Cerca de 1.800 personas murieron por un devastador terremoto de magnitud 7,8 que sacudió el lunes el sureste de Turquía y el norte de Siria, y cuyos temblores se sintieron incluso hasta en la lejana Groenlandia. En Turquía, donde se registró el epicentro del sismo, al menos 1.014 personas murieron, según el último balance comunicado por el organismo público de gestión de catástrofes. Además, cerca de 5.400 resultaron heridas, de acuerdo con el presidente Recep Tayyip Erdogan, quien agregó que unos 2.818 edificios se derrumbaron.
En la Siria vecina, el temblor causó al menos 783 muertos y 2.280 heridos. El ministerio de Salud sirio informó de 403 personas muertas y 1.284 heridos en las zonas bajo control del gobierno en este país en guerra. Los Cascos Blancos, que operan en las partes de Siria en manos de los rebeldes, indicaron que hubo al menos 380 muertos y más de 1.000 heridos en esos sectores.
El temblor se sintió a las 4:17 (1:17 GMT) y se produjo a una profundidad de 17,9 kilómetros, según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS). El epicentro se situó en el distrito de Pazarcik, en la provincia de Kahramanmaras, en el sureste de Turquía, a unos 60 km de la frontera siria.
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Un nuevo movimiento telúrico de magnitud 7,5 golpeó la zona a las 13:24 (10:24 GMT), a cuatro kilómetros al sureste de la localidad de Ekinozu, según el USGS. También se produjeron una cincuentena de réplicas, según Ankara. El sismo se sintió en toda la región y sus ondas llegaron incluso hasta la lejana Groenlandia, según el instituto geológico danés.
Es muy probable que el balance se agrave rápidamente, teniendo en cuenta el número de edificios derrumbados en las ciudades más afectadas, como Adana, Gaziantep, Sanliurfa y Diayarbakir, en el sureste de Turquía. Debido a la hora en que ocurrió el sismo, de madrugada, la mayoría de la gente estaba durmiendo.
“Mi hermana y sus tres hijos están bajo los escombros. También su marido, su suegro y su suegra. Siete miembros de nuestra familia están bajo los escombros”, explicó a AFP Muhittin Orakci, mientras presenciaba las operaciones de rescate delante de un edificio en ruinas en Diyarbakir. “Su hermana sigue bajo los escombros”, dijo una mujer señalando a otra víctima desconsolada en la misma localidad.
Aeropuertos bloqueados
Por seguridad, se cortó el gas en toda la zona, por las réplicas y por temores a que se produjeran explosiones. Por su parte, el Kurdistán iraquí informó que suspenderá por precaución las exportaciones de crudo a través de Turquía. Este sismo es el más importante en Turquía desde el terremoto del 17 de agosto de 1999, que causó 17.000 muertos, un millar de ellos en Estambul.
Según el vicepresidente turco, Fuat Oktay, al menos tres de los aeropuertos del área afectada, Hatay, Maras y Gaziantep, fueron cerrados al tráfico. La nieve y las tormentas que azotan la región impedían el tráfico en otros aeropuertos, incluido el de Diyarbakir, constató AFP.
“Escuchamos voces aquí y allá. Pensamos que tal vez 200 personas se encuentran entre los escombros”, declaró un rescatista en Diyarbakir, según una transmisión de la cadena NTV. Algunas imágenes en la televisión turca y redes sociales mostraban a personas asustadas en pijama, deambulando entre la nieve, mientras observaban a los rescatistas buscar entre los escombros de sus casas.
En tanto, la televisión estatal siria informó del colapso de un edificio cerca de Lataquia, en la costa oeste. Medios progubernamentales señalaron que varios edificios colapsaron parcialmente en Hama, centro de Siria, donde bomberos y rescatistas intentaban sacar superviviente de entre los restos. Raed Ahmed, jefe del Centro Nacional de Monitoreo Sísmico de Siria, dijo a una radio oficial que este fue “históricamente el mayor terremoto registrado”. El temblor provocó escenas de pánico. Muchos habitantes salieron a las calles pese a las lluvias torrenciales.
Ayuda internacional
El presidente turco, cuya gestión de esta tragedia tendrá mucho peso en las reñidas elecciones del 14 de mayo, hizo un llamado a la unión nacional. “Esperamos salir de esta catástrofe juntos lo más rápidamente posible y con los menos daños posibles”, tuiteó.
La Unión Europea (UE) y muchos de sus países miembros anunciaron que enviaban ayuda y equipos de rescate. También lo hicieron Estados Unidos, Reino Unido, Israel, India y Ucrania, así como Grecia, rival histórico de Turquía, que prometió “poner a disposición todas sus fuerzas”, según su primer ministro.
El papa Francisco manifestó su “profunda tristeza” por lo ocurrido y el presidente ruso, Vladimir Putin, transmitió sus condolencias a los dirigentes turco y sirio y ofreció “aportar la ayuda necesaria” de Rusia tras esta tragedia. También el presidente chino Xi Jinping hizo llegar su pésame a los dos países. Azerbaiyán, país cercano a Turquía, anunció el envío inmediato de 370 rescatistas, según la agencia oficial turca. Turquía está situada en una de las zonas sísmicas más activas del mundo.
Expertos llevan tiempo advirtiendo que un sismo de gran magnitud podría devastar Estambul, que ha permitido construcciones generalizadas sin precauciones. Un terremoto de magnitud 6,8 sacudió Elazig en enero de 2020, matando a más de 40 personas. Y en octubre de ese mismo año, otro de magnitud 7,0 sacudió el mar Egeo, causando 114 muertos y más de 1.000 heridos.
“Pensamos que era el apocalipsis”
Tulin Akkaya trataba de poner orden en sus ideas tras haber sido despertada abruptamente por el peor terremoto en Turquía en casi un siglo cuando una segunda sacudida la hizo salir corriendo a la calle. “Estoy muy asustada. Sentí (la réplica) muy fuerte porque vivo en el último piso”, dijo esta ama de casa de 30 años.
“Salimos corriendo presas del pánico. Fue casi igual que el terremoto de la madrugada. Ahora no puedo volver a mi apartamento, no sé qué pasará después”, añadió la mujer. Muchos inmuebles estaban en ruinas en su ciudad, Diyarbakir, en el sureste del país, que acoge a muchos de los millones de personas que han huido de la guerra y la pobreza en la vecina Siria.
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La misma escena de devastación se extendía por las principales ciudades fronterizas de ambos países tras el sismo de magnitud 7,8 que se produjo antes del amanecer. La réplica fue de magnitud 7,5, algo que según los científicos sólo se produce unas 20 veces al año en todo el mundo.
Las autoridades cifran en cerca de 1.800 el número total de muertos. El sismo golpeó una zona remota y poco desarrollada. El desafío al que se enfrentan los equipos de rescate tanto en Turquía como en Siria es inmenso. Las autoridades contaron más de 50 réplicas en las primeras 10 horas tras el sismo inicial y advirtieron que seguirían produciéndose durante muchos días más.
Segunda gran sacudida
Varios edificios se derrumbarán tanto en Diyarbakir como en ciudades cercanas. La segunda gran sacudida llegó justo cuando los supervivientes empezaban a volver a sus casas para recoger pertenencias que pudieran ayudarles a pasar la fría noche que se avecinaba. La mayor parte de la región se quedó sin gas ni electricidad.
El servicio meteorológico pronostica lluvia y aguanieve en el sudeste de Turquía durante gran parte de la semana. “Es una zona sísmica, así que estoy acostumbrada a las sacudidas”, declaró la reportera Melisa Salman, que vive en Kahramanmaras, epicentro del sismo, a unos 60 km de la frontera siria. “Pero es la primera vez que vivimos algo así”, dijo a AFP esta joven de 23 años. “Pensamos que era el apocalipsis”. “Estamos afuera desde las cuatro y media de la madrugada. Está lloviendo, pero nadie se atreve a volver a sus casas por miedo a nuevas réplicas”, agregó.
A pesar de que la tierra no deja de temblar, los equipos de rescate, a menudo apoyados por la población local, siguen buscando víctimas. Una niña de seis años fue rescatada tras horas de trabajo de los socorristas ayudados por su padre. En total, tres niños pudieron ser rescatados de entre los escombros de este edificio completamente en ruinas en Kahramanmaras.
“Pude salvar a tres personas. Pero también encontré dos cuerpos. No puedo volver a casa. Me quedo por si me necesitan”, dijo Halis Aktemur. Este hombre de 35 años vino a ofrecer su ayuda a los equipos de rescate que trabajaban en las ruinas de un edificio en Diyarbakir. Algunos establecimientos, como gimnasios o salas de recepciones, acogen a personas que no pueden regresar a sus hogares en Diyarbakir, constató un corresponsal de AFP.
Fuente: AFP.