Según el nuevo informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Latinoamérica y el Caribe se enfrentan a una desafiante perspectiva económica con una retracción en la proyección de crecimiento del producto interno bruto (PIB) regional emitido en el 2022, cuando se habló de un 3,8%, que fue corregido a un 1,4% para el cierre del 2023.
Dicho documento, que fue presentado este miércoles 25 de enero del año en curso en una transmisión en vivo, evidencia que se espera una desaceleración significativa del crecimiento en Latinoamérica y el Caribe, advirtiendo que los impactos mundiales recurrentes impiden el crecimiento.
Como antecedentes, en el 2022 se dio el aumento en los gastos de los préstamos, junto con la disminución de los flujos de capital, que incrementaron la volatilidad y limitaron las inversiones, por lo que en 2023 la desaceleración en las economías mundiales más importantes limitarán el crecimiento de las exportaciones.
Así también, el impacto de las posturas ante las políticas monetarias restrictivas sobre la actividad económica será más visible y la elevada inflación seguirá afectando a las rentas actuales en muchos países. Sin embargo, se prevé que la inflación disminuya gradualmente este año conforme la demanda agregada se ralentice y los precios de los productos básicos se moderen.
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Esto a su vez incidirá en los mercados de trabajo, pues las tasas de desempleo decayeron hasta niveles anteriores a la pandemia o inferiores en varias economías. Pero las restricciones monetarias agresivas, el aumento de los costes de producción y el lento crecimiento económico podrían limitar la creación de puestos de empleo en el 2023.
Recomendaciones fiscales
En cuanto a las políticas monetaria y fiscal, los países se enfrentan a crecientes dificultades, pues la mayoría de los bancos centrales aceleraron el ajuste monetario. La efectividad de los aumentos ulteriores en los tipos de interés sigue siendo cuestionable, dada la función esencial que juegan las limitaciones relacionadas con la oferta en la inflación.
Por lo tanto, la política fiscal tiene que encontrar un equilibrio entre apoyar el crecimiento y las inversiones, proteger a los grupos vulnerables y mantener la credibilidad de los marcos fiscales. Para lograrlo, es necesario que se expanda el espacio fiscal en un corto plazo con el aumento en el uso generalizado de la digitalización, que podría disminuir la evasión de impuestos.
Al igual que la reducción de los gastos tributarios, como la exención de impuestos y las deducciones, también podría fortalecer los ingresos tributarios. Y a medio plazo, la región necesitará fortalecer los ingresos tributarios a través de la creación de cada vez más sistemas fiscales progresivos.
En tanto que para las perspectivas económicas sombrías e inciertas a corto plazo para la economía mundial, se prevé un repunte moderado hasta el 2,7 % en el 2024 a medida que empiecen a remitir algunos de los vientos adversos. Sin embargo, esto depende en gran medida del ritmo y la secuencia de un mayor endurecimiento monetario, del curso y las consecuencias de la guerra en Ucrania y de la posibilidad de que se produzcan nuevas perturbaciones en la cadena de suministro.
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