Bastaron menos de 24 horas en Arabia Saudita para que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, empañara su imagen de férreo defensor de los derechos humanos que ha intentado labrarse durante mucho tiempo.
La vida de cualquier político está salpicada de promesas de campaña que acaba incumpliendo, y para Biden esa lista incluye ahora la hecha en el 2019 de tratar a Arabia Saudita como “paria” por su historial en materia de derechos humanos.
También está su declaración solemne, pronunciada el 4 de julio del 2021, sobre el lugar de Estados Unidos en la escena internacional: “Predicamos con el ejemplo, no mostrando nuestra fuerza. Formamos parte de algo más grande que nosotros mismos. Somos una brújula para el mundo”.
Para muchos es difícil conciliar esas palabras con la fotografía más impactante de la primera gira de Biden como presidente a Medio Oriente, en la que se le ve chocando puños con el príncipe heredero Mohamed bin Salmán.
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Los servicios de inteligencia estadounidenses creen que el príncipe heredero, líder de facto de Arabia Saudita, “aprobó” la operación de 2018 que condujo al asesinato y desmembramiento del periodista Jamal Khashoggi.
La fotografía, tomada frente a un palacio en la ciudad costera de Yedá, en el Mar Rojo, fue distribuida inmediatamente por los medios de comunicación oficiales saudíes antes de circular en las redes sociales. Y fue publicada por varios diarios, incluyendo por The Washington Post, donde Khashoggi era columnista.
“Vergonzoso”
Antes de la llegada de Biden a Yedá, la Casa Blanca tomó varias medidas para tratar de mitigar las repercusiones de este encuentro. El presidente estadounidense publicó una columna en el Post en la que explicaba sus motivos para realizar el viaje, diciendo que quería “reforzar una asociación estratégica”, e insistió en que “las libertades fundamentales siempre están en la agenda cuando viajo al extranjero”.
Al inicio de su gira, que le llevó a Israel, a los territorios palestinos y a Arabia Saudita, su equipo de comunicación dijo que Biden limitaría el contacto físico con las personas con las que se reuniría, debido al COVID-19.
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Algunos periodistas especularon con que las medidas - que Biden acabó no cumpliendo del todo - estaban motivadas menos por salud y más por el temor a una incómoda foto con el príncipe Mohamed, al que se le conoce popularmente por sus iniciales MBS. Al final, el choque de puños con MBS “fue peor que un apretón de manos, fue vergonzoso”, estimó el director general del Post, Fred Ryan, en un comunicado.
“Los autócratas están sonriendo”
Biden dijo a la prensa que habló sobre el asesinato de Khashoggi “al inicio” de su reunión con el príncipe Mohamed. Le dije “claramente lo que pensaba entonces y lo que pienso ahora”, indicó.
El sábado, Biden declaró ante los líderes de nueve países árabes reunidos en una cumbre que “el futuro pertenece a los países (...) donde los ciudadanos puedan cuestionar y criticar a los líderes sin temor a represalias”.
Pero el choque de puños con MBS ya se ha convertido en la imagen que definió su gira. Más allá de los derechos humanos, Biden explicó que su viaje estaba destinado a “promover los intereses de Estados Unidos”, una probable alusión a la necesidad de impulsar una mayor producción de petróleo del mayor exportador de crudo del mundo, ya que el aumento de los precios de la gasolina está perjudicando las perspectivas de su partido antes de las elecciones de mitad de mandato de noviembre.
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“Los autócratas deben estar sonriendo, el apoyo de Biden a los derechos humanos puede venderse por una gota de petróleo”, comentó el sábado en Twitter Kenneth Roth, director ejecutivo de Human Rights Watch.
Fuente: AFP.