El exprimer ministro israelí Benjamin Netanyahu aspira a regresar al poder tras las elecciones legislativas del martes 1 de noviembre, las quintas en menos de cuatro años, marcadas por la subida de la extrema derecha y la división del voto árabe.

A diferencia de las últimas contiendas electorales, Netanyahu no sube al ring bajo la etiqueta de “Rosh HaMeshela” (primer ministro), sino como líder de la oposición contra el gobierno saliente dirigido por Yair Lapid.

Los últimos sondeos sitúan al partido Likud de Netanyahu al frente con algo más de treinta escaños de los 120 de la Knéset, el Parlamento israelí, por delante de la formación Yesh Atid (“Hay un futuro”) de Lapid, que obtendría entre 24 y 27 diputados.

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Detrás aparecen una decena de partidos cuyos resultados serán decisivos para la formación de un posible gobierno, especialmente para Netanyahu, que para alcanzar los 61 votos de la mayoría espera obtener el respaldo de partidos ultraortodoxos y de extrema derecha. La alianza de extrema derecha “Sionismo religioso” podría pasar de seis escaños en 2021 a 14 en estos comicios, según unos sondeos que la sitúan como tercera fuerza del tablero político.

La mayoría

Si obtuviera su apoyo, Netanyahu estaría al filo de la mayoría, pero sin alcanzarla, según los barómetros de opinión publicados por los medios israelíes. Experiodista estrella, Lapid confeccionó el año pasado una dispar coalición de partidos hostiles a Netanyahu y expulsó del poder al primer ministro más longevo en la historia de Israel (1996-1999 y 2009-2021).

Actualmente, esta heteróclita coalición se sitúa a cinco o seis escaños de la mayoría y debería ensanchar sus miembros si quiere seguir en el poder. “Lapid sabe que no puede llegar directamente a 61 diputados, así que su objetivo es que Netanyahu no llegue de su lado con sus aliados”, confía a la AFP uno de sus cercanos.

“Lapid dice ser el único que puede reunir el voto anti-Netanyahu. Su objetivo es incrementar el respaldo a su partido, pero también debe asegurarse que sus eventuales socios alcancen el mínimo de representatividad”, dice Gayil Talshir, profesor de ciencias políticas en la Universidad Hebraica de Jerusalén.

Cansancio y división

En el sistema electoral israelí, los partidos deben obtener un mínimo del 3,25% de los votos para entrar en el Parlamento con al menos cuatro diputados. Hay varios partidos que se mueven en este margen y su capacidad de alcanzarlo o no dependerá de la tasa de participación.

A pesar del “cansancio absoluto” del electorado, la analista política Dahlia Scheindlin espera una participación elevada en estos comicios que pueden sellar el futuro político de Netanyahu y su proyecto de gobierno con la extrema derecha.

Los partidos árabes, más hostiles hacia Netanyahu, se presentan dispersos en tres bloques, con el riesgo que eso conlleva de no alcanzar el mínimo de eligibilidad. “Está claro que los partidos árabes atraviesan una crisis interna”, explica a la AFP Mansur Abas, jefe de la formación Raam que se convirtió en esta última legislatura en la primera formación árabe de la historia de Israel en respaldar un gobierno.

Si consigue reunir una mayoría de 61 escaños, Netanyahu, que publicó sus memorias dos semanas antes de las elecciones, podría intentar que el Parlamento vote a favor de darle inmunidad. Pero si no, “podría negociar una condena con la justicia”, dice el politólogo Talshir. “Y con la publicación de sus memorias, es como si preparara el terreno para su salida”.

“Rey Bibi” quiere recuperar su corona

Benjamin Netanyahu, el primer ministro que más ha permanecido en el cargo en la historia de Israel, considera que salvar su país, del cual quiere recuperar las riendas tras las elecciones legislativas del martes, es la misión de su vida. Adorado o aborrecido, todos están de acuerdo en un punto acerca de Benjamin Netanyahu: su energía infatigable al servicio de una voluntad intacta de gobernar.

A los 73 años, en campaña para sus quintas legislativas en menos de cuatro años, Netanyahu innovó en esta oportunidad y recorrió el país con el “Bibimóvil”, un camión completamente vidriado y protegido inspirado en el vehículo del papa.

Por primera vez desde 2009, Netanyahu no compite como primer ministro saliente, ya que fue desalojado del poder en junio de 2021 por una heterogénea coalición. El experimentado político nunca se retirará por decisión propia, afirma Aviv Bushinsky, su exportavoz y gran conocedor del Likud, su partido.

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“Hará todo lo que sea posible para formar una coalición, incluso las cosas más locas”, dice a la AFP Bushinsky. “Piensa haber recibido una misión de Dios para salvar al país”, agrega. A pesar de su inculpación por corrupción en una serie de causas judiciales -acusaciones que él niega-, “Bibi” cuenta con un apoyo inquebrantable de sus seguidores más fieles.

Pero si el Likud no obtiene el desempeño que auguran los sondeos -unas 33 bancas, es decir la primera fuerza del Parlamento-, su base electoral podría finalmente fisurarse, estima Bushinsky. “No hay dudas de que algunos responsables del Likud le pedirá que se retire”, anticipa.

Colonización

Con su inconfundible voz ronca, su cabello canoso siempre impecablemente peinado, Netanyahu está profundamente marcado por la herencia de la derecha israelí. Nacido en Tel Aviv el 21 de octubre de 1949, creció con el fuerte bagaje ideológico de su padre, Benzion, que fue asistente personal de Zeev Jabotinsky, líder de la tendencia sionista llamada “revisionista”, favorable a un “Gran Israel” que abarque también a Jordania.

Opuesto al proceso de paz israelo-palestino de Oslo, que él mismo ayudó a enterrar, Netanyahu aboga por una visión de Israel como un “Estado judío”, cuyas fronteras se extienden hasta Jordania. En este sentido, apoya la anexión de zonas de la Cisjordania ocupada y sus medidas favorecieron un aumento de las colonias.

En los años 1970, tras la guerra de los Seis Días (1967), el joven Benjamin efectúa su servicio militar en un comando de élite. Pero es sobre todo su hermano mayor, Yoni, quien destaca en el ejército. Su muerte en 1976, durante el asalto israelí para liberar a los rehenes de un vuelo Tel Aviv-París, conmueve profundamente a Netanyahu, que hará de la “lucha contra el terrorismo” uno de los principales temas de su carrera.

Soldado, diplomático, primer ministro

Aunque mantiene sus duras declaraciones contra los líderes palestinos, Netanyahu defendió la reciente normalización de las relaciones con países árabes (Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Sudán y Marruecos). Orador nato, Netanyahu es también un diplomático de carrera. Vivió en Estados Unidos, donde hizo sus estudios y fue embajador ante la ONU en los años 1980.

Cuando regresó a Israel fue elegido diputado en 1988 por el partido Likud, la gran formación de la derecha israelí, en la que pronto se convirtió en la nueva estrella. Su ascensión fue imparable hasta 1996 cuando, a los 47 años, se convirtió en el primer ministro más joven de la historia de Israel. Pero su gobierno duró solo tres años.

Después de permanecer alejado algún tiempo regresó a su gran pasión, la política, volvió a dirigir el Likud y fue elegido de nuevo primer ministro en 2009 hasta 2021. “Soldado, combatí para defender Israel en los campos de batalla. Diplomático, rechacé los ataques contra su legitimidad en los foros internacionales. Ministro de Finanzas y primer ministro, busqué reforzar su poder económico y político entre las naciones”, escribe Netanyahu en su biografía recientemente publicada. En ella agrega que además ayudó a “garantizar el futuro de su antiguo pueblo”.

Yair Lapid, la exestrella de TV

Apenas nombrado primer ministro de Israel, el centrista Yair Lapid, exestrella de la televisión israelí, viajó a París para visitar al presidente francés Emmanuel Macron, un “amigo” que simboliza como él una nueva generación de mandatarios liberales y centristas en lucha contra los “extremos”.

Tras más de una década de reinado de Benjamin Netanyahu, que había alineado la política exterior israelí con la de los republicanos estadounidenses, Lapid ha intentado desde 2019 restablecer puentes con los demócratas en el gobierno en Washington y con los europeos.

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En su agenda están la cuestión de la renovación del acuerdo sobre el programa nuclear iraní entre las grandes potencias y Teherán, y el acuerdo entre Israel y Líbano -firmado el jueves- para delimitar su frontera marítima y favorecer la explotación de yacimientos gasíferos en el Mediterráneo oriental.

Fundador y líder del partido de centro Yesh Atid (“Hay un futuro”), Lapid espera permanecer al frente del gobierno tras las elecciones legislativas que se celebrarán el martes en Israel, aunque para ello deberá formar una coalición aún más amplia que la que destronó a Netanyahu en 2021.

Una novela israelí

Nacido en noviembre de 1963 en Tel Aviv, ciudad donde concentra su base electoral, Lapid es hijo del difunto periodista Tommy Lapid, exministro de Justicia con Ariel Sharon. Su madre, la escritora Shulamit Lapid, es una de las maestras de la novela policíaca israelí, con una serie de obras cuya protagonista es una periodista.

El periodismo ha impregnado la juventud de Lapid, que firma sus primeros artículos para el diario Maariv, antes de pasar al Yedioth Aharonot, el más vendido del país, lo que le dio una gran notoriedad. Paralelamente, multiplica sus actividades: boxea como aficionado, practica las artes marciales, escribe novelas policíacas y series de televisión, compone e interpreta canciones y hasta actúa en el cine.

Es en la televisión -en los años 2000 se convirtió en presentador del programa de entrevistas más seguido del país- donde se impone como la encarnación del israelí medio, haciendo siempre la misma pregunta a sus invitados: “¿Qué es ser israelí en su opinión?”. Patriota, liberal, laico, logra posicionarse en el centro, pero es denostado por los círculos judíos ortodoxos, aliados clave de Netanyahu, con los cuales intenta tejer vínculos a pesar de todo.

A favor de los dos Estados

Divorciado, casado nuevamente, Lapid es padre de tres niños, dos de ellos con su esposa actual, Lihi. Cuando en 2012 este periodista con aires de George Clooney abandonó la televisión para lanzar su partido Yesh Atid, sus detractores le reprocharon que jugaba con su imagen de galán de cine y no lo tomaban en serio.

Lapid apostó a un discurso económico centrado en los problemas de la clase media para imponerse en el escenario político y hacer que su joven partido se convirtiese en la segunda fuerza detrás del Likud (derecha) de Benjamin Netanyahu a partir de las elecciones de enero de 2013.

Casi diez años después, tras las elecciones legislativas de 2021, Lapid cumple el objetivo que se impuso: expulsar del poder a Netanyahu, primer ministro que más tiempo ha estado en el cargo en la historia de Israel y acusado de corrupción en una serie de casos.

Para ello, formó con su amigo Naftali Bennett (del partido Yamina, derecha radical) una coalición con partidos de derecha, izquierda y centro y, por primera vez, una formación árabe. Este gobierno con Bennett al frente implosionó un año más tarde y el 1 de julio Lapid lo sucedió hasta la formación de un nuevo ejecutivo tras las elecciones del martes.

Desde su llegada al poder, Lapid ha mantenido un ritmo sostenido en las operaciones militares en Cisjordania ocupada, y ha dado luz verde a una fuerte ofensiva contra la Yihad Islámica en Gaza. Sin embargo, se ha declarado a favor de conversaciones sobre la base de la “solución de dos Estados”, con una palestina viable al lado de Israel.

Cuatro años de crisis política

Israel, que vota el martes para dotarse de un nuevo gobierno tras la implosión de la heterogénea alianza que desalojó del poder a Benjamin Netanyahu, está inmerso en una crisis política que ha provocado la celebración de cinco elecciones legislativas desde 2018.

El 9 de abril de 2019, los israelíes votan en elecciones parlamentarias anticipadas en las que Netanyahu, en el poder desde 2009 y bajo la amenaza de acusaciones de corrupción, espera seguir siendo primer ministro. Se opone a Benny Gantz, antiguo jefe del Estado Mayor, que lidera la nueva alianza centrista Kahol-Lavan (Azul y Blanco).

El Likud de Netanyahu (derecha) y Azul y Blanco obtienen 35 escaños cada uno. A finales de mayo, ante la incapacidad para formar una coalición, el parlamento vota su disolución y la celebración de nuevas elecciones.

Netanyahu inculpado

El 17 de septiembre, el Likud y Azul y Blanco quedan nuevamente empatados tras las elecciones. El 21 de noviembre, la fiscalía general acusa a Netanyahu de corrupción, fraude y abuso de confianza en tres casos. El 11 de diciembre, tras los fracasos de Gantz y Netanyahu para formar gobierno, los diputados votan otra vez para disolver el Parlamento y convocan nuevas elecciones.

El 2 de marzo de 2020, el Likud obtiene 36 escaños y Azul y Blanco 33. Sin embargo, el día 16, el presidente Reuven Rivlin pide a Gantz que forme gobierno porque había conseguido más apoyo de los otros partidos.

Pero al no conseguir reunir a la mayoría necesaria de 61 diputados para formar un gabinete, Gantz anuncia por sorpresa un “gobierno de unidad y emergencia” con su rival Netanyahu para hacer frente al coronavirus. Su pacto por tres años prevé una rotación, en la que Netanyahu dejará el puesto de primer ministro a Gantz después de 18 meses.

El 7 de mayo, Rivlin encomienda a Netanyahu la tarea de formar el gobierno de unidad, al que el Parlamento otorga su confianza el 17 de mayo. Pero el 23 de diciembre, después de que los parlamentarios no aprobaran un presupuesto, el parlamento vuelve a ser disuelto, lo que lleva a la convocatoria de nuevas elecciones.

Cuartas elecciones

El 23 de marzo de 2021, los israelíes acuden a las urnas para celebrar las cuartas elecciones legislativas en dos años. El Likud queda en primer lugar con 30 escaños, seguido por la formación Yesh Atid (“Hay un futuro”) de su rival, el centrista Yair Lapid, con 17 escaños.

Al llegar la fecha límite del 5 de mayo, Netanyahu fracasa en su intento de formar un gobierno. Rivlin se lo encarga entonces a Lapid. El 30 de mayo, el líder del partido derecha radical Yamina, Naftali Bennett, anuncia su intención de unirse al campo de Lapid, que logra armar una coalición heterogénea que va de la derecha a la izquierda, pasando por una formación árabe, algo inédito.

El 13 de junio, Benjamin Netanyahu, en el poder desde hace 15 años, de los cuales los últimos 12 de manera ininterrumpida, es desalojado del poder tras una moción de censura en el Parlamento aprobada por la nueva coalición.

Según un acuerdo de rotación al frente del gobierno, Naftali Bennett se convierte en primer ministro y Yair asume como ministro de Relaciones Exteriores. El 4 de noviembre, el Parlamento adopta el presupuesto para 2021, el primero votado en tres años. Al día siguiente, se adopta, en lo que constituye una victoria clave para la coalición.

La coalición se derrumba

El 6 de abril de 2022, la coalición, enfrentada a tensiones internas, pierde su mayoría con la partida de una diputada del partido de Bennett. El 20 de junio, Bennett y Lapid anuncian la disolución del Parlamento. Yair Lapid ocupa el puesto de primer ministro hasta la elección fijada el 1 de noviembre. Naftali Bennett anuncia que no se presentará.

Durante la campaña, Benjamin Netanyahu afirma que quier conseguir la mayoría (61 bancas) para formar un “gobierno de derecha” con sus aliados de formaciones ultraortodoxas y de extrema derecha.

Fuente: AFP.

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