Felicitado en el extranjero y aclamado por sus partidarios en Turquía, el presidente Recep Tayyip Erdogan, reelecto el domingo para un mandato de cinco años, dirigirá un país minado por la crisis económica y profundamente dividido. El mandatario, de 69 años que lleva dos décadas en el poder en Turquía, se impuso el domingo en segunda vuelta, pese a que la oposición concurrió unida y el país sufre una crisis económica aguda.
“¡Ganó el hombre del pueblo!”, tituló este lunes el diario Sabah, uno de los periódicos más leídos del país, sobre el cual el jefe de estado y sus partidarios del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, islamoconservador) saben que pueden contar. Para Gursel Ozkok, un vendedor de zumo de 55 años interrogado en la mañana del lunes en la capital Ankara, “todo transcurrió como lo esperaba, es la persona que el país necesita”. “Es la voluntad del pueblo”, señaló Aziz Fatih Gemci, un estudiante de 23 años que matizó que espera que “la economía mejore y que aumente el poder adquisitivo”.
Pero, la reelección del mandatario, que obtuvo el 52,2 % de los votos según un recuento casi definitivo, generó desasosiego en una parte de la población. “Espero irme al extranjero lo antes posible”, afirmó el lunes Kerem, un estudiante de ingeniería de 20 años con un pendiente en la oreja, que prefirió no divulgar su apellido. La Comisión Electoral tiene previsto anunciar los resultados definitivos este lunes o el martes, informó la agencia oficial Anadolu. La ceremonia de investidura del presidente y del Parlamento, votado en la elección del 14 de mayo, cuando se celebró la primera vuelta, tendrá lugar esta semana, probablemente el martes.
Erdogan compareció hacia la medianoche ante decenas de miles de sus partidarios que se congregaron con entusiasmo delante del palacio presidencial de Ankara. En su discurso el mandatario prometió controlar la inflación que lastra la vida diaria de la población y que está por encima de un 40 % anual. “No hay ningún problema que no podamos solucionar”, afirmó Erdogan.
“A la horca”
“Nadie perdió esta noche, hay 85 millones de ganadores”, dijo en referencia al total de la población del país, que es miembro de la OTAN y que es clave en el panorama geopolítico. Erdogan recibió felicitaciones de líderes de todo el mundo, desde el presidente Estados Unidos, Joe Biden, al mandatario ruso, Vladimir Putin. En la agenda, está la expectativa de los países de la OTAN de que Ankara apruebe la candidatura de Suecia a la alianza militar liderada por Estados Unidos. El portavoz de Erdogan, Ibrahim Kalin, anunció que el mandatario turco hablará por teléfono esta noche con el presidente de Estados Unidos.
En la celebración de su victoria el domingo, Erdogan cantó con la multitud y también abucheó a los líderes de la oposición, sobre todo a su rival, el socialdemócrata Kemal Kiliçdaroglu. El opositor, que preside el Partido Republicano del Pueblo (CHP, laico) y aglutinó a una coalición de seis partidos, incluyendo a la formación prokurda HDP.
Selahattin Demirtas, uno de los altos cargos del HDP, que está encarcelado desde 2016, también fue objetivo de los abucheos y fue calificado como “asesino” y “terrorista”. “A la horca”, respondió la multitud a Erdogan. Durante la campaña, el presidente defendió pese a la crisis, su política monetaria heterodoxa, que rebate las teorías económicas clásicas.
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El mandatario instó al banco central a recortar en varias ocasiones las tasas de interés, lo que impulsó la escalada de los precios. Erdogan enfrenta además la reconstrucción tras el terremoto que azotó al país en febrero y que dejó ciudades enteras en ruinas. La bolsa y la moneda local, que en los últimos años ha perdido un 80 % de su valor, se mantuvieron estables, como si los inversores ya hubieran anticipado la victoria de Erdogan.
Para culminar las celebraciones, el mandatario tenía programado un acto para conmemorar la conquista de Constantinopla por el Imperio Otomano, el 29 de mayo de 1453. Pero, el acto no ha sido confirmado, ya que el político lució un semblante cansado el domingo, tras una campaña intensa en la que recorrió el país y llegó a celebrar tres mítines por día, además de entrevistas a los medios en la noche. Por su parte, el alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, perteneciente al CHP, propuso una concentración de la oposición en la ciudad este lunes. “No se preocupen, todo parte de cero”, prometió esta figura de la oposición, que se perfila como candidato para las elecciones de 2028.
El invencible “rais”
En sus 20 años en el poder, Recep Tayyip Erdogan ha transformado Turquía como ninguna otra persona desde Mustafá Kemal Atatürk, el fundador de la República turca. Y este domingo fue reelecto para otros cinco años como presidente. Muchos creían que, a sus 69 años, el “rais” (jefe), como lo apodan sus más fervientes seguidores, estaba amenazado por la crisis económica, el desgaste del poder, las consecuencias del devastador terremoto de febrero y una oposición unida como nunca antes.
Pero al cierre de una campaña acerba, Erdogan, cuyo rostro estuvo omnipresente en las pantallas de televisión durante toda la campaña, reivindicó el domingo la victoria tras su duelo más reñido -en dos vueltas, una primicia- frente al socialdemócrata Kemal Kiliçdaroglu, con 52,1 % de los votos, según resultados casi definitivos.
Ni su paso por prisión, ni una ola de enormes manifestaciones hace diez años, ni tampoco una sangrienta intentona golpista en 2016 frenaron a Erdogan, líder de la mayoría conservadora, mucho tiempo desdeñada por una élite urbana y laica. Criticado durante la campaña por la inflación, que está poniendo en aprietos a los hogares turcos, contraatacó haciendo alarde de los drones de fabricación turca que se han convertido en el orgullo del país, así como las mezquitas, autopistas y aeropuertos construidos desde que llegó al poder en 2003.
Deriva autocrática
Pese a las dificultades de los últimos años, sigue siendo para sus admiradores el hombre del “milagro económico”, que hizo entrar a Turquía en el club de los 20 países más ricos del mundo. Se mantiene también para gran parte de los turcos como el único político capaz de mantenerse firme frente a Occidente y de guiar al país a través de las crisis regionales e internacionales.
La guerra en Ucrania lo volvió a poner en el centro del tablero diplomático gracias a sus esfuerzos de mediación entre Kiev y Moscú. Pero sus detractores lo acusan de una deriva autocrática, en particular desde las purgas masivas llevadas a cabo tras el intento de golpe de Estado en su contra y la revisión constitucional de 2017, que amplió considerablemente sus poderes.
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Pese a que se hizo construir un palacio de 1.100 habitaciones en una colina boscosa protegida de Ankara, Erdogan sigue presentándose como un hombre del pueblo frente a las “élites”. “Aprendí sobre la vida en Kasimpasa, no en una torre de marfil”, dijo de nuevo el jueves, refiriéndose al barrio obrero de Estambul donde creció y soñó con una carrera como futbolista, antes de meterse en la política.
Aprendió todos los trucos en el movimiento islamista del ex primer ministro Necmettin Erbakan, antes de ser propulsado a la primera línea cuando fue elegido alcalde de Estambul en 1994. En 1998 fue condenado a prisión por haber recitado un poema religioso, un episodio que no hizo sino reforzar su aura.
Tomó la revancha en la victoria electoral del AKP -partido que cofundó- en 2002. Un año después, fue nombrado primer ministro, cargo que desempeñó hasta 2014, cuando se convirtió en el primer presidente turco elegido por sufragio universal directo. En la noche del 15 de julio de 2016, enfrentó una de sus más duras pruebas: un sangriento intento de golpe de Estado del que acusó al predicador Fethullah Gülen, antaño aliado suyo. Su peor revés electoral fue en 2019, cuando la oposición arrebató a su partido la capital, Ankara, y su feudo Estambul.
Oponentes fuera de juego
Temeroso de que su poder se resquebrajara, a lo largo de los años ha dejado fuera de juego a varios de sus oponentes, al tiempo que fue reforzando su control sobre los medios de comunicación. El líder del partido prokurdo HDP, Selahattin Demirtas, que le privó de la mayoría absoluta en el Parlamento, está encarcelado desde 2016.
Y el muy popular alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, fue blanco en diciembre de una sentencia judicial que le imposibilitaba presentarse a las presidenciales. Para su tercera campaña presidencial, Erdogan celebró un mitin tras otro, hasta tres al día, a pesar de una marcha más lenta y un rostro que delata cansancio.
En los estrados, este musulmán devoto, padre de cuatro hijos y defensor de los valores familiares, recurrió una vez más al Corán para galvanizar a las multitudes. Pero también utilizó invectivas para desacreditar a la oposición, a la que acusó de “terrorismo”. Su reelección un 28 de mayo, exactamente diez años después del inicio del vasto movimiento de protesta Gezi, que reprimió brutalmente, es un símbolo de su dominio sobre Turquía, que dirigirá durante un tercer y último mandato, según la Constitución.
Fuente: AFP.