La Reserva Federal estadounidense (Fed, banco central) enfrenta un dilema mayor: continuar el aumento de tasas a riesgo de apretar muy fuerte el freno a la economía, o dejar que las alzas actúen, aunque la inflación disminuya menos rápido.
Al subir las tasas el miércoles en un cuarto de punto porcentual, el comité de política monetaria de la Fed (FOMC) las puso en niveles no vistos desde 2001, entre el 5,25 % y 5,50 %, signo de la voluntad del banco central de bajar la inflación lo más rápido posible, tras marcar máximos en 40 años.
Luego de rondar cifras cercanas al 9 %, el IPC (índice de precios al consumidor) volvió al 3 % en junio, una señal del fin del alza de los precios, que inició con los problemas de las cadenas de suministro en plena recuperación de la economía mundial tras la pandemia y tras los efectos de la guerra en Ucrania sobre los precios de la energía.
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Si la inflación fue en gran parte reabsorbida, los especialistas aseguran que todavía queda lo más duro, ir a buscar ese último punto porcentual que permita volver al objetivo del 2 %. Asimismo, reducir la inflación subyacente -aquella que no sufre por las variaciones de los precios de los alimentos y de la energía, y que por el momento es la más elevada, en 4,8 %.
“La inflación se moderó (...) sin embargo el proceso para traer la inflación a su objetivo de largo plazo todavía está lejos”, recordó el miércoles el presidente de la Fed, Jerome Powell. “Eso requerirá un periodo de crecimiento por debajo del potencial”, explicó.
Sin embargo, no hay más recesión en el horizonte, destacó Powell; ésta ha cedido mientras que economistas de la Fed la pronosticaban sistemáticamente hasta ahora. Y con razón, la economía estadounidense muestra signos de una solidez inédita en un contexto de inflación y de tasas elevadas: el desempleo se mantiene históricamente bajo, en un 3,6 %, mientras que los salarios reales aumentan y el crecimiento desafía los pronósticos pesimistas.
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Publicado el jueves, este indicador marcó el 2,4 % interanual en el segundo trimestre, luego de un primer trimestre en el 2 %, pese a que muchos economistas esperaban un enfriamiento. De acuerdo con Oren Klachkin, jefe economista de Oxford Economics, la Fed no necesariamente tendrá margen para una nueva subida. “Esta alza fue la última de este ciclo”, afirmó.
Pues “tanto la inflación, como la inflación subyacente continúan desacelerando, aunque siguen siendo mayores al objetivo”, subrayó Klachkin, y -pese a todo- “la Fed no dudará en seguir apretando más su política monetaria si la economía sigue sólida”.
“Riesgos de ambos lados”
Y esa es la dificultad para la Fed. Aunque la inflación volvió a un nivel global aceptable, el conjunto de datos tanto de la Fed como del Departamento del Tesoro o del Fondo Monetario Internacional (FMI) señalan que una vuelta al 2 % no llegará antes de finales de 2024, incluso inicios de 2025.
De ahí que la Fed se encuentra frente a una difícil decisión. El miércoles, Powell no la ocultó y subrayó que la Fed “llega a un momento donde hay riesgos de ambos lados”, al recordar que ahora hay “muchas incertidumbres”. “Si se ve que la inflación baja de forma creíble y sostenida, entonces tenemos menos necesidad de una política restrictiva”, explicó.
Y no todos los miembros de la Fed están de acuerdo sobre cómo proceder. Mientras Powell señala que la inflación subyacente sigue alta, otro miembro de la FOMC, Austeen Goolsbee recordó que esta última ya era superior a la inflación antes del covid.
“Los bienes”, sin los servicios, por tanto, “estaban en cero e incluso en deflación, es así como teníamos nuestro 2 %”, dijo a inicios de julio. Según una nota de Pantheon Economics, la inflación subyacente podría ubicarse en el “2,5 % en el trimestre interanual. (...) Dichas cifras harían más difícil a la Fed justificar una nueva subida de las tasas”.
Fuente: AFP.