Fieles que participan en la peregrinación a La Meca iniciaron el sábado el ritual de la lapidación de Satanás, en el primer día del Eid al-Ada, la fiesta del sacrificio que marca el final del hach más grande desde la pandemia del covid-19 Desde el amanecer, pequeños grupos de peregrinos llegaron al valle de Mina, cerca de La Meca, la ciudad más santa del islam en el oeste de Arabia Saudita, para lanzar piedras a las estelas que simbolizan a Satanás.
Las piedras se recogieron el viernes en la llanura de Muzdalifa, donde los fieles pasaron la noche bajo las estrellas tras una jornada de oración y meditación en el monte Arafat. La lapidación de Satanás es la etapa final de la gran peregrinación que congregó este año a un millón de musulmanes, entre ellos 780.000 extranjeros, tras dos años de drásticas restricciones a causa del covid-19.
El ritual se tornó tragedia en 2015 con una gigantesca estampida que dejó unos 2.300 muertos. El hach, que consiste en una serie de rituales a lo largo de cinco días en La Meca, es uno de los cinco pilares del islam y debe ser realizado por todos los musulmanes que puedan permitírselo al menos una vez en sus vidas.
En 2019 participaron unos 2,5 millones de musulmanes de todo el mundo, pero la cifra cayó a pocos miles en 2020 y a 60.000 en 2021, todos ellos ciudadanos o residentes de Arabia Saudita, como efecto de la pandemia del coronavirus. Acoger esta peregrinación es una cuestión de prestigio y fuente de legitimidad política para los gobernantes sauditas, custodios de los sitios más sagrados del islam.
Covid-19 y calor
En Twitter, el rey Salman de Arabia dijo alegrarse de ver tantos fieles en La Meca. “Estamos orgullosos del honor de servir a los peregrinos y deseamos a todos los musulmanes una feliz fiesta del Eid Al Ada”, declaró. Tras el ritual de la lapidación, los peregrinos deben regresar a la Gran Mezquita de La Meca para realizar la última “tawaf”, cuando rodean la Kaaba, una estructura cúbica que es el punto focal del islam.
El Eid al-Ada, que comienza el sábado, marca el cierre del hach. En esa fecha, musulmanes en todo el mundo compran animales para sacrificar como conmemoración de la disposición de Abraham de sacrificar a su hijo en una prueba de obediencia a Alá.
El viernes, grandes multitudes de musulmanes oraron en el monte Arafat, el punto álgido de la peregrinación anual. Grupos de fieles, muchos de ellos con sombrillas para protegerse del sol abrasador, recitaron versos del Corán en la montaña donde se cree que el profeta Mahoma brindó su último sermón.
Tras el atardecer, los fieles recorrieron la corta distancia a Muzdalifah, donde pernoctaron bajo las estrellas antes del ritual de la lapidación. Los participantes ignoraron los temores de propagación de covid-19 y muchos permanecieron sin mascarilla, pese a que las autoridades sauditas dijeron que su uso sería obligatorio.
El hach se celebró este año en momentos de repunte de contagios en la región, y algunos países del Golfo endurecieron las restricciones para impedir la propagación del virus. Todos los peregrinos tuvieron que presentar certificados de vacunación y pruebas PCR negativas para participar.
Desde el inicio de la pandemia, Arabia Saudita ha registrado más de 795.000 casos de covid-19, 9.000 de ellos mortales. El hach, cuya fecha de celebración se determina por el calendario islámico lunar, puede ser físicamente agotador y este año los fieles tuvieron que soportar temperaturas de hasta 44 ºC.
Fuente: AFP.