Los titulares de los poderes públicos de Brasil, encabezados por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, cerraron filas este lunes contra los “actos terroristas” ocurridos el domingo en Brasilia, cuando miles de bolsonaristas asaltaron las sedes de la Presidencia, el Congreso y la Corte Suprema.
En una inusual declaración conjunta, publicada en la cuenta de Twitter de Lula, los jefes del Congreso y del Supremo Tribunal Federal, rechazaron los “actos terroristas, de vandalismo, criminales y golpistas sucedidos la tarde de ayer en Brasilia”. “Convocamos a la sociedad a mantener la serenidad, en defensa de la paz y la democracia en nuestra patria”, afirmaron.
Los representantes de los poderes públicos de Brasil se reunieron la mañana de este lunes en el Palacio de Planalto, donde Lula prevé despachar durante la jornada pese a que el predio fue uno de los vandalizados, con ventanas rotas y algunas oficinas destrozadas.
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Además de la sede de gobierno, la de la Corte Suprema y del Congreso fueron tomadas el domingo durante casi cuatro horas por miles de seguidores del exmandatario de extrema derecha Jair Bolsonaro, que exigían una intervención militar para retirar a Lula del cargo que asumió el primero de enero.
Los incidentes protagonizados por los bolsonaristas, a los que Lula llamó “fascistas fanáticos”, recordaron los ataques al Capitolio en Washington hace dos años, llevados a cabo por simpatizantes del entonces presidente estadounidense Donald Trump, aliado de Bolsonaro.
Campamentos desmantelados
Los actos del domingo fueron condenados al unísono por la comunidad internacional, desde los gobiernos de Estados Unidos y Francia hasta Rusia y China. “Me sorprendió lo que veo y lo que vi. Pero debo decirles que confío en Brasil. Confío en instituciones resilientes. Y estoy absolutamente convencido de que Brasil enfrentará esta situación con la responsabilidad adecuada”, expresó el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres.
Las autoridades brasileñas lanzaron desde la noche del domingo investigaciones para hallar a los responsables de los disturbios, que dejaron más de 300 detenidos, y a sus eventuales financiadores. Además de empezar las labores de limpieza en el corazón de la democracia brasileña, la mañana del lunes también fueron desmantelados campamentos de bolsonaristas que desde hace dos meses exigían una intervención militar para impedir el regreso de Lula al poder.
El despeje respondió a una orden de un juez de la Corte Suprema para desocupar totalmente “en 24 horas” esas estructuras, levantadas frente a cuarteles militares por seguidores de Bolsonaro descontentos por su derrota ante Lula en el balotaje presidencial del 30 de octubre. Al menos 1.200 bolsonaristas que estaban en una acampada en Brasilia, de la que salieron buena parte de los atacantes del domingo, fueron arrestados, según medios brasileños.
“No estoy de acuerdo con lo que se hizo ayer. Es vandalismo, es acabar con patrimonio que es nuestro. Si quieren manifestar su opinión deben de hacerlo de otra forma”, dijo a AFP Ionar Bispo, un residente de la capital de 43 años. También se estaban desarmando campamentos instalados en Rio de Janeiro y Sao Paulo, considerados por el flamante gobierno como “incubadoras de terroristas”, constataron periodistas de la AFP.
Fuerzas del orden, en la mira
Lula, que en el momento de los hechos estaba en Araraquara, en el estado de Sao Paulo (sureste), para observar los desastres causados por inundaciones recientes, ha cuestionado la respuesta de las fuerzas del orden, objeto de críticas por su reacción tardía y poca preparación en Brasilia.
“Hubo, diría yo, incompetencia, mala voluntad o mala fe de las personas que cuidan de la seguridad pública del Distrito Federal”, afirmó entonces, antes de volver a Brasilia. Desde la noche del domingo, el juez de la Corte Suprema Alexandre de Moraes suspendió por 90 días de sus funciones al gobernador de Brasilia, Ibaneis Rocha, quien acababa de presentar sus disculpas por “las fallas” de seguridad.
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La Fiscalía General solicitó abrir inmediatamente investigaciones que lleven a la “responsabilización de los involucrados” en los ataques. “No hizo falta seguridad, había policías. Faltó que ellos actuaran, para no dejarlos hacer lo que hicieron. Fue una invasión”, dijo Pedro Sabino Rapatoni, un asistente administrativo de 21 años en Brasilia.
Además de denunciar un “gesto antidemocrático” como “nunca se había hecho en la historia” de Brasil, Lula responsabilizó a los “discursos” de Bolsonaro por haber “estimulado” a los “vándalos fascistas”. En un tuit, Bolsonaro, que partió a Estados Unidos dos días antes de la investidura de Lula, condenó los “saqueos e invasiones de edificios públicos”. Además, calificó las acusaciones de su sucesor de “infundadas”.
La marea humana irrumpió en los edificios con muchos manifestantes ondeando banderas brasileñas y la camiseta de la selección de fútbol, símbolos de los que buscó apropiarse el bolsonarismo. Los daños en los edificios, tesoros de la arquitectura, son considerables.
Fuente: AFP.