El jefe del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, se reunió el miércoles con habitantes de la región japonesa de Fukushima para tranquilizarlos sobre la decisión del gobierno de verter al mar el agua de la central nuclear accidentada.

El OIEA aprobó el plan japonés para deshacerse, después de un tratamiento adecuado, de 1,33 millones de toneladas de agua contaminada, almacenadas en la central siniestrada por el terremoto y el tsunami del 11 de marzo de 2011. La agencia nuclear de la ONU estimó el martes que el proyecto se ajusta a la norma internacional y tendrá un “impacto insignificante” en la población y el medioambiente.

El argentino Rafael Grossi repitió este mensaje el miércoles en Iwaki, a unos 60 km de la central, donde la inquietud persiste. “Todos estos gráficos y estadísticas complejas son una cosa, pero la realidad, la realidad de la gente, la realidad de la economía, la realidad del ánimo social y de las percepciones pueden ser distintas”, reconoció ante los habitantes y responsables locales.

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El tratamiento del agua elimina la mayoría de radioisótopos a excepción del tritio. Los responsables del proyecto aseguran que el líquido --cuyo vertido se prolongará décadas-- no difiere del desechado en una central nuclear convencional. Países vecinos como China, así como activistas ecologistas y algunos residentes locales, especialmente los pescadores, se oponen a este plan. Grossi defendió ante los habitantes que el papel del OIEA no era “encubrir” algo “malo”. El plan se trata “de una práctica general aceptada y observada en muchos lugares del mundo”, afirmó.

En su viaje, Grossi se desplazará a Corea del Sur, un país donde hubo protestas contra el plan japonés y donde las encuestas muestran que un 80 % de la población siente inquietud ante este proyecto. Aún así, un alto responsable del gobierno, Park Ku-yeon, dijo este miércoles que respetaban la postura del OIEA, pero que Seúl no dará su opinión definitiva hasta que termine el análisis independiente del proyecto que han encargado.

Críticas de China

Menos complaciente fue la reacción de China, cuyo ministerio de Relaciones Exteriores estimó que “el informe del OIEA no está en medida de dar legitimidad al plan de evacuación al mar de Japón”. “Japón decidió unilateralmente verter sus aguas nucleares usadas al océano. Minimiza sus propios costes y riesgos dejando al resto del mundo asumir el riesgo inevitable de contaminación nuclear”, dijo su portavoz Wang Wenbin en un comunicado.

Grossi también visitó el miércoles la central de Fukushima. “Durante las últimas cinco horas, visité diferentes lugares (...) Y estoy satisfecho de lo que vi”, declaró Grossi ante los periodistas. Dijo estar al corriente de la posición de China, pues viajó recientemente a ese país y discutió sobre el asunto, y añadió que “si hay preocupaciones, las tomo muy en serio”.

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“China es también miembro muy importante de la OIEA y estamos en contacto estrecho”, añadió. El operador de la central, TEPCO, trata y almacena en el lugar la mezcla de aguas subterránea, de lluvia y de refrigeración de la propia planta. TEPCO y el gobierno japonés quieren verter al océano el líquido tratado, diluido con agua de mar, a través de una tubería de un kilómetro. Es “un plan robusto”, dice Tony Hooker, profesor asociado del Centro de Investigación, Educación e Innovación sobre la Radiación de la Universidad de Adelaida.

Las reivindicaciones sobre el riesgo de esta evacuación “no se basan en evidencia científica”, coincide Jim Smith, profesor de ciencia medioambiental en la Universidad de Portsmouth. El grupo ecologista Greenpeace ha sido una de las voces más ruidosas en contra del plan y acusa al gobierno de “subestimar el riesgo de radiación”.

Fuente: AFP.

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