El inicio de la tercera semana del juicio en Dolores (Argentina) por el crimen de Fernando Báez Sosa tomó un giro inesperado con la declaración de Máximo Thomsen, uno de los rugbiers más implicados en el asesinato del joven de 18 años en la madrugada del 18 de enero de 2020 frente a un boliche en Villa Gesell. “Quiero pedir disculpas porque jamás en la vida se me hubiese ocurrido tener intenciones de matar a alguien”, dijo.
En una jornada en que testificaron familiares de los acusados, Thomsen sorprendió hacia las 17:40 del lunes al pedir para declarar y, entre lágrimas, fue relatando lo ocurrido hace tres años: “Yo fui el primero que entré y fuimos directo a la barra a cambiar la consumición que venía con la entrada. Llegamos a la barra y cuando llegamos nos quedamos ahí. Estaba ahí tomando con uno de los chicos y estábamos conociendo a una chica, que estábamos organizando para hacer una previa con ella al día siguiente”.
“Había tanta gente que se te volcaba el vaso. Me puse contra la barra y cubría a mi amigo y la chica. De repente escucho que alguien me dice basta de empujar, y alguien me responde, estamos todos en la misma, no nos podemos mover. Yo digo que no pasa nada y cuando termino de decir eso, un amigo me toca la espalda y le veo que tenía un chichón”, narró. “De repente un seguridad lo estaba levantando, y le pido que lo deje, y el seguridad me dice que también me vaya. Yo me pongo a preguntar por qué me sacan si no hice nada”.
Thomsen niega ser el líder
En otro momento de su declaración, Thomsen destaca que a él lo han puesto como el líder del grupo y que en ningún momento planeó que nada de lo que pasó pasara y que es una idea que se implantó para ponerlo a él cómo principal responsable. “A mí me pegaron una piña en un momento dado y reaccioné con patadas, entré en la ronda y di pastadas no recuerdo a quién le pegué”, destacó haciendo salvedad que esto ya ocurría fuera del local nocturno.
Ante los cuestionamientos realizados sobre los clips y momentos que se observaban en los videos que se cuentan como prueba y respaldo, hizo fuerte hincapié en el hecho de que él no hablaría sobre nadie más que no sea el mismo y lo que a él le sucedió, hecho que finalmente fue coartando tanto las preguntas como las respuestas que dio el joven posterior a las declaraciones donde se lo vio más sentido especialmente en el momento en que su madre se quebró.
El juicio inició el 2 de enero, previendo 12 audiencias y 177 testigos; el fallo se estima para el 31 de enero, o en la primera semana de febrero. Con Máximo Thomsen (23 años) están acusados Enzo Comelli (22), Matías Benicelli (23), Blas Cinalli (21), Ayrton Viollaz (23), los hermanos Luciano (21) y Ciro (22) Pertossi, y su primo Lucas (23). Fueron sobreseídos de la causa Juan Pedro Guarino y Alejo Milanesi, quienes presenciaron el ataque contra Báez, pero no se pudo demostrar su participación. Además, Tomás Colazo es el rugbier “número 11″ que también habría presenciado la golpiza.
“Solo queda bien con el diablo”
Tras la sorpresiva declaración, el abogado de la familia Báez Sosa, Fernando Burlando, tuiteó: “Me queda la duda si los testigos pudiendo convertirse en héroes, optaron por la triste comodidad de no comprometerse ante los asesinos. Les recuerdo que el que queda bien con Dios y con el diablo, solo queda bien con el diablo. Lamentablemente hoy dejaron pasar una oportunidad”.
Esta mañana, antes de que inicie la audiencia, el abogado expresó: “Guarino y Milanesi (sobreseídos del caso), junto a Colazo (el número 11) tienen una gran responsabilidad ante los jueces. Deben contar la verdad de lo ocurrido y hacer justicia por Fernando. Espero que no se presten a dar falso testimonio para encubrir a los asesinos de sus amigos”.
Fernando José Báez Sosa nació el 2 de marzo de 2001. Era el único hijo de Silvino Báez (49), trabajador de la construcción, y de María Graciela Sosa Osorio (56), cuidadora de adultos mayores, ambos paraguayos oriundos de Carapeguá que llegaron a Argentina en 1995, se conocieron y se casaron en Buenos Aires. Antes del fatídico verano, su hijo Fernando se preparaba para una beca estudiantil y colaboraba en dos proyectos solidarios de su comunidad.