Juan Carlos Dos Santos, enviado especial.
El domingo 30 de octubre cerca de 150 millones de brasileños decidirán entre el actual presidente Jair Bolsonaro (67) y el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (77), quien de los dos será el próximo mandatario del gigante sudamericano por los siguientes cuatro años. Brasil está inmerso desde hace semanas en un frenético y desgastante ambiente electoral marcado por denuncias de ambos contendientes, uno mencionando posible fraude y el otro, un hipotético golpe.
Los números dan una ventaja de 7 puntos a Lula por encima de Bolsonaro, casi la misma diferencia porcentual de la primera vuelta, donde se esperaba un claro triunfo del líder del Partido de los Trabajadores (PT), algo que para sorpresa de todos no sucedió y esto ha generado mucha más mesura en quienes tienen el trabajo de medir las preferencias electorales y transformarlas en encuestas. Esta polarización es bien notoria pues las discusiones e intercambio de opiniones dispares surgen en cualquier rincón.
El centro y el sur del Brasil, con Bolsonaro
En el aeropuerto de Guarulhos, en la ciudad de Sao Paulo, un matrimonio compuesto por una paraguaya y un brasileño, ambos residentes en la mencionada ciudad, mientras forman la fila para registrar su regreso al Brasil y luego a retirar las maletas, hablan de las elecciones y solo se identifican por sus nombres: Eli y Marcio.
Eli, quien vive en Brasil desde hace siete años, trabaja en una empresa de tecnología, cree que Bolsonaro va a triunfar y que el apoyo que tiene el presidente en los ricos estados del sur del Brasil y en Sao Paulo serán determinantes.
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Marcio, su esposo, asiente y agrega que el exmilitar y actual presidente representa al sector productivo e industrial del Brasil, algo que va de la mano con la propuesta de Bolsonaro, una mayor inversión destinada a los sectores productivos sin descuidar la continuidad de los planes sociales ni el fortalecimiento de las fuerzas armadas y policiales.
Eli comenta que para la primera vuelta, vio a una indigente en las calles de su barrio en Sao Paulo, exhibiendo un afiche de Lula y le preguntó que la llevaba a preferir al candidato del PT y la respuesta la sorprendió aún más: “Porque soy pobre”, le dijo la mujer.
Un buen recuerdo
Una vez instalado en el hotel, en plena Avenida Paulista, lugar que promete ser el centro de los festejos de quien sea que triunfe el domingo, realizamos un recorrido por algunas calle adyacentes, como la Alameda Santos, y conocimos a don Luiz, de 76 años, quien tiene un kiosco y se dedica a la venta de todo tipo de artículos, incluido lo que buscamos, chips para teléfonos.
Don Luiz está convencido del triunfo de Lula y cree que la buena gestión en sus anteriores administraciones entre el 2003 y el 2011 es una de sus mayores armas para atraer a los electores. “Bolsonaro reivindica a la dictadura militar y sabemos que una dictadura nunca puede ser buena. Yo lo recuerdo muy bien y esos recuerdos no son buenos”, menciona mientras atiende a otros clientes en su kiosco mientras comienza a llover sobre la ciudad.
“Lula sí, pero el PT no”
La gente apura el paso y algunos de sus conocidos pasan frente a él y lo saludan haciendo gestos con la mano que representan al 13 y 22, los números de listas de Lula y Bolsonaro, respectivamente y don Luiz lo toma con alegría y responde con risas. “Brasil estuvo mejor con Lula”, agrega, retomando la conversación interrumpida por el saludo de sus amigos que se suman a la conversación, “y la gente lo quiere pero no queremos al PT”, agrega.
“Si Lula triunfa el domingo, volveremos a estar bien con Argentina, con Venezuela, con México, con Estados Unidos y con Rusia. Brasil necesita ser fuerte por si mismo, porque somos un país muy grande y una nación orgullosa”, explica emocionado.
De las elecciones a la “Guerra do Paraguai”
Cuando pregunta de dónde somos, la respuesta hace saltar del asiento a uno de los amigos de don Luiz, que prestaba atención a nuestra informal conversación y no duda cambiarnos de tema y afirmar que “Inglaterra fue la culpable de la guerra do Paraguai”, como es conocida en Brasil, pero la tenue lluvia de repente comienza a hacerse intensa y damos por terminada la charla callejera.
“Quizás el domingo, luego de los resultados hablemos de la guerra”, le respondo mientras don Luiz saca su afiche con el número 13 de Lula y pide que le tomemos una foto. La división y polarización de todo un país, se ven reflejadas en opiniones divididas que saltan con solo preguntar a quien sea: “Y el domingo, ¿Lula o Bolsonaro?”.
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