El líder Benjamin Netanyahu anunció la formación de un gobierno con sus aliados ultraortodoxos y de extrema derecha, con lo que regresa al poder al frente de la coalición más derechista en la historia de Israel. “Le informo (al presidente Isaac Herzog) que he podido formar un gobierno”, señaló un comunicado de la oficina de Netanyahu, difundido el miércoles pasado, apenas media hora antes de que expirara el plazo para alcanzar un pacto con otras formaciones.

El Likud, partido de Netanyahu, quedó primero en las elecciones legislativas del 1 de noviembre, las quintas en tres años y medio. En estos comicios, el Likud obtuvo 32 escaños en la Knéset (Parlamento israelí), sus aliados ultraortodoxos 18 y la alianza Sionismo Religioso 14, un récord para la extrema derecha. Tras las elecciones, el presidente otorgó a Netanyahu el mandato de formar gobierno, por lo que entabló discusiones con sus aliados para repartir las carteras ministeriales.

Netanyahu, de 73 años, quien enfrenta cargos de corrupción en la justicia, ha sido el jefe de gobierno más longevo en la historia israelí, primero de 1996 a 1999 y luego de 2009 a 2021. En 2021 fue derrotado por una coalición ideológicamente dispersa que se tambaleó un año después. El primer ministro electo tenía hasta el 11 de diciembre para anunciar el nuevo Ejecutivo. Pidió una prórroga de dos semanas pero el presidente Herzog solo le concedió diez días.

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Los analistas consideran que el gobierno será el más derechista de la historia del país, ya que incluirá a los dos partidos ultraortodoxos Judaísmo Unificado de la Torá (UJT) y Shass (sefardí), así como las tres formaciones de extrema derecha Sionismo Religioso, Fuerza Judía y Noam. Algunos analistas esperaban que Netanyahu conformara rápidamente un gobierno después de las elecciones, dada la afinidad ideológica del Likud con sus aliados de derecha.

Pero las negociaciones se arrastraron y Netanyahu tuvo que balancear las demandas de altos cargos en el gabinete, algunas de las cuales se vio obligado a conceder. Entre sus medidas más polémicas está la promesa de otorgar el ministerio de Seguridad Nacional al jefe del partido Fuerza Judía, Itamar Ben Gvir, conocido por su retórica incendiaria contra los árabes.

Tareas pendientes

Inicialmente no quedó claro cuándo sería instalado el nuevo gobierno, aunque Netanyahu le dijo a Herzog que pretendía hacerlo “lo antes posible”. Podría haber atrasos por la fiesta judía del Janucá y porque el Parlamento tiene tareas pendientes. A Aryeh Deri, líder del partido Shass, se le prometieron las carteras de Interior y Salud, pero según la fiscal general, Gali Baharav-Miara, Deri no puede servir en el gabinete porque arrastra condenas tributarias.

El Parlamento tiene previsto aprobar leyes para esquivar ese obstáculo, pero no lo ha hecho pese a que Netanyahu y sus aliados controlan 64 de los 120 escaños. También se prevé que Ben Gvir tome control de la policía fronteriza, que apoya al ejército en Jerusalén Este anexado y la Cisjordania ocupada.

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Ben Gvir ha sido acusado de provocar tensiones y ha urgido a las fuerzas de seguridad utilizar más fuerza para contener los disturbios palestinos. El martes, un alto cargo estadounidense dijo en condición de anonimato que Washington planea celebrar una reunión a inicios de 2023 entre Israel y los países árabes que lo reconocen para presionar al gobierno derechista de Netanyahu a actuar con moderación.

La fiscal general cuestionó la agenda legislativa prevista del nuevo gobierno, al señalar que algunas de sus medidas convertirían a Israel en “una democracia de nombre, pero no en esencia”. “La politización de la seguridad será un serio golpe a los principios más fundamentales del imperio de la ley, que son la igualdad, la ausencia de arbitrariedad, y la imparcialidad”, advirtió Baharav-Miara.

Fuente: AFP.

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