Cinco metros debajo de un aula, el director de una escuela de Kiev, Mijailo Aliokhin, termina de preparar el búnker donde los alumnos pasarán gran parte del tiempo cuando se reinicie esta semana el año escolar en Ucrania. Las aulas normales aún tienen las mochilas abandonadas desde el 23 de febrero, último día de clases antes de la invasión rusa, cuando las campanas de la escuela fueron sustituidas por las sirenas de los bombardeos.
Abajo no hay ventanas. Arriba quedaron los pupitres, tableros, libros coloridos y globos. Este era un vestuario, pero con los bombardeos que aún amenazan a la capital, ahora sirve de refugio. “Apenas suena la sirena de alarma, el personal trae a los niños al sótano sin importar la actividad del momento”, dice Aliokhin a AFP. “En la medida de lo posible seguirán con su tarea de manera relajada”, agrega. Pese a las condiciones austeras, espera que un tercio de los 460 alumnos con edades de 6 a 16 años, regresen a la escuela este jueves.
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En el 2021 había 4,2 millones de escolares en Ucrania, pero la invasión rusa hizo que, entre febrero y junio de 2022, más de dos millones de niños dejaran el país y tres millones se desplazaran internamente, según UNICEF. Mientras tanto en Kiev, ahora lejos de los combates en el este y sur de Ucrania, 132.000 alumnos se preparan para regresar a clases el 1 de septiembre, según el alcalde Vitali Klitschko. En la escuela privada de Aliokhin, que AFP decidió no identificar, el personal preparó dos escenarios antes de la jornada inicial. El primero es el programa normal de estudios en las aulas, a 10 metros de la entrada al refugio.
El segundo bajo tierra en caso de que suenen las sirenas de ataque aéreo, como ocurre la mayoría de los días. “No es imposible que nuestro enemigo, a quien le gustan las fechas simbólicas, se aproveche de este día”, dice Aliokhin, de 26 años. Independiente de que haya o no misiles, los educadores celebrarán una fiesta abajo “para mostrar a los niños que es un sitio seguro donde ciertamente pasarán mucho tiempo este año”.
El búnker tendrá alimento y agua para 48 horas y habrá personal médico y psicólogos disponibles a toda hora. “Yo nunca hubiera imaginado esto, pero aquí estamos (...) en esta nueva realidad”, comenta Aliokhin.mLa mitad de las 23.000 escuelas de Ucrania consultadas por el Ministerio de Educación tienen un búnker equipado para dar clases presenciales. Las que no lo tienen solo darán clases en línea.
Pese a todo hay entusiasmo
El sobrio escenario no parece aplacar el entusiasmo por el nuevo año escolar. “Yo vivo al lado de mi escuela, estaré más seguro allí porque bajaremos al refugio de manera organizada”, explica Polina, de 16 años, en compañía de sus amigos en un café de Kiev. “La verdad es que queremos vivir plenamente nuestras vidas después de dos años de COVID y seis meses de guerra”, afirma. “No tenemos miedo, ya hemos vivido suficiente. Nuestra generación ha decidido vivir en el momento presente”, señala.
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La decisión quizás sea más difícil para los padres. Según el ombudsman ucraniano para la educación, Sergiy Gorbachov, la mayoría de los padres se oponen a la educación presencial por temor de los bombardeos. Según el Ministerio de Educación, 2.135 escuelas han sido dañadas desde el 24 de febrero. “Regiones cercanas al frente funcionarán totalmente en línea. Lo presencial no es posible allí”, indica Gorbachov.
Sin embargo, Youlia Shatravenko-Sokolovych, en Kiev, decidió que su hija Myroslava irá a clases presenciales el jueves. “Por supuesto que tenemos miedo, pero no puedo privar a mi hija de la socialización”, explica. “Confío en el ejército ucraniano que nos defiende”, menciona. “El hecho de estar de vuelta a una vida más o menos normal me da esperanza”, dice.
Fuente: AFP.