La jueza Aileen Cannon está en una encrucijada. Si se pronuncia en contra de Trump, será considerada una traidora por los partidarios del expresidente; pero si falla a su favor, alimentará la idea de que el Poder Judicial es corrupto. Foto: AFP
Magistrada designada por Trump se encargará de juzgarlo
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Designada por Donald Trump, Aileen Cannon ahora tendrá que juzgarlo. La magistrada, elegida para supervisar el juicio penal federal del expresidente, tendrá una gran influencia en el procedimiento, lo que genera controversia.
“Juzgar a alguien que te dio tu trabajo sería difícil para todos”, dice Wendy Schiller, profesora de política pública en la Universidad de Brown. Y cuando el imputado no para de gritar al presentarse como víctima de una “persecución”, “eso le indica al juez que está bajo vigilancia”, agrega la experta a la AFP.
¿Será capaz Aileen Cannon de resistir estas presiones? Quienes quieren ver condenado a Trump por su mal manejo de los secretos de la Casa Blanca lo dudan. En primer lugar, porque tiene poca experiencia como magistrada.
Trump le otorgó un puesto vitalicio como jueza federal justo antes de su derrota en las elecciones presidenciales de noviembre de 2020. En ese momento Cannon solo tenía 38 años, tras haber pasado tres años en un bufete de abogados y siete en las oficinas de un fiscal federal de Florida. Desde que asumió el cargo, solo ha supervisado cuatro juicios penales, que nunca han durado más de tres días, según el Político.
En segundo lugar, porque es “una jueza muy conservadora”, señala Thomas Holbrook, profesor de ciencias políticas en Wisconsin. Hija de una refugiada cubana, es miembro de la Federalist Society, una organización muy influyente en los círculos legales que cuenta con el beneplácito de los republicanos electos y defiende una lectura literal de la Constitución. Pero, sobre todo, porque ya ha mostrado una gran deferencia hacia Trump.
Después de que el FBI registrara su mansión Mar-a-Lago, en Florida, en agosto de 2022, el expresidente emprendió acciones legales para evitar que los fiscales utilizaran los documentos incautados. La jueza Cannon ya había heredado el caso y estuvo de acuerdo con él, en parte, alegando “circunstancias extraordinarias” relacionadas a “su antiguo cargo como presidente de Estados Unidos”.
Luego fue desautorizada por tres jueces de su tribunal en un tono inusualmente crítico: “Si bien es realmente extraordinario tener una orden de allanamiento para la casa de un expresidente, de ninguna manera debe afectar nuestro análisis legal”, escribieron.
Nada de esto importaría mucho si el juez solo tuviera un papel ceremonial, pero eso está lejos de ser así. “Incluso en los casos de rutina, los jueces tienen una influencia importante y a veces decisiva en el procedimiento”, señala Daniel Richman, profesor de Derecho en la Universidad de Columbia.
En concreto, Cannon decidirá en particular qué pruebas materiales se pueden presentar a los miembros del jurado. En este caso, podría verse tentada a excluir notas condenatorias tomadas sobre la marcha por un abogado de Trump, en nombre del secreto profesional.
También fijará el cronograma de las audiencias preliminares y del juicio, que podría aplazarse hasta mucho después de las elecciones presidenciales de noviembre de 2024, en las que Trump es candidato. Según Richman, “incluso a un juez experimentado le resultaría difícil presionar para que el juicio se celebrara antes de las elecciones”.
Por último, supervisará la selección de los jurados, que deberán emitir un veredicto unánime. Por todo ello, varias voces le pidieron que se recusara. “Su imparcialidad puede ser cuestionada”, dijo el exfiscal federal Andrew Weissmann, quien investigó las sospechas de colusión entre Trump y Moscú en 2016, a MSNBC.
Haga lo que haga, al final será vilipendiada, señala Holbrook. “En cuanto se pronuncie en contra del expresidente, dejará de importar que él la nombrara y será considerada una traidora” por los partidarios del republicano, afirma. “A la inversa, si falla a favor de Trump, alimentará la idea de que el Poder Judicial es corrupto”.
El resultado de estas elecciones será histórico. Podría tener como desenlace a la primera mujer presidenta o al primer presidente condenado por la justicia de los Estados Unidos.FOTO: AFP
Las elecciones de EE. UU. bajo una estricta vigilancia
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Washington, Estados Unidos. AFP.
La Guardia Nacional, botones para llamadas de emergencia, comercios tabicados: Estados Unidos está en alerta máxima ante las elecciones presidenciales de hoy martes, que serán unas de las más seguras de la historia del país.
Con la ansiedad a flor de piel con las elecciones que aún se consideran totalmente inciertas, las autoridades pusieron en marcha medidas excepcionales a todos los niveles para reforzar la seguridad física de los trabajadores electorales, así como de las propias papeletas.
En Nevada (suroeste), el estado de Washington (noroeste) y Oregón (noroeste), un contingente de la Guardia Nacional estará en alerta para garantizar una “jornada electoral segura y sin sobresaltos”.
“Quiero asegurarme que estamos totalmente preparados para responder a cualquier disturbio civil”, explicó Jay Inslee, gobernador demócrata del estado de Washington. En este estado, donde Kamala Harris debería imponerse fácilmente a Donald Trump según los sondeos, la semana pasada se incendiaron buzones para el voto por correo.
También hubo incidentes en Oregón y Arizona, donde se han abierto investigaciones. Algunos de los cerca de 100.000 colegios electorales del país también estarán equipados con botones para llamadas de emergencia.
A medida que la tensa y angustiosa campaña se acerca a su fin, el nivel de alerta es aún mayor en los estados clave, decisivos para la victoria final.
PC DEMOCRATA
Kamala Harris vivirá el transcurso de la noche electoral del martes desde el campus de la universidad de Howard, su alma mater. Apodada como la “Harvard negra” (“Black Harvard”), la institución ocupa uno rol central en la biografía de la vicepresidenta: desde que se graduó allí en 1986 ha regresado al campus en momentos clave.
“La Universidad de Howard es uno de los aspectos más importantes de mi vida”, afirmó como candidata presidencial en las primarias demócratas de 2019. Y “es donde me presenté a mi primer cargo electo” como representante del consejo estudiantil, relató.
Por su parte, Donald Trump cerró su campaña el lunes con una amenaza de imponer aranceles del 25 % a México si no frena la entrada de migrantes, en las últimas horas de campaña para unas elecciones muy reñidas contra Kamala Harris que tienen en ascuas al mundo.
“Si sacamos a todos a votar, no habrá nada que puedan hacer”, afirmó el expresidente republicano en un mitin en Carolina del Norte.
Todos los norteamericanos están en vilo. Nunca hasta ahora Estados Unidos había tenido que elegir entre dos candidatos tan distanciados entre sí. Foto: AFP
Candidatos cierran sus campañas y en EE. UU. comienza tensa calma antes de las elecciones
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Empatados en las encuestas, Donald Trump y Kamala Harris queman sus últimos cartuchos electorales este lunes a pocas horas de unas presidenciales en Estados Unidos que tienen en ascuas al mundo.
El expresidente republicano y la vicepresidenta demócrata llaman desesperadamente a los estadounidenses a acudir a las urnas, que empezarán a abrir en doce horas en este país con varios husos horarios.
“¡Vamos a votar! ¡Vamos a ganar¡”, gritó Harris en Pensilvania que, con 19 votos electorales en juego, es el más importante de los siete estados clave, en los que ningún partido tiene el voto asegurado.
“Estados Unidos está preparado para un nuevo comienzo”, afirmó e insistió en que si gana será “una presidenta para todos los estadounidenses”.
Mencionó a los cientos de miles de puertorriqueños en un intento por recabar el voto de una comunidad molesta con los republicanos por un comentario de un humorista pro-Trump sobre Puerto Rico.
Cerrará en Filadelfia con invitados especiales como Lady Gaga y Ricky Martin.
Mismo llamado al voto en las filas de Trump.
Terminó la espera
“¡He estado esperando esto durante cuatro años! Y tú también”, afirmó Trump en un mitin en Pensilvania. “Si sacamos a todos a votar, no habrá nada que puedan hacer”, insistió en otro en Carolina del Norte. El magnate despotricó, como acostumbra a hacer, contra la migración irregular.
Dijo que, si gana, informará a la presidenta mexicana, la izquierdista Claudia Sheinbaum, que va a imponer “inmediatamente un arancel del 25 % a todo lo que envíen a Estados Unidos” si no detienen lo que calificó de “embestida de criminales y drogas” por la frontera.
México “se convirtió en nuestro socio comercial número uno y nos están estafando a diestra y siniestra, es ridículo”, opinó. Si el 25 % no da resultado “impondré el 50 % y si eso no funciona el 75 %”, advirtió.
Ambos candidatos aprovechan las últimas horas para intentar desempatar las encuestas en unos comicios en los que más de 80 millones de personas han votado por anticipado.
En busca de un segundo mandato, que lo convertiría en el primer presidente convicto, Trump confió en una retórica antimigrantes, con una campaña que no ha escatimado golpes, incluso contra sus rivales, a los que tacha de “enemigo interno”.
“Tenemos a gente increíble en este país (...) no podemos dejar que estos salvajes vengan de otros países”, afirmó en Pensilvania.
En una campaña llena de sobresaltos, incluidos dos intentos de asesinato contra Trump y el abandono de la candidatura por parte del presidente Joe Biden, Harris hizo una entrada en escena tardía.
La exfiscal espera que la defensa del derecho al aborto le abra las puertas de la Casa Blanca.
Ciudadanos temerosos
El republicano agitó el fantasma del fraude electoral una vez más, lo que hace temer que no reconozca el resultado si pierde, como ocurrió en 2020 tras ser derrotado por Biden.
El equipo de campaña de Harris prevé que el republicano se declare ganador antes de tiempo y advierte que el escrutinio de la totalidad de los votos llevará “varios días”. Preocupa la seguridad de las personas que trabajarán en los centros de votación.
Algunos funcionarios electorales recibieron botones de pánico para alertar rápidamente a las autoridades en caso de emergencia. Ambos candidatos han contado con apoyos excepcionales para la campaña.
Trump con el hombre más rico del mundo, Elon Musk, y sus polémicos sorteos de un millón de dólares diarios a votantes registrados. Y Harris con el expresidente Barack Obama y su esposa Michelle.
Biden se ha prodigado poco desde un desliz en el que se refirió a los partidarios de Trump como “basura”.
El mundo sigue con nerviosismo las elecciones en la superpotencia mundial, en particular por sus repercusiones en Oriente Medio y la guerra en Ucrania, pero también por los efectos comerciales de las promesas proteccionistas en China o México.
Los ciudadanos estadounidenses están llamados mañana martes a las urnas para determinar el futuro político del país durante los próximos cuatro años. Foto: AFP
EE. UU. llega a su gran día electoral sin un vencedor claro en el horizonte
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Los ciudadanos estadounidenses están llamados mañana martes a las urnas para determinar el futuro políticodel país durante los próximos cuatro años. La vicepresidenta Kamala Harris aspira a prolongar el gobierno demócrata ante un Donald Trump que busca hacer historia volviendo a la Casa Blanca cuatro años después, en un contexto en el que las encuestas evitan dar por sentada la victoria de alguna de las dos candidaturas.
Aunque el proceso como tal lleva semanas en marcha habida cuenta de que los ciudadanos ya han podido votar por correo e incluso de manera presencial, mañana será el gran día. Cuando cierren los colegios electorales -la mayoría lo harán entre la 1:00 y las 6:00 de la España peninsular-, comenzará un goteo de proyecciones y resultados a partir del cual conocer al futuro inquilino de la Casa Blanca.
Técnicamente, los ciudadanos no eligen de manera directa al presidente, sino a los integrantes del Colegio Electoral, en virtud de un particular sistema que establece que la candidatura vencedora en cada estado se lleva todos los representantes en juego en dicho territorio; a excepción de Maine y Nebraska, donde el reparto es proporcional.
No existe un gran organismo federal en el que seguir la noche electoral, por lo que el goteo de proyecciones de los grandes medios irá tiñendo el mapa de azul o rojo en función de cada estado. La media general de encuestas da una clara ventaja a Harris en voto popular, pero la exsecretaria de Estado Hillary Clinton experimentó hace ocho años que no basta con obtener más sufragios que su rival sino imponerse en zonas claves, los conocidos como ‘swing states’.
Estos territorios no votan claramente demócrata o republicano y oscilan en función de cada cita. La media nacional de encuestas de RealClearPolitics apunta que en los estados en disputa, Trump mantiene su ventaja en Arizona, Nevada, Pensilvania, Carolina del Norte y Georgia, mientras que Harris parte por delante en Wisconsin y Michigan.
El contador de cada candidato irá subiendo a lo largo de la noche y una vez que uno de ellos alcance los 270 electores, más de la mitad de los integrantes del Colegio Electoral, se le proclamará ‘de facto’ vencedor. La tradición marca entonces una sucesión de discursos de victoria y derrota, si bien Trump hace cuatro años se negó a reconocer públicamente el triunfo del actual presidente, Joe Biden.
La Casa Blanca no es lo único que está en juego, ya que la Cámara de Representantes, controlada actualmente por los republicanos, se renovará totalmente, y en el Senado, con dominio demócrata, se ponen en juego una tercera parte de los escaños. Controlar el Legislativo o al menos una de las dos cámaras es imprescindible para que un presidente pueda tener margen de maniobra política, tanto simbólica como práctica.
Una campaña convulsa
Estados Unidos llega al 5 de noviembre tras una de las campañas electorales más convulsas de la historia reciente. En un inicio, el ‘ticket’ demócrata debían compartirlo Biden y Harris, pero el mal desempeño del presidente en su debate televisado contra Trump -27 de junio- y una sucesión de errores reavivaron el debate sobre su avanzada edad y le forzaron a hacerse a un lado. Su figura parecía ya amortizada.
La ‘número dos’ tomó las riendas con el aval del presidente y sin primarias de por medio, una excepción que el Partido Demócrata intentó solventar con una conferencia nacional destinada a impulsar a Harris y a su nuevo compañero, Tim Walz, gobernador de Minesota.
La mera celebración de la convención permitió a la vicepresidenta, que aspira a ser la primera mujer en la Casa Blanca, dispararse en las encuestas, pero el desgaste de cuatro años en la Administración y la falta de ideas claras o cambios de opinión sobre ciertos temas ha lastrado su popularidad. Su esperanza pasa por atraer a los indecisos que no quieren otros cuatro años de Trump.
En el bando contrario al de Harris está Trump, que se presentó de nuevo a las primarias de los republicanos dispuesto a arrasar y sin un mínimo contrapeso dentro de su partido. Si hace ocho años los moderados intentaron pararle los pies en un primer momento, en 2024 ya todos parecían resignados a asumir lo que a todas luces parecía inevitable.
De hecho, a Trump no parece haberle pasado factura ni el asalto al Capitolio de enero de 2021, protagonizado por cientos de sus seguidores, ni los múltiples frentes judiciales que tiene abiertos. En mayo, se convirtió en el primer presidente condenado en Estados Unidos, por falsificar registros para comprar el silencio de una exactriz porno, Stormy Daniels, poco antes de los comicios de 2016.
Aspira a emular a Grover Cleveland, el único presidente en tener dos mandatos no consecutivos, y lo hace sin variar un ápice su estrategia populista, que le ha llevado a colar en un debate un bulo sobre inmigrantes que comen mascotas o a incorporar como vicepresidenciable al senador J.D. Vance, salpicado también por varias polémicas.
Trump ha sobrevivido en campaña a un intento de asesinato del que salió herido: el 14 de julio, un individuo disparó en pleno mitin en Pensilvania antes de caer abatido por las fuerzas de seguridad. El candidato resultó herido en una oreja, mientras que un hombre que asistía al acto falleció, lo que desencadenó una ola de solidaridad y condena unánime en plena ola de polarización política.
A mediados de setiembre, el magnate volvió a ser víctima de otro intento de ataque en su propio club de golf en Florida, si bien la persona detenida no llegó a efectuar disparo alguno.
Cuatro años
Pase lo que pase este martes, no habrá un recambio inmediato en el Despacho Oval. El sistema político de Estados Unidos viene marcado por una mezcla de leyes y tradiciones que arranca con la celebración de las elecciones el primer martes después del primer lunes de noviembre y concluye el 20 de enero del año siguiente ante la entrada principal del Capitolio con la investidura formal del próximo presidente o presidenta.
Quien pronuncie el discurso triunfante tendrá que lidiar con una economía aparentemente en auge, pero que sigue preocupando a los ciudadanos -un 81 % reconoce que es un aspecto que tendrá en cuenta al depositar su voto, según Pew Research Center-. También la inmigración se ha colado entre las preocupaciones generales, con un Trump hablando abiertamente de “invasión”.
El candidato Donald Trump busca hacer historia volviendo a la Casa Blanca cuatro años después. Foto: AFP
En materia social, Harris ha hecho especial hincapié en que con Trump en la Casa Blanca derechos de las mujeres como el del aborto estarán en peligro, advirtiendo de una tendencia de retroceso que ya comenzó con un dictamen del Tribunal Supremo en junio de 2022. Tener las riendas del país puede ser además clave para modificar el actual dominio conservador en el Alto Tribunal, ya que el futuro presidente tendrá previsiblemente margen para nombrar a algún magistrado.
Trump también ha hecho gala en campaña de ser un presidente garante de la paz y ha llegado a decir que, si él hubiese seguido cuatro años más en el cargo, Vladimir Putin no se habría atrevido a invadir Ucrania o no existiría la actual escalada de violencia en Oriente Próximo. En lo que sí coinciden ambos aspirantes es en dejar claro que Israel es el principal aliado en esta región, pese a las críticas deslizadas por la Administración Biden al primer ministro Benjamin Netanyahu.
En Europa, tanto en la órbita de la UE como de la OTAN se observa con atención la cita a la expectativa de lo que pueda ocurrir. Harris simboliza para la gran mayoría de los gobiernos la continuidad de las políticas de Biden, mientras que Trump ya demostró que está dispuesto a añadir más presión política, económica o en materia de Defensa sobre sus teóricos aliados europeos.
Donald Trump contra el Deep State y la izquierda woke
Víctor Pavón
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Este martes se celebran las elecciones en los Estados Unidos y marcará un punto de inflexión en la política interna de ese país y el mundo. El pueblo norteamericano tiene dos candidatos muy diferentes: Donald Trump, del partido Republicano, y la candidata del partido Demócrata, Kamala Harris.
También habrá elecciones al Senado y a la Cámara de Representantes (para nosotros Diputados) que se realizan cada dos años revitalizando la democracia para evitar la concentración del poder.
¿Pudo los EE. UU. contener esa concentración del poder que tanto aborrecían sus padres fundadores? Fuera de los poderes tradicionales, el Ejecutivo, Legislativo y Judicial, surgieron otros. Mientras tanto, la poderosa economía norteamericana que hasta sesenta años atrás era del 40 por ciento del producto interno bruto (PIB) mundial, hoy es del 25 por ciento.
Los tiempos cambian. Convertido en un faro de libertad con su Declaración de Independencia en 1776 y su Constitución de 1787, EE. UU. fue asediado por ideas equivocadas. En el presente tiene predicamento la ideología woke izquierdista aliada con el globalismo, siendo las universidades norteamericanas su centro de difusión.
La ideología woke cuyo origen está en el marxismo lenilista fomenta la corrección política para contar con un discurso hegemónico. Sus adeptos dicen que Homero, Aristóteles, Shakespeare, Cervantes y otros son una imposición. Por ello insisten en imponer la cultura de la cancelación y la ideología de género para asestar el golpe de muerte hacia sus más acérrimos adversarios: la filosofía de la libertad y la tradición judeo-cristiana.
Kamala Harris es la representante del wokismo, la izquierda autoritaria y globalista. Al woke globalista le encanta un gobierno distante del pueblo para reemplazarlo por un nuevo orden mundial mediante la tecnocracia de las nuevas élites.
Los woke globalistas vienen por todo. Manipulan el lenguaje a través de la posverdad socialista. Resulta urgente, por tanto, plantear una resistencia siendo la única manera de lograrlo a través de la consagración de la vida, la libertad y la propiedad donde Dios es su roca firme.
Donald Trump es parte de esa resistencia. Reconoce este problema de fondo del cual también forma parte el Deep State (el Estado profundo) que considera su enemigo. El Deep State está conformado por el poderoso complejo militar industrial norteamericano, las agencias de inteligencia y el Pentágono que desean el triunfo de Kamala Harris porque les asegura la “guerra perpetua”, cuestión que también está en juego en esta elección.
Estamos ante una encrucijada para la sobrevivencia de la civilización occidental. Y el campo de enfrentamiento es la elección de este martes 5 de noviembre. Trump representa lo más cercano de la tradición conservadora de respeto a la vida, la libertad, la propiedad, en la fe puesta en Dios y en el valor de la familia.
(*) Presidente del Centro de Estudios Sociales (CES). Miembro del Foro de Madrid. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”, “Cartas sobre el liberalismo”, “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes”, y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la libertad y la república”.