El viernes 10 de enero de 2020, Fernando Báez Sosa salió del hall del edificio de su departamento en el céntrico barrio bonaerense Recoleta, donde vivía con sus padres Silvino Báez (49) y Graciela Sosa (56), y partió rumbo a la costa atlántica con cuatro amigos. Su madre lo ayudó hasta mitad de la madrugada para armar su valija, y lo abrazó por última vez, esperando que regresara casi dos semanas después.

“Hoy hace tres años que Fernando partió y que nunca regresó. Hoy es el día, hace tres años, que le di el último abrazo a mi hijo”, contó Sosa ante la prensa argentina, al salir de la séptima audiencia de este martes último en Dolores, de la provincia de Buenos Aires, del juicio contra ocho acusados de la muerte de Fernando Sosa Báez, de 18 años, frente a un boliche de Villa Gesell, el 18 de enero de 2020.

“Él se iba a ese viaje que fue con los amigos a Miramar y después pasaban a Gesell, porque había viajado con amigos en un auto con unos padres y tenía el regreso de boleto que era el 23 de enero de 2020″, agregó la madre, entre lágrimas. “Nosotros lo esperábamos porque ese día era el aniversario de nuestra boda, pero Fernando nunca regresó. ¡Quiero justicia por mi hijo!”.

A través de la cuenta “Justicia por Fernando Báez Sosa” en Twitter, se mostraron imágenes de los padres paraguayos visitando la tumba del hijo. Coincidió con otra dura jornada de audiencia en que se expusieron chats, fotos y audios de WhatsApp que los asesinos mandaron después del crimen. Además, una perito confirmó que la cara de la víctima tenía la marca del calzado de Máximo Thomsen, uno de los acusados.

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“No son humanos”

“Escuchamos esos audios, la verdad que era muy fuerte para nosotros cómo festejaban, cómo se avisaban que Fernando había ‘caducado’. Ellos ya sabían todo y fueron a comer algo en McDonald. Todo coincidía, los horarios, todo es muy fuerte, muy desgarrador para mí y para Silvino. Yo espero justicia para Fernando, cada vez se está aclarando todo y yo creo que se va a hacer justicia por Fernando, para que pueda descansar en paz”, dijo la madre.

Consultada si había observado la cara de los imputados durante la última audiencia, Graciela Sosa respondió: “Yo siempre observo sus brazos, sus piernas porque sé que en las manos de ellos terminaron con la vida de mi hijo. Traté lo menos posible de mirarlos porque no quiero verlos, no se puede creer lo que hicieron. Por los testigos, por lo escuchado... no son humanos”. Luego, si había recibido disculpas de los padres de los acusados, dijo: “No, nunca. Ya van a ser tres años de la partida de Fernando y nunca se han acercado. Igual, a estas alturas sería un poco ridículo ya”.

En otro momento, le preguntaron de dónde sacaba fuerzas, manifestó: “Yo creo que el que está siempre conmigo es Fernando. Siento que en cada audiencia que participamos con Silvino, él está con nosotros, es como si me dijera que no le abandone, y aunque sé que no lo voy a recuperar, quiero estar firme por él y que se haga justicia. Somos una madre sufrida y un padre sufrido, espero que les den la condena máxima, que es perpetua, porque Fernando está en un lugar de donde nunca va a regresar”.

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Homenaje en Dolores

Fernando José Báez Sosa nació el 2 de marzo de 2001. Era el único hijo de Silvino Báez (49), trabajador de la construcción, y de María Graciela Sosa Osorio (56), cuidadora de adultos mayores, ambos paraguayos oriundos de Carapeguá que llegaron a Argentina en 1995, se conocieron y se casaron en Buenos Aires. Antes del fatídico verano, su hijo Fernando se preparaba para una beca estudiantil, y colaboraba en dos proyectos solidarios de su comunidad.

En homenaje a esa actitud servicial de Fernando Báez Sosa, sus padres y familiares, algunos de los cuales fueron desde Paraguay para acompañar este proceso, prevén una actividad especial el próximo 18 de enero, cuando se cumpla el tercer aniversario del crimen. Ese día, a las 19:00, realizarán un encuentro religioso en Dolores, abierto a toda la ciudadanía, que podrá donar alimentos no perecederos para causas sociales.

En tanto, el abogado de la familia Báez Sosa, Fernando Burlando tuiteó este miércoles: “Los golpes que recibió Fernando fueron tan fuertes que su sangre quedó impregnada en la ropa de los asesinos. No alcanzaba un golpe traicionero por la espalda o pegarle indefenso en el piso, los acusados buscaban con cada golpe quitarle la vida a Fernando”. El juicio inició el 2 de enero, se prevé que tendrá 12 audiencias y 177 testigos; y se aguarda el fallo para el 31 de enero, o en la primera semana de febrero.

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