Dos de los cuatro estadounidenses secuestrados el pasado viernes en Matamoros (noreste de México) fueron hallados muertos este martes, informaron autoridades mexicanas, que sospechan que los captores -presuntos narcotraficantes- los confundieron con otras personas.
Los otros dos rehenes fueron rescatados con vida y entregados a autoridades estadounidenses en el puente fronterizo que une a las ciudades de Matamoros y Brownsville, en tanto los fallecidos serán repatriados “en las próximas horas” tras la autopsia, indicó Américo Villarreal, gobernador del estado de Tamaulipas.
Uno de los sobrevivientes, identificado solo como Eric N., sufrió una herida de bala en una pierna, mientras una mujer (Latavia N.) salió ilesa, dijo el gobernador durante una rueda de prensa con el alto mando militar en Ciudad de México. Los medios estadounidenses los identificaron como Latavia Washington McGee y Eric James Williams. Los nombres de los fallecidos no fueron revelados aún.
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“El Departamento de Justicia será implacable en la búsqueda de justicia en su nombre”, advirtió el fiscal general estadounidense, Merrick Garland, citado en un comunicado. Mientras, el embajador estadounidense en México, Ken Salazar, sostuvo en un comunicado que estos hechos “son un trágico recordatorio” de que ambos países deben “fortalecer el combate a las organizaciones criminales” en la frontera.
Un hombre encargado de vigilar a las víctimas fue detenido en el lugar donde permanecían cautivas, una casa de madera en la zona suburbana de Matamoros. La entrega de los sobrevivientes se produjo en medio de un vasto dispositivo que involucró unos 20 vehículos entre ambulancias y camionetas de agencias de seguridad, observó una colaboradora de la AFP. Las autoridades mexicanas creen que los secuestradores pertenecen al Cártel del Golfo y habrían confundido a los estadounidenses con enemigos.
“Se va fortaleciendo la línea (investigativa) de que fue una confusión, no fue una agresión directa. Esa es la línea que tenemos ahora como la más viable y seguramente es la más correcta”, aseguró el fiscal de Tamaulipas, Irving Barrios, en la misma conferencia. Sin embargo, aclaró que todas las hipótesis siguen abiertas.
Vivos hasta el lunes
Los estadounidenses habían llegado a Matamoros en la mañana del viernes en una furgoneta que unas dos horas después fue atacada por pistoleros, según las indagaciones reveladas este martes. Una mexicana de 33 años murió cerca del lugar de los hechos, posiblemente víctima de una bala perdida, de acuerdo con las pesquisas.
El gobernador de Tamaulipas manifestó que “no hay ningún fundamento para pensar” que las víctimas tuvieran “alguna relación” con la policía federal de Estados Unidos (FBI), como se especuló en redes sociales. Según el gobernador, los estadounidenses estaban en México porque uno de ellos planeaba realizarse una cirugía estética.
Los oficiales mexicanos evitaron adelantar hipótesis sobre las circunstancias de tiempo y lugar en que murieron los cautivos. “Una vez que se haga la necropsia podremos estar en posibilidades de determinar cuáles fueron las causas de las muertes, los tiempos y demás” elementos, apuntó el fiscal.
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Según las investigaciones preliminares, todos los secuestrados estuvieron con vida al menos hasta el lunes. “Durante los tres días posteriores al hecho delictivo, las cuatro personas privadas de la libertad fueron trasladadas a diversos lugares, entre ellos una clínica, con el fin de crear confusión y evitar las labores de rescate”, afirmó el gobernador.
Villarreal dijo que las averiguaciones para dar con los demás delincuentes serán apoyadas por Estados Unidos, que ofrecía 50.000 dólares para localizar a las víctimas y capturar a los secuestradores. El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, lamentó la muerte de los rehenes. “Enviamos a los familiares de las víctimas, a los amigos, al pueblo de Estados Unidos, al gobierno de Estados Unidos, nuestras condolencias (...). Vamos a seguir haciendo nuestro trabajo para garantizar la paz, la tranquilidad”, afirmó.
“Se va a buscar a los responsables, se va a castigar, como se hizo cuando lamentablemente asesinaron a mujeres y niños (...) de la familia LeBarón, Miller, Langford. Se detuvo a todos los involucrados”, advirtió. Se refería a la masacre, en noviembre de 2019, de seis menores y tres mujeres de una comunidad mormona mexico-estadounidense, asentada en el estado de Sonora (norte). México acumula unos 350.000 homicidios y decenas de miles de desaparecidos desde que en 2006 fue desplegada una polémica ofensiva antidrogas, con participación militar y apoyo de Estados Unidos.
Zona de alto riesgo
Matamoros es una de las localidades más golpeadas por la delincuencia organizada. Además, las carreteras de Tamaulipas están consideradas entre las más peligrosas de México. De hecho, desde hace varios meses Estados Unidos mantiene una alerta para que sus ciudadanos se abstengan de viajar a ese estado, debido a los raptos y otros crímenes.
Según esa advertencia, la actividad del crimen organizado allí también incluye tiroteos, asesinatos, robos, desapariciones forzadas, extorsiones y agresiones sexuales. A raíz del secuestro, Washington recordó que la alerta de viaje para Tamaulipas sigue vigente. “No viajen”, exhortó el vocero del Departamento de Estado estadounidense, Ned Price. El personal de los consulados tiene prohibido incluso viajar por las carreteras secundarias de la región.
Fuente: AFP.