirmó Leandro Ramos, director de Programas de la ONG Greenpeace Brasil.
De su lado, la Asociación de Pueblos Indígenas de Brasil (APIB) evaluó que la declaración careció de “compromisos concretos, especialmente de las políticas relacionadas con los pueblos indígenas”, como la esperada demarcación de tierras. “Precisamos que los posicionamientos de los presidentes sean más ambiciosos, especialmente de Lula”, reclamó Dinamam Tuxá, coordinador ejecutivo de APIB, en un video difundido en redes.
Consensos y divergencias
Entre los objetivos acordados figura el de “garantizar los derechos de los pueblos indígenas”, incluyendo la “posesión plena y efectiva” de sus territorios, considerados una importante barrera contra la deforestación, por el uso sustentable que hacen de los recursos.
También acordaron la creación de un panel científico, inspirado en el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas, y un Centro de Cooperación Policial Internacional en la amazónica Manaos.
El colombiano Petro abogó por una erradicación de los combustibles fósiles en la Amazonia. “¿No es un contrasentido total? (...). ¿Una selva que extrae petróleo? ¿Es posible mantener una línea política de ese nivel, apostarle a la muerte y destruir la vida?”, dijo.
El debate llega en momentos en que Brasil tiene en la mira una nueva frontera exploratoria de la estatal Petrobras frente al delta del río Amazonas, defendida por Lula. Entre 1985 y 2021, la selva suramericana perdió el 17 % de su cobertura vegetal, debido a actividades como la ganadería, pero también a la explotación maderera y la minería ilegales, según datos del proyecto MapBiomas Amazônia.
Fuente: AFP.