El 18 de enero se cumplieron 3 años de la brutal golpiza que derivó en la muerte del joven Fernando Báez Sosa, hijo de paraguayos, en Villa Gesell, Argentina, a la salida de una discoteca. En la ocasión los atacantes, por medio de golpes y patadas, truncaron los sueños de un joven lleno de vida.

Fernando, de 18 años, estudiante de Derecho, había escrito y guardado una conmovedora carta de puño y letra, en una cajita de cartón junto a otros recuerdos que atesoraba y que recientemente sus padres, Silvino Báez y Graciela Sosa, dieron a conocer a través de medios argentinos.

La semana pasada, luego de finalizar las audiencias en el juicio por el crimen de Fernando Báez Sosa y también un aniversario más de muerte, en medio del dolor, sus padres decidieron compartir el texto de una carta que el joven había guardado en una cajita de cartón. La misma se escribió a sí mismo, es una especie de manifiesto donde expresaba sus anhelos y sueños.

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Una conmovedora carta de puño y letra de Fernando estaba guardada en una cajita de cartón junto a otros recuerdos que atesoraba y que recientemente sus padres dieron a conocer a medios argentinos. Foto: Gentileza.

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“Creo que dentro de 10 años voy a estar haciendo lo que me gusta y disfrutando mi vida. Poder cumplir los sueños, objetivos, y expectativas que tengo, darles regalos a mis padres, tratando de darles lo que me dieron. Espero ya tener una pareja, una estabilidad, y comodidad económica. Amor, familia, amistades, cariño, unión, felicidad, conocimiento, viajar, conocer, y conectarme. Mi misión es conectar, amar, brillar y servir. Mis valores centrales son amistad, independencia, placer, relaciones valiosas y el tiempo libre al servicio de las personas, la exploración de la mente, los deportes y la autoayuda”, escribió Fernando.

Esta carta manuscrita, el joven la guardaba en una caja celeste de cartón, junto a otros recuerdos que eran como tesoro para él, como su chupete de nacimiento, 12 medallas por logros deportivos, souvenirs de cumpleaños de 15, un muñeco del Hombre Araña que Graciela, su mamá, un día tuvo que coser porque él “lo había llevado al colegio y volvió descuartizado”.

En un acto en Dolores el miércoles pasado, sus papás, Graciela y Silvino, reiteraron su pedido de Justicia: “Queremos un castigo ejemplar. Era nuestro sol, nuestra vida. Hoy estamos vacíos, nadie quedó en casa. Estamos los dos solitos”, señaló su mamá.

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