El crimen que conmociona a Argentina suma capítulos de horror. Los medios de comunicación se hicieron eco de los resultados de la autopsia practicada a Joaquín Sperani, el adolescente de 14 años que fue encontrado muerto el domingo pasado. El hallazgo se produjo durante un rastrillaje comunitario, tras haber estado desaparecido desde el jueves, día en que llegó a la escuela, dejó su bicicleta y volvió a salir con su mejor amigo, de su misma edad, quien terminó confesando el crimen.
La violencia con la que fue muerto Joaquín es lo que evidencia el informe forense, que refiere que recibió más de 10 golpes en la cabeza, que le provocaron daño encefálico y muerte inmediata. Su tío, Esteban Sartori, dijo a Clarín que vio “dos agujeros grandísimos” en la cabeza de su sobrino. “Le han metido un caño de punta en la cabeza. Es una cosa hasta diabólica”, lamentó.
Para el tío de la víctima, el crimen tuvo que haber estado planeado, por cómo se ejecutó y por la saña con la que se hizo. “Con un odio y un resentimiento que no tienen explicación”, argumentó Sartori según publica Clarín. Asimismo, la familia sospecha que otras personas participaron en el crimen.
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Inimputable
Tras el hallazgo, la Policía detuvo al mejor amigo de Joaquín, en cuyo poder se encontró el aparato celular de la víctima. También reveló que tiene consigo lo que sería el arma homicida, o al menos, un elemento compatible con las heridas registradas en la víctima.
La causa de Joaquín se entenderá en un juzgado de menores, ya que al ser el supuesto autor del crimen un menor de edad, para la ley es “inimputable”. Es por ello que este caso ha generado un creciente debate sobre la necesidad de correr la edad y modificar la normativa para que adolescentes que cometen crímenes de esta naturaleza puedan ser sometidos a un proceso penal y juzgados por sus actos.
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