“Benefactor” de Japón para unos y “fascista” para otros: partidarios y detractores del ex primer ministro asesinado Shinzo Abe mostraron el martes sus divisiones alrededor de su funeral de Estado en Tokio. Miles de japoneses de todas las edades se congregaron desde temprano en los alrededores del estadio Nippon Budokan, sede de competiciones de artes marciales, conciertos y ceremonias oficiales en la capital que acogió la última despedida a Abe.
Con tranquilidad, unos tras otros, sus seguidores depositaron flores ante un retrato del dirigente japonés instalado en una carpa instalada para la ocasión cerca del Budokan. “No creo que Japón vaya a tener un mejor líder” que él, dijo a AFP Yoshiko Yokota, de 48 años, que recordó emocionada un encuentro con Abe en un restaurante en el que ella trabajaba.
“Aunque yo no sea más que una persona ordinaria, Abe me miró a los ojos y me dijo +gracias+”, añadió. “Antes de Abe, Japón sufrió durante años indecisión política”, estimó Tomoya Kagawa, un operario de construcción de 37 años llegado de la periferia tokiota que alaba la “determinación sin fisuras” del difunto. “Aportó grandes contribuciones a Japón” como el cierre de acuerdos de libre comercio o el refuerzo de la alianza con Estados Unidos, añadió.
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Legado controvertido
Shinzo Abe batió el récord de longevidad de un primer ministro japonés con ocho años y medio en dos etapas (2006-2007 y 2012-2020). Se dio a conocer al extranjero por una intensa actividad diplomática y por su política de expansión presupuestaria y monetaria apodada como “Abenomics”, que tuvo resultados moderados.
Pero en Japón era también detestado por muchos por su discurso nacionalista, su voluntad de revisar la Constitución pacifista y numerosos casos de clientelismo en su entorno. Lejos de convertirlo en mártir, su asesinato el 8 de julio en un mitin electoral en Nara (oeste) ensució todavía más su imagen entre sus detractores.
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Su presunto asesino lo atacó por considerarlo cercano a la Iglesia de la Unificación, una organización religiosa controvertida con vínculos con numerosos miembros del gobernante Partido Liberal Demócrata, que Abe presidió durante largo tiempo.
Alrededor del 60% de japoneses interrogados en los últimos sondeos se oponían al funeral de Estado, un homenaje poco habitual para dirigentes políticos en el Japón posguerra. Además, la oposición parlamentaria criticó la elección unilateral del primer ministro actual Fumio Kishida, del que Abe fue mentor, y el coste de la ceremonia de unos 12 millones de dólares.
“¡Restauren la democracia!”
Mientras a unos kilómetros se desarrollaba el funeral con 4.300 participantes, incluidos 700 dignatarios extranjeros, miles de personas protestaban contra este homenaje ante el Parlamento japonés. “No lloraremos jamás al fascista de Abe”, se leía en una pancarta.
“Simplemente me parece imperdonable que se gaste tanto dinero del contribuyente” para esto, se indignaba Kanako Harada, una cineasta independiente de 37 años. “Me opongo a los funerales nacionales porque el gobierno los ha impuesto sin escuchar a la gente” y sin respetar la Constitución, dijo a AFP Toshiro Inoue, de 71 años.
Para este hombre llegado de Yokohama, al suroeste de Tokio, los escándalos político-financieros alrededor de Abe y de su partido “normalizaron el hecho de que un responsable político mienta con impunidad”. Y mientas en el Budokan se observaba un minuto de silencio, los manifestantes gritaron al unísono: “¡No nos impongan el silencio! ¡Anulen los funerales de Estado! ¡Restauren la democracia!”.
Fuente: AFP.